La verdad, tradición y otros milagros
En los primeros seis capítulos de su evangelio, Marcos ha establecido la deidad de Cristo. Ha mostrado que, por medio de Sus enseñanzas, Jesús afirmaba ser el Mesías. Ha descrito milagros hechos por Jesús que solo pudiesen haber sido obrados por alguien con poder sobrenatural. Al describir la reacción del pueblo, sugiere que fueron impactados y creyeron las afirmaciones y milagros.
Al mismo tiempo, Marcos nos mantiene al tanto de las dificultades que Jesús está enfrentando de varios grupos que vieron estas cosas pero que se negaron a aceptar o creer lo que estaba delante de sus ojos. Algunos rechazaron a Jesús y se alejaron mientras otros lo atacaron.
También encontramos la historia subyacente de Jesús enseñando y desarrollando la fe de Sus apóstoles mientras los prepara para entender la verdad de Su misión. En los capítulos 7 y 8 Marcos continúa describiendo el ministerio de Jesús entre el pueblo.
La tradición religiosa — 7:1-23
Jesús les estaba enseñando a Sus apóstoles las grandes diferencias entre las tradiciones religiosas humanas y la autoridad de la Palabra de Dios. Los fariseos se dedicaban a crear y mantener una serie de reglas religiosas y tradiciones muy complejas basadas en (pero no autorizadas por) la Palabra de Dios. Por ejemplo, la Palabra decía no trabajar (en el rubro de uno) en el día de reposo pero que uno debía enfocarse en el tema espiritual de su relación con Dios (Éxodo 20:8-11). Los fariseos se inventaban definiciones y reglas minuciosas de lo que se consideraba el "trabajo". Algunas de sus definiciones de trabajo incluían encender fuego o cargar más de un palo, incluso determinaron que caminar más de un cierto número de pasos en el día de reposo ¡se podía considerar como "trabajo"! Explicaban que estas reglas protegían a la gente de romper las verdaderas leyes de Dios. Consideraban a estas reglas como un cerco alrededor de las leyes de Dios para que la gente ni si quiera llegaran cerca a violar el mandamiento de Dios. Los fariseos también se autodesignaban los protectores e intérpretes que monitoreaban estas reglas como también los que castigaban a quienes las violaban.
El capítulo 7 describe un conflicto entre Jesús, los apóstoles y los fariseos sobre estas reglas.
1Los fariseos, y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén, se reunieron alrededor de Él; 2y vieron que algunos de sus discípulos comían el pan con manos inmundas, es decir, sin lavar.
Una delegación religiosa llegó de Jerusalén para observar a Jesús mientras enseñaba a la gente. Cuestionaron la moralidad de los apóstoles porque comían sin lavarse las manos o con manos "impuras". La implicación por extensión era que Jesús, su maestro, también era impuro. Sus propias enseñanzas afirmaban que, si un judío tocaba a un gentil o algo que un gentil había tocado, el judío sería ensuciado o impuro porque lo que tocarían y comerían después (sin primeramente haberse lavado ceremonialmente) transferiría esa impureza del gentil a ellos (como una bacteria). Ser impuro significaba que no podías participar en la vida social o la adoración pública en el templo.
3(Porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos de que se laven las manos cuidadosamente, observando así la tradición de los ancianos; 4y cuando vuelven de la plaza, no comen a menos de que se laven; y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas, como el lavamiento de los vasos, de los cántaros y de las vasijas de cobre.)
Estas reglas para el lavado (Marcos hace una afirmación parentética para el lector) fueron inventadas por los "ancianos" o maestros judíos a través de los años. El Antiguo Testamento contenía reglas para el lavamiento de los sacerdotes, pero no tenía tales reglas para el pueblo. Estas eran reglas inventadas por los hombres.
5Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos inmundas?
Desafían a Jesús al acusarlo de dejar de un lado estas reglas y tradiciones establecidas a través de los años.
6Y Él les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
«Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón está muy lejos de mí. 7Mas en vano me rinden culto, enseñando como doctrinas preceptos de hombres».8 Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.
