Encuentros y parábolas

By: Mike Mazzalongo     Posted: julio 2015
En esta lección, veremos cómo Marcos se dispone a demostrar su declaración inicial de que Jesús es el Hijo de Dios.

Marcos ha empezado su evangelio al establecer rápidamente varias ideas esenciales:

  1. Afirma su objetivo principal en el primer versículo de su evangelio: demostrar que Jesús es el divino Hijo de Dios.
  2. Establece el trasfondo histórico y cultural de Jesús: era un judío que vivió en los tiempos de Juan el Bautista, y era él que cumplía las profecías de las escrituras judías en cuanto al Mesías/Salvador.
  3. Describe los dos aspectos del ministerio de Jesús que confirman Su afirmación de ser el Hijo de Dios: Su enseñanza asombrosa y Sus milagros.

En los próximos capítulos Marcos continuará recontando las enseñanzas y milagros de Jesús y añadirá a estos una descripción de las personas que se oponían a Él y que más adelante conspirarían Su ejecución.

Encuentros — 2:1-3:35

Las confrontaciones que Jesús tiene con diferentes grupos se registran en una serie de siete encuentros en los siguientes dos capítulos.

1Habiendo entrado de nuevo en Capernaúm varios días después, se oyó que estaba en casa. 2Y se reunieron muchos, tanto que ya no había lugar ni aun a la puerta; y Él les exponía la palabra. 3Entonces vinieron a traerle un paralítico llevado entre cuatro. 4Y como no pudieron acercarse a Él a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que yacía el paralítico. 5Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: 7¿Por qué habla este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? 8Y al instante Jesús, conociendo en su espíritu que pensaban de esa manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»? 10Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11A ti te digo: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 12Y él se levantó, y tomando al instante la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás hemos visto cosa semejante.

Los escribes acusan a Jesús de blasfemia porque perdonó los pecados del paralítico. Ellos entendían correctamente que solo Dios tenía la autoridad de hacer tal cosa. Lo que no aceptaban era la afirmación implícita que Jesús era Dios.

El poder de Jesús se demostraba visiblemente para probar que Él también tenía el poder de hacer cosas invisibles al ojo humano (p. ej. remover pecado por medio del perdón). La acusación que estaba blasfemando era falsa ya que, como Dios, Jesús no podía blasfemar contra Sí mismo.

13Y Él salió de nuevo a la orilla del mar, y toda la multitud venía a Él, y les enseñaba. 14Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.

15Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y sus discípulos; porque había muchos de ellos que le seguían. 16Al ver los escribas de los fariseos que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a sus discípulos: ¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores? 17Al oír esto, Jesús les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

En esta instancia los escribes y fariseos lo acusan de llevar una vida inmoral porque comía con publicanos y pecadores. Jesús respondió que Su misión era de sanar a los que estaban enfermos espiritualmente, y para poder hacer esto tenía que estar entre ellos. Jesús no participaba de la inmoralidad, se asociaba con ellos para predicarles el evangelio.

18Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan? 19Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. 20Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día. 21Nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo, porque entonces el remiendo al encogerse tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce una rotura peor. 22Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces el vino romperá el odre, y se pierde el vino y también los odres; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos.

Marcos cuenta de otro episodio donde los discípulos de Juan, junto con los fariseos, lo acusan de una falta de espiritualidad porque Él no animaba a Sus discípulos al ayuno. Jesús usa esta ocasión para enseñarles que las personas que realmente son espirituales saben cuándo ayunar y cuándo festejar. El hecho de que Él, el Mesías, estaba entre ellos era motivo de fiesta no de ayuno (al festejar, Sus discípulos estaban demostrando verdadero discernimiento espiritual).

El remiendo y los odres se refieren al judaísmo y el cristianismo. No se puede reparar el judaísmo usando al cristianismo como un parche; se tiene que sacar lo viejo y usar tela nueva. Similarmente, no se puede preservar el cristianismo al ponerlo entre los confines del judaísmo porque el cristianismo crecerá más allá de estos límites y reventará. Era necesario que el cristianismo fuera independiente del judaísmo porque estaba creciendo y el judaísmo no crecía. Con la llegada de Jesús, el judaísmo había cumplido el propósito por lo cual fue creado (para establecer un escenario histórico, cultural y religioso sobre el cual el Mesías aparecería en la historia humana).

