Relaciones en el Reino

Discurso #4

By: Mike Mazzalongo     Posted: marzo 2015
En este pasaje Jesús explicará la naturaleza de las relaciones que la gente tiene en el Reino y cómo repararlas cuando están rotas.

La enseñanza de Jesús en Mateo sobre el Reino

  1. El reino venía. (Mateo 4:17)
  2. El tipo de personas en el reino. (Mateo 5:3-20, pobres en espíritu, mansos, etc.)
  3. Quien es el rey del reino. (Mateo 6:10, Venga tu reino...)
  4. La importancia del reino. (Mateo 6:33, busquen primero...)
  5. Quien entrará en el reino. (Mateo 7:21, quienes obedecen...)
  6. Cuan grandes son los que están en el reino. (Mateo 11:11, mayores que Juan...)
  7. No todos responden al reino. (Mateo 13:1-23, el sembrador y la semilla.)
  8. Dios castigará a quienes no están en el reino. (Mateo 13:24-30, la cizaña y el trigo; Mateo 13:47-48, la red barredera y los peces)
  9. El reino crece misteriosamente (Mateo 13:31-32, grano de la mostaza; Mateo 13:33, la levadura)
  10. El reino es la posesión más preciosa. (Mateo 13:44, tesoro; Mateo 13:45-46, perla)

Relaciones dentro del reino

Hasta ahora Jesús ha hablado del reino de manera general y ha mencionado la respuesta que las personas deben tener cuando aprenden del reino. Sin embargo, en el capítulo 18 empieza a describir la naturaleza y la calidad de las relaciones que quienes están en el reino deben tener entre ellos mismos.

Premisa básica: Cuiden de las almas el uno del otro

El carácter de las personas dentro del reino

1En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos? 2Y Él, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. 5Y el que reciba a un niño como este en mi nombre, a mí me recibe.

En el sermón del monte, Jesús dice que quienes están en el reino son mansos, pobres en espíritu y dependientes de Dios, todas cualidades que se encuentran en los niños. El hecho de que los discípulos preguntan, "¿Quién es el mayor?" sugiere que había problemas de arrogancia y conflicto entre los apóstoles.

Jesús apunta hacia el objetivo de su conversación: una transformación del orgullo y conflicto hacia una confianza fácil y la mansedumbre de un niño. No una dependencia en logros, poder o grandeza sino la confianza inocente en Dios. Uno que realmente es grande en el reino no busca la gloria para sí mismo sino para Dios. Entre más vacío uno está de sí mismo, más puede Dios llenar esa persona con Su grandeza, sabiduría, amor y poder.

Los más grandes son aquellos que no están conscientes de su grandeza. No solo son los más grandes en el reino como niños, pero también deben buscar tratar con respeto a otros en el reino, quienes también son mansos y vulnerables, como Jesús quisiera que lo hagan. Quienes pertenecen al reino no manipulan y desprecian a otros (una tentación fácil tratar así a quienes son como niños).

Advertencias sobre las ofensas

6Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar. 7¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! 8Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno. 9Y si tu ojo te es ocasión de pecar, arráncatelo y échalo de ti. Te es mejor entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego. 10Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeñitos, porque os digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido.

Jesús advierte a cualquiera que causaría que un niño en el reino ya sea un niño actual o uno que se ha hecho como niño, no creyese en Él (v.6). Con esta advertencia severa, Él demuestra cuán preciosos son los niños y cuán importantes deben ser para nosotros en cuanto al evangelismo.

Este pasaje también sugiere que los muy jóvenes pueden creer, y todo lo que hacemos mientras son pequeños puede contribuir o destruir su capacidad innata de creer y confiar en Dios, y que un creyente que se ha hecho como niño quiere tener. Jesús reconoce los varios peligros en el mundo pero específicamente destaca a quienes serían la causa directa de que uno tropezara (la palabra "tropezar" se refiere a una trampa en que clava y mata el animal que toca el cebo). También sería una advertencia contra debilidades o pecados personales que podrían causar que uno mismo tropezara. Jesús dice que se tiene que sacar estas cosas a todo costo.

El Señor refuerza la idea de que son los más pequeños en el reino (los niños y los que son como niños) los que realmente son preciosos porque hasta los ángeles poderosos quienes contemplan el rostro de Dios sirven a estos pequeños. Esto reitera su valor a los ojos de Dios y destaca el cuidado que se debe ejercer cuando tratamos a quienes moran en el reino.

Parábola

11Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido. 12¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada? 13Y si sucede que la halla, en verdad os digo que se regocija más por esta que por las noventa y nueve que no se han descarriado. 14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.

Jesús está respondiendo a la pregunta, "¿quién es el mayor?" y dice que el más pequeño, el más humilde y los que son menos en realidad, son los mayores. Esta respuesta les instruye de varias maneras:

  1. La dirección de su desarrollo si quieren llegar a ser los mayores en el reino (los más pequeños son los mayores).
  2. El cuidado que deben ejercer para no destruir a estos.
  3. El valor que ellos tienen delante de Dios. Los ángeles les sirven y hay gozo en los cielos cuando uno que ha estado perdido se encuentra.

Este último punto acomoda a la parábola de la oveja perdida. Es una parábola que demuestra el gozo del Padre cuando uno de estos "pequeñitos" que estaba perdido (porque tropezó por culpa de otro) se encuentra. Mateo usa este pasaje como un puente hacia la próxima sección práctica sobre el manejo del conflicto en el reino cuando ocurren las ofensas.