Jesús les acusa de ser hipócritas. La palabra "hipócrita" usada aquí se refiere principalmente a la hipocresía religiosa (la palabra en el griego original describía a un actor detrás de una máscara). La idea es que el hipócrita intenta ser delante de los hombres como debe ser ante Dios, pero no lo es. La peor forma de hipocresía es cuando empiezas a creer el engaño tú mismo.
Jesús cita a Isaías 29:13 para describir dos tipos de hipocresía:
- Una persona que honra a Dios con sus palabras, pero no le da seguimiento con sus acciones.
- Enseñanzas inventadas por los hombres, pero presentadas como si viniesen de Dios.
9También les decía: Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. 10Porque Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre»; y: «El que hable mal de su padre o de su madre, que muera»; 11pero vosotros decís: «Si un hombre dice al padre o a la madre: "Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir, ofrenda a Dios)"»; 12ya no le dejáis hacer nada en favor de su padre o de su madre; 13invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido, y hacéis muchas cosas semejantes a estas.
Después de denunciarlos como hipócritas por decir y no hacer, y por enseñar doctrinas humanas como si fuesen de Dios, Jesús da un ejemplo de este tipo de hipocresía practicada por los fariseos. Incluso agrega una condenación más diciendo que la única manera en que pueden imponer sus tradiciones humanas es si primeramente eliminan las leyes de Dios. En otras palabras, no solo enseñan leyes humanas, ¡eliminan las leyes de Dios para poder hacerlo!
El ejemplo que da Jesús tiene que ver con la responsabilidad de honrar a los padres en la forma de cuidar de ellos (Éxodo 20:12). Su responsabilidad, de acuerdo con el mandato de Dios, era de honrar y cuidar de los padres. Los fariseos enseñaban que si alguien dedicaba cierta cantidad de dinero a Dios (corbán), ese dinero no se podía usar para otro propósito (incluso el cuidado de los padres). La aplicación de corbán no significaba que daban esos dineros al Señor y así no lo podían usar como pasa hoy día con donaciones caritativas. Era parecido a establecer un fondo fiduciario que congelaba los dineros mientras los padres estaban vivos, así proveyendo la excusa por no atender a sus familiares. De esta manera su egoísmo se disfrazaba de generosidad y devoción falsa a Dios.
El corbán no era algo malo en sí. Después de todo, dejar dinero al templo en el testamento era generoso y dadivoso. El problema es que los fariseos usaban el compromiso como una excusa para negarse ayudar a sus padres ("Lo siento, mamá y papá, no les puedo ayudar porque mis dineros están comprometidos al templo."), y cuando fallecían los padres muchas veces quebrantaban sus compromisos al sacar el dinero y usarlo para ellos mismos. Jesús les dice que esta es una de las tantas cosas que está mal de sus enseñanzas y comportamientos.
14Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended: 15no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre. 16Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. 17Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola. 18Y Él les dijo: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar, 19porque no entra en su corazón, sino en el estómago, y se elimina? (Declarando así limpios todos los alimentos.) 20Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. 21Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, 22avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez. 23Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.
El Señor les da otro ejemplo de esta inconsistencia al responder a las acusaciones anteriores sobre lavamiento y contaminación. Explica que no es la comida lo que hace que uno sea puro o impuro. La moralidad tiene que ver con el corazón de la persona, no con la comida. La comida se consume y es eliminada, no tiene ningún efecto moral en sí.
Lavarse antes de comer no aumentaba ni disminuía la posición de uno ante Dios de una perspectiva moral tampoco. La moralidad y la impureza no eran como una bacteria que se podía trasmitir por el tacto. Al decir esto Jesús está declarando a toda comida como pura. Esto significaba que no había ningún valor moral en comer o no comer ciertas comidas.
Jesús continúa explicando que lo que causa la impureza son cosas producidas en el corazón, dichas con las lenguas, y hechas por las manos. En otras palabras, lo que piensas, dices y haces son las cosas que te hacen impuro a los ojos de Dios.
Una vez más Jesús declara que sustituir la palabra del hombre por la Palabra de Dios es hipócrita y peligroso. Es hipócrita porque queremos creer que nuestras tradiciones son más importantes y efectivas que las leyes de Dios.