23Y aconteció que un día de reposo Jesús pasaba por los sembrados, y sus discípulos, mientras se abrían paso, comenzaron a arrancar espigas. 24Entonces los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen lo que no es lícito en el día de reposo? 25Y Él les dijo: ¿Nunca habéis leído lo que David hizo cuando tuvo necesidad y sintió hambre, él y sus compañeros, 26cómo entró en la casa de Dios en tiempos de Abiatar, el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados que no es lícito a nadie comer, sino a los sacerdotes, y dio también a los que estaban con él? 27Y Él les decía: El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. 28Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.

Esta vez los fariseos acusaron a los discípulos de Jesús de desobedecer la Ley porque arrancaron unas espigas en el día de reposo. La Ley enseñaba que era ilícito trabajar en el día de reposo (Éxodo 20:8), sin embargo, los fariseos habían creado numerosas definiciones de lo que era el trabajo con la intención de limitar cada posibilidad de transgredir este mandamiento. Resultó en una serie de reglas que no solo eran ridículas, pero también dejaban una carga muy pesada para la persona común que sinceramente quería guardar la Ley. En este contexto incluso sacar un grano o una fruta de un árbol para merendar se consideraba como "trabajo" por estos fariseos fanáticos.

Jesús usa el ejemplo del Rey David (1 Samuel 21:1-9) y la vez que comió el pan sagrado. El "pan de la Presencia" consistía en 12 barras de pan horneadas y puestas en el lugar donde los sacerdotes ofrecían sacrificios. Solo los sacerdotes los podían comer. Jesús se refiere a la vez en que David, huyendo del Rey Saúl, llegó buscando comida y los sacerdotes le dijeron que la única comida que tenían disponible era el "pan de la Presencia", así que los tomó y se los comió.

Jesús dice que al hacer esto David no pecó porque la necesidad humana es más importante que los requerimientos de la ley ceremonial. Explica que el día de reposo fue creado porque el hombre necesitaba descanso y renovación espiritual, y no lo opuesto. El hombre no fue creado para ser esclavo a la ceremonia religiosa.

Jesús provee el contexto al decir que, efectivamente, Él era el Señor del día de reposo (Él era quien, junto con el Padre en la creación, había instaurado el día de reposo, Juan 1:1-2). Pablo, el apóstol, explica que todo fue creado por y para Jesús (Colosenses 1:15-16), y eso incluye el día de reposo. Ahora, como el Mesías, Jesús cumpliría con todos los requisitos del día de reposo (no las regulaciones agregadas por el hombre). Era, por ende, el Señor del día de reposo porque Él lo inició en el principio y cumplió con sus requisitos al final.

1Otra vez entró Jesús en una sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. 2Y le observaban para ver si lo sanaba en el día de reposo, para poder acusarle. 3Y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte aquí en medio. 4Entonces les dijo: ¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar? Pero ellos guardaban silencio. 5Y mirándolos en torno con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y su mano quedó sana. 6Pero cuando los fariseos salieron, enseguida comenzaron a tramar con los herodianos en contra de Jesús, para ver cómo podrían destruirle.
- Marcos 3:1-6

Una vez más los fariseos querían acusarlo de no guardar el sábado al obrar una sanación en dicho día. Jesús contraargumenta su acusación al preguntarles si hay instancia en que es malo hacer el bien. La Ley verdadera en cuanto al día de reposo no tenía ninguna norma sobre sanar en el sábado, esto era lo que los fariseos y escribas habían inventado. Observe cómo Él sana al hombre solo con Su palabra. Jesús demuestra que siempre es bueno hacer el bien, incluso en el día de reposo.

7Jesús se retiró al mar con sus discípulos; y una gran multitud de Galilea le siguió; y también de Judea, 8de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidón; una gran multitud, que al oír todo lo que Jesús hacía, vino a Él. 9Y dijo a sus discípulos que le tuvieran lista una barca por causa de la multitud, para que no le oprimieran; 10porque había sanado a muchos, de manera que todos los que tenían aflicciones se le echaban encima para tocarle. 11Y siempre que los espíritus inmundos le veían, caían delante de Él y gritaban, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 12Y les advertía con insistencia que no revelaran su identidad.

Observa que los demonios gritarían solo al estar en Su presencia, y que no había límite a Su poder de sanación. Jesús callaba a los demonios porque no quería ni afirmación ni testimonio de Su divinidad proveniente de una fuente malvada.