Manejando el conflicto: La confrontación directa

Existen varias maneras en que individuos manejan el conflicto personal. Algunos planifican su venganza y otros torturan con el silencio. Los ofendidos responden a las ofensas personales o insultos con enojo, chisme e incluso calumnia. En esta sección Jesús provee un guion para cómo se deben resolver los conflictos en el reino.

Procedimiento

15Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. 16Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos. 17Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos. 18En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

La resolución debe empezar con una confrontación directa y personal del tema con la persona involucrada (v. 15). Observe que el objetivo es ganar al hermano no el argumento; alcanzar al que te ha ofendido, no comprobar que tienes la razón.

Cuando pecan contra nosotros buscamos validación y consuelo, pero Jesús dice que primero debemos hacer un esfuerzo para renovar la comunión con quien nos ha ofendido. Por supuesto, debe haber un pecado verdadero contra nosotros y no solo algo que nos molesta o una diferencia de opinión. La ofensa debe ser verdaderamente un pecado y uno que directamente amenaza con destruir la bondad de la comunión en la asamblea. Reprender significa convencer o mostrar a la persona que ofendió lo mal que era su acción.

Si la confrontación directa no resulta en una respuesta hay que asegurar que la ofensa se reconoce y dos o más hermanos son testigos de tal. Esto se hace para asegurar al hermano que esto no es una venganza personal sino un esfuerzo para manejar un mal cometido que fue visto por otros (vs. 16)

Si esto no resulta, lleva el asunto delante de la iglesia. A esta altura no hay un ejemplo ni enseñanza ni inferencia en cuanto a cómo la iglesia debe tratar a esta persona. Seguramente el seguir exhortándolo y animándolo a arrepentirse de manera colectiva sería lo correcto (vs. 17a).

Si esto no resulta en una respuesta apropiada, la persona debe ser ex comunicada (ya no se considera un miembro fiel de esa asamblea, vs. 17b). Los gentiles y recaudadores de impuestos no se consideraban parte de la asamblea de Jesús, y estaban fuera de Sus promesas y bendiciones. El hermano que no responde a la iglesia también se considera fuera del reino.

Observe que Jesús pone a la iglesia como la autoridad máxima en este asunto. Esto nos lleva a la conclusión que no hay una autoridad o cuerpo supervisor que es más alto que la congregación local.

Autoridad

18En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Jesús confirma el asunto con la afirmación de "atar y desatar". Su punto es que cuando la iglesia procede de esta manera sus acciones serán llevadas a cabo con la autoridad del cielo. Dicho de otra manera, si la iglesia perdona a un hermano, sus pecados son perdonados en el cielo (desatados), si se niega a arrepentirse, entonces se encontrará fuera de la asamblea en la tierra y sus pecados permanecerán (atados) como lo serán en el cielo también.

Cuando la iglesia actúa de acuerdo con Su palabra y voluntad Él está presente con ellos, ya sea un grupo pequeño (dos o más) o un grupo grande. Cuando la iglesia se reúne para obedecer y honrar a Cristo, Él está con ellos para contestar sus oraciones en todo asunto.

La base para mantener relaciones: El perdón incondicional

Jesús nos prepara para la vida en el reino al describir cuan preciosa es y cuan difícil es para personas pecaminosas crecer en amor y fe. Esta sección trata de las cosas prácticas de la vida cotidiana dentro del reino. Advierte contra causar que otro salga del reino por nuestras acciones. Instruye sobre la reconciliación cuando hay ofensas y qué hacer con quienes causan dichas ofensas. Por último, establece la actitud de corazón que todos debemos tener si vamos a evitar causar el tropiezo de otros o caer nosotros mismos: un perdón incondicional.

La norma antigua

21Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? 22Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

La pregunta de Pedro sigue la conversación previa sobre perdonar el hermano que ofende. La enseñanza antigua judía decía que perdonar tres veces era suficiente, así que la oferta de Pedro de perdonar siete veces demuestra su propio crecimiento como discípulo en comparación con su fe anterior.

Jesús demuestra que este asunto va más allá del requerimiento legal al exponer una nueva actitud, no solo un nuevo número. Siete veces setenta representaba un número incontable. La nueva actitud es un corazón perdonador y la disposición de perdonar cuando sea necesario.

Jesús cuenta la parábola del siervo injusto

23Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y así pagara la deuda. 26Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: «Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré». 27Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda. 28Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: «Paga lo que debes». 29Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: «Ten paciencia conmigo y te pagaré». 30Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 31Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido. 32Entonces, llamándolo su señor, le dijo: «Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. 33¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?». 34Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.

Jesús hace esto para demostrar hasta qué punto uno debe perdonar (p. ej. el siervo no podía pagar la deuda que debía pero fue perdonado igualmente), como también el resultado y el castigo reservado para aquellos que no están dispuestos perdonar a otros (la deuda que debía originalmente le fue asignado de nuevo cuando se negó a perdonar a otro).

Resumen

35Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

Jesús resume el pasaje entero al advertir contra la dureza de corazón que se niega a perdonar los hermanos sus ofensas.

Lecciones sobre el reino

Habrá ofensas en el reino. Cuando esto sucede debes estar dispuesto:

  1. A no ser quien las causa.
  2. A tratar a quienes te ofenden de una manera cristiana cuando sucede.
  3. A perdonar a otros rápidamente y con gracia cuando te ofenden porque en la medida que perdonas a otros Dios perdonará a ti (y otros también te perdonarán).
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