Es peligroso porque:
- Perdemos el poder de cambiar o afectar nuestras vidas cuando cambiamos la Palabra de Dios por tradición humana.
- Perdemos de vista lo que es importante. Nos enfocamos en las reglas humanas en vez de conocer y obedecer a la Palabra de Dios.
- Perdemos la salvación porque Jesús nos dice que solo quienes obedecen la Palabra de Dios entrarán al reino.
En este momento Jesús se convierte en el enemigo mortal de los fariseos porque no solo responde a la acusación en Su contra, también los denuncia y revela su hipocresía.
La mujer sirofenicia — 7:24-30
Jesús ha conseguido la ira de los líderes religiosos al exponerlos mediante Sus enseñanzas. Ahora logrará su oposición eterna al obrar un milagro a favor de un tipo de persona de que se habían quejado en un principio. Argumentaban que uno se podía contaminar con solo tocar algo que un gentil había tocado. Ahora Jesús sanará a un gentil y esto, a su vista, sería una tremenda violación de sus leyes. No violaba las leyes de Dios porque los judíos debían ser una luz y bendición a los gentiles (Isaías 49:6) y Jesús lo estaba siendo. Sin embargo, los fariseos habían creado tantas reglas para evitar la idolatría de los gentiles que perdían cualquier oportunidad que pudiesen tener de convertirlos.
24Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa, no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido;
Jesús sale de Capernaúm y va al extremo más lejos del país para evitar las multitudes y Sus enemigos.
25sino que enseguida, al oír hablar de Él, una mujer cuya hijita tenía un espíritu inmundo, fue y se postró a sus pies. 26La mujer era gentil, sirofenicia de nacimiento; y le rogaba que echara fuera de su hija al demonio.
La mujer era gentil y pagana, pero creía en el poder de Jesús. Observe cómo su acercamiento a Jesús era diferente al de los líderes judíos.
27Y Él le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28Pero ella respondió y le dijo: Es cierto, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen las migajas de los hijos.
Jesús responde a su petición al describir Su misión principal: alimentar a los hijos (el pueblo elegido de Dios, los israelitas), y predicar las buenas nuevas a ellos primero, de acuerdo con la Palabra. En aquella sociedad pocas familias tenían a perros como mascotas y las que los tenían les daban de comer de las sobras de la mesa. Jesús usa la palabra para "mascotas" en este pasaje y está diciendo, "Permita que los hijos coman primero porque no estaría bien dar de comer a las mascotas la comida de los hijos." La mujer entiende que primero se debe cumplir con la justicia, primero lo primordial, pero le ruega, "Después de que coman los hijos, ¿no se les da a las mascotas las sobras?" Ella acepta su posición (el Mesías fue mandado a los judíos, no a los gentiles), pero su situación desesperante y su fe en Jesús la conmueven a pedirle ayuda de todas maneras.
29Y Él le dijo: Por esta respuesta, vete; el demonio ha salido de tu hija. 30Cuando ella volvió a su casa, halló que la niña estaba acostada en la cama, y que el demonio había salido.
Jesús obra un gran milagro, esta vez a la distancia, ejerciendo solo Su voluntad al echar fuera un demonio. Este es otro ejemplo de cómo Jesús abordaba un problema común de aquella época:
- Los evangelios registran 80 instancias en que se enfrentó a demonios o espíritus malvados.
- A diferencia de cómo se caracterizan en libros y películas populares, los demonios descritos en la Escritura jamás se manifestaban como monstruos o personas fuera de las personas que poseían. Su presencia se conocía solo por el sufrimiento que causaban y, a veces por las breves declaraciones que emitían cuando confrontados por Jesús.
El sordomudo — 7:31-37
Jesús vuelve al área donde había vivido el endemoniado y esta vez la multitud está ansiosa por verlo.
31Volviendo a salir de la región de Tiro, pasó por Sidón y llegó al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. 32Y le trajeron a uno que era sordo y que hablaba con dificultad, y le rogaron que pusiera la mano sobre él.