13Y subió al monte, llamó a los que Él quiso, y ellos vinieron a Él. 14Y designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar, 15y para que tuvieran autoridad de expulsar demonios. 16Designó a los doce: Simón (a quien puso por nombre Pedro), 17Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa, hijos del trueno); 18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananita; 19y Judas Iscariote, el que también le entregó.

A Jesús le siguieron multitudes compuestas de los curiosos, los que querían denunciarlo, y discípulos con diferentes grados de fe y compromiso. En este momento elige 12 hombres que Él enseñará y entrenará personalmente a ser Sus testigos después de que ya no esté.

20Jesús llegó a una casa, y la multitud se juntó de nuevo, a tal punto que ellos ni siquiera podían comer. 21Cuando sus parientes oyeron esto, fueron para hacerse cargo de Él, porque decían: Está fuera de sí. 22Y los escribas que habían descendido de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios. 23Y llamándolos junto a sí, les hablaba en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? 24Y si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede perdurar. 25Y si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá permanecer. 26Y si Satanás se ha levantado contra sí mismo y está dividido, no puede permanecer, sino que ha llegado su fin. 27Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes si primero no lo ata; entonces podrá saquear su casa. 28En verdad os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias con que blasfemen, 29pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno. 30Porque decían: Tiene un espíritu inmundo.

La familia de Jesús ve las multitudes y las confrontaciones con enemigos peligrosos e intenta sacarlo de este ambiente, pensando que se ha vuelto loco. La situación se vuelve urgente cuando llegan adversarios aún más poderosos de Jerusalén. Lo acusan no simplemente de ser inestable, sino de ser poseído por el demonio "Beelzebú", un nombre del diablo, y de hacer Sus obras en cooperación y bajo el poder de Satanás mismo.

Jesús muestra cuan ilógico es este razonamiento. Argumenta que si Satanás está destruyendo a demonios entonces se está destruyendo a sí mismo. Era verdad que se estaban destruyendo a demonios (cuando milagrosamente echaba los demonios de las personas), pero Jesús muestra que esto no se hacía por el poder de Satanás. El Señor no estaba haciendo la obra de Satanás, la estaba destruyendo.

Jesús añade la advertencia de que la blasfemia en contra del Espíritu Santo no será perdonada. De acuerdo con la información en este pasaje, la blasfemia ocurre cuando el ministerio del Espíritu Santo se atribuye al diablo. En otras palabras, cuando alguien declara que Satanás es el responsable de las obras o bendiciones que se han recibido de Dios, están blasfemando contra el Espíritu Santo. En el caso de los escribas cuando confrontaron a Jesús, estaban diciendo que Sus enseñanzas y milagros (ambos obrados por medio del poder del Espíritu Santo, Hechos 10:38) efectivamente fueron hechos por el poder de Satanás.

Indicar que el Espíritu es un diablo va más allá de las enseñanzas y testimonio de Cristo, la misma persona y palabras que eventualmente nos guían a la salvación (Romanos 1:16). Si, en la mente de uno, la obra del Espíritu proviene del diablo, entonces ¿dónde se puede ir para encontrar la salvación? Al hacer esto la persona que blasfema destruye el mismo puente que lleva a la salvación y por consiguiente se le niega el perdón, no por la voluntad de Dios, sino porque ha negado a la persona que podría haberlo llevado al arrepentimiento, el Espíritu Santo (Juan 16:8).

31Entonces llegaron su madre y sus hermanos, y quedándose afuera, mandaron llamarle. 32Y había una multitud sentada alrededor de Él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan. 33Respondiéndoles Él, dijo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? 34Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 35Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano y hermana y madre.

Marcos vuelve a la escena donde Su familia quiere llevarse a Jesús a casa. Es probable que querían protegerlo del peligro que claramente estaba enfrentando.

Jesús responde a la noticia de sus intenciones con una charla sobre las relaciones. Su familia terrenal cree que sus vínculos familiares le dan el derecho de acercarse a Él y dictarle lo correcto y prudente dado las circunstancias. Jesús no defiende ni Su cordura ni doctrina. Simplemente señala Su familia verdadera, quienes hacen la voluntad de Dios. Estos, dice Él, son los que está relacionados con Él y entre ellos mismo de la única manera que cuenta, eternamente.