Se junta una multitud y quieren ver un milagro. Le dicen a Jesús que imponga Sus manos sobre el hombre para sanarlo. Jesús obra este milagro, pero lo hace para comprobar Su identidad, no para montar un espectáculo.
33Entonces Jesús, tomándolo aparte de la multitud, a solas, le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva; 34y levantando los ojos al cielo, suspiró profundamente y le dijo: ¡Effatá!, esto es: ¡Ábrete! 35Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad. 36Y Jesús les ordenó que a nadie se lo dijeran; pero mientras más se lo ordenaba, tanto más ellos lo proclamaban.
Este hombre está confundido así que Jesús lo aparta para que puedan estar a solas. El Señor necesita comunicarle a este hombre lo que va a hacer y usa varios métodos para lograr esto:
- Pone Sus dedos en los oídos del hombre para señalar que reconoce el problema de la sordera.
- Escupe y toca la lengua para señalar el problema de su incapacidad de hablar.
- Suspira y mira hacia arriba para indicar de dónde viene la solución. Esto era una manera de comunicar que las oraciones del mismo hombre (los suspiros) fueron escuchadas y estaban a punto de ser contestadas.
- Jesús lo mira y dice, "¡Ábrete!" y el hecho que el hombre escucha y responde es evidencia de que el milagro se ha hecho.
37Y se asombraron en gran manera, diciendo: Todo lo ha hecho bien; aun a los sordos hace oír y a los mudos hablar.
Una vez más, Marcos comenta que la reacción de la gente demuestra que estaban convencidos de que estos eran milagros legítimos.
Alimentación de los cuatro mil — 8:1-21
1En aquellos días, cuando de nuevo había una gran multitud que no tenía qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: 2Tengo compasión de la multitud porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer; 3y si los despido sin comer a sus casas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. 4Sus discípulos le respondieron: ¿Dónde podrá alguien encontrar lo suficiente para saciar de pan a estos aquí en el desierto? 5Y Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete. 6Entonces mandó a la multitud que se recostara en el suelo; y tomando los siete panes, después de dar gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los pusieran delante de la gente; y ellos los sirvieron a la multitud. 7También tenían unos pocos pececillos; y después de bendecirlos, mandó que estos también los sirvieran. 8Todos comieron y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas. 9Los que comieron eran unos cuatro mil; y los despidió. 10Y subiendo enseguida a la barca con sus discípulos, fue a la región de Dalmanuta.
11Entonces salieron los fariseos y comenzaron a discutir con Él, buscando de Él una señal del cielo para ponerle a prueba. 12Suspirando profundamente en su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se le dará señal a esta generación. 13Y dejándolos, se embarcó otra vez y se fue al otro lado.
14Y se habían olvidado de tomar panes; y no tenían consigo en la barca sino solo un pan. 15Y Él les encargaba diciendo: ¡Tened cuidado! Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes. 16Y ellos discutían entre sí que no tenían panes. 17Dándose cuenta Jesús, les dijo: ¿Por qué discutís que no tenéis pan? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Tenéis el corazón endurecido? 18Teniendo ojos, ¿no veis? Y teniendo oídos, ¿no oís? ¿No recordáis 19cuando partí los cinco panes entre los cinco mil? ¿Cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Doce. 20Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos le dijeron: Siete. 21Y les dijo: ¿Aún no entendéis?
Esta es la segunda vez que Jesús obra este milagro ya que Marcos no repetiría el mismo evento dos veces en su propio evangelio. La situación y el resultado son similares al anterior, pero la gente y la ubicación son diferentes (versículos 1-10). Este milagro prepara el camino para la enseñanza que Jesús entregará a Sus discípulos después de que salen de ese lugar.
Les advierte de las enseñanzas y engaños de los fariseos ahora que ha ganado su ira al exponerlos y condenarlos públicamente. Lo hace con una figura retórica comparando su maldad a la levadura escondida en la masa del pan. Los apóstoles malentienden Su advertencia pensando que les está regañando por haber olvidado traer el pan de sobra de la alimentación milagrosa de los 4.000. Jesús los reprende, pero no por haber olvidado el pan. Los reprocha por no entender todo lo que significaban los milagros y las enseñanzas (que Él era el Hijo de Dios).
Sanación del ciego
22Llegaron a Betsaida, y le trajeron un ciego y le rogaron que lo tocara. 23Tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Ves algo? 24Y levantando la vista, dijo: Veo a los hombres, pero los veo como árboles que caminan. 25Entonces Jesús puso otra vez las manos sobre sus ojos, y él miró fijamente y fue restaurado; y lo veía todo con claridad. 26Y lo envió a su casa diciendo: Ni aun en la aldea entres.
En este pasaje Jesús obra otro gran milagro al sanar a un hombre ciego. Este milagro, tal como el que sanó al sordomudo, se llevó a cabo en etapas para ayudar a la persona entender lo que le estaba sucediendo.
Jesús necesita tiempo y libertad de movimiento para poder cumplir con Su ministerio en la región así que le dice al hombre que no anuncie la noticia de su sanación.
La gran confesión
27Salió Jesús con sus discípulos a las aldeas de Cesarea de Filipo; y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28Y le respondieron, diciendo: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, uno de los profetas. 29Él les preguntó de nuevo: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo. 30Y Él les advirtió severamente que no hablaran de Él a nadie.
Al parecer la apertura paulatina de los oídos y la boca del sordomudo juntamente con la apertura similar de los ojos del ciego simbolizan la apertura gradual de los oídos, bocas y ojos espirituales de los apóstoles. Ahora Jesús les pregunta directamente quien creen que Él es y Pedro reconoce la conclusión a la que llevan todos los milagros y enseñanzas: que Jesús es el Mesías. Y con esta confesión, Jesús ha logrado Su primera meta con los apóstoles. Ellos creen la evidencia delante de ellos y reconocen la conclusión que conlleva esta evidencia.
Jesús les advierte de no compartir este conocimiento todavía. Si predicaran ahora la verdad sobre Él que saben causarían disturbios. Todavía le queda una meta importante de Su ministerio, una que empieza a describir inmediatamente después de la confesión de fe.
El costo del discipulado — 8:31-38
31Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitar.
Ahora Jesús les revela el propósito de Su ministerio, la razón por la cual el Mesías ha venido y Su fin.
32Y les decía estas palabras claramente. Y Pedro le llevó aparte y comenzó a reprenderle. 33Mas Él volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro y le dijo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!, porque no tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres.
Pedro demuestra que no ha entendido completamente lo que Jesús les acaba de revelar. Él ve la muerte de Jesús como un fracaso de Su ministerio e intenta disuadirlo de tal idea. Jesús lo reprende fuertemente no sea que los otros apóstoles se dejen llevar por su duda y temor. Aquí Jesús establece las condiciones para quienes desean ser discípulos del Mesías. Ahora creen que Él es el Mesías, y cómo el Mesías esto es lo que espera de Sus seguidores y por qué:
- Exige que cada uno elija a quién va a seguir.
- Si van a seguirlo a Él, incluso hasta la muerte, Él los salvará.
- Si no lo siguen a Él, no hay quién los salve.
Hasta ahora ha sido maravilloso:
- Él entregó enseñanzas que abrió sus ojos y corazones.
- Él obró tremendos milagros que los dejó maravillados.
- Él denunció a los fariseos quienes los habían restringido por tanto tiempo.
- Él los alimentó, los sanó y los animó.
- Él llevó la peor parte de las críticas y los ataques del pueblo y los líderes religiosos.
Después de haberles servido en esta manera, Jesús les dice, "Es hora de que elijan, que tomen una posición; o están conmigo o están en contra de mí, y la salvación de sus almas depende de esta decisión." Esto, por supuesto, es la decisión de todo discípulo de Jesucristo, ¡tanto en aquel entonces como ahora! En algún momento todos tienen que tomar la decisión ya sea en pro o en contra.
Después de haberles puesto el reto de un compromiso más profundo, Jesús continuará Su tarea de obrar milagros y enseñar, abriendo aún más los ojos de Sus apóstoles mientras los lleva a la cima de Su ministerio terrenal.