Resumen

En esta sección Marcos ha descrito a varias confrontaciones con los líderes religiosos como también un momento difícil con Su familia terrenal. El autor del evangelio describe la acusación y la respuesta de Jesús en estos momentos:

  1. Blasfemia (falta de respeto hacia Dios)
    1. Él era Dios.
  2. Inmoral (asociación con pecadores)
    1. Él servía a los pecadores.
  3. No espiritual (no guardaba las fiestas y tradiciones)
    1. Él discernía la verdadera voluntad de Dios.
  4. Desobediencia a las leyes de su religión
    1. Él obedecía las leyes de Dios, no las del hombre.
  5. Poseído por el diablo
    1. Él estaba lleno de la persona y el poder del Espíritu Santo.
  6. Desleal a Su familia debido a Su ministerio
    1. Él puso el reino de Dios en primer lugar

¿Suena conocido? ¿No es verdad que cristianos en cada generación luchan contra tradiciones humanas y tienen problemas con sus familias o la sociedad? ¿No son las mismas acusaciones de siempre? Si no lo son, a lo mejor algo anda mal.

Enseñanza mediante las parábolas — 4:1-34

Los milagros y las enseñanzas que provocan una serie de confrontaciones han terminado y Jesús cambia Su estilo de enseñanza para evitar más confrontaciones. Continúa enseñando, pero ahora usa parábolas para que solo sus discípulos y apóstoles podrán discernir, y no los incrédulos o Sus enemigos.

11Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas; 12para que viendo vean pero no perciban, y oyendo oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados.

La palabra parábola significa "poner al lado de; comparar." Es poner dos cosas uno al lado del otro para sacar una lección o entender algo. Jesús usaba historias que explicaban una idea o principio en el mundo físico para ayudarles a sus oidores entender ideas y principios paralelos en el mundo espiritual. En otras palabras, usó cosas que se podían ver para explicar cosas que no se podían ver.

Para que la parábola tuviese valor, el oidor tenía que entender la analogía. En la mayoría de las parábolas Jesús estaba usando situaciones físicas y humanas comunes para explicar el reino de Dios, o el reino del cielo. Su propósito era dar a la gente información práctica sobre este reino "espiritual": lo que era el reino, quien pertenecía al reino, cómo funcionaba y el papel de los miembros del reino.

El reino, según la descripción de Jesús, se compone de Dios y Su pueblo. Existe en la tierra por un tiempo definido y en el cielo por todos los tiempos. Mientras estaba en la tierra Jesús llamaba a las personas a entrar en el reino mediante Su prédica del evangelio. También describía la naturaleza del reino y el estilo de vida de aquellos que pertenecen al reino. Esto lo hacía mediante las parábolas.

En el capítulo 4 Marcos recuerda cuatro de estas parábolas.

La parábola del sembrador — 4:1-20

1Comenzó a enseñar de nuevo junto al mar; y se llegó a Él una multitud tan grande que tuvo que subirse a una barca que estaba en el mar, y se sentó; y toda la multitud estaba en tierra a la orilla del mar. 2Les enseñaba muchas cosas en parábolas; y les decía en su enseñanza: 3¡Oíd! He aquí, el sembrador salió a sembrar; 4 y aconteció que al sembrar, una parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. 5Otra parte cayó en un pedregal donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó por no tener profundidad de tierra. 6Pero cuando salió el sol, se quemó; y por no tener raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y desarrollándose, dieron fruto, y produjeron unas a treinta, otras a sesenta y otras a ciento por uno. 9Y Él decía: El que tiene oídos para oír, que oiga.

10Cuando se quedó solo, sus seguidores junto con los doce, le preguntaban sobre las parábolas. 11Y les decía: A vosotros os ha sido dado el misterio del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas; 12para que viendo vean pero no perciban, y oyendo oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados. 13Y les dijo: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, comprenderéis todas las parábolas? 14El sembrador siembra la palabra. 15Y estos que están junto al camino donde se siembra la palabra, son aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene Satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos. 16Y de igual manera, estos en que se sembró la semilla en pedregales son los que al oír la palabra enseguida la reciben con gozo; 17pero no tienen raíz profunda en sí mismos, sino que solo son temporales. Entonces, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan y caen. 18Otros son aquellos en los que se sembró la semilla entre los espinos; estos son los que han oído la palabra, 19pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril. 20Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno.

Esta parábola describe cómo uno se desarrolla o no se desarrolla en el reino (v. 20). Cuenta tanto la parábola como su explicación porque es similar a muchas otras: la entrada al y crecimiento en el reino están basados en cómo reaccionas a la palabra de Dios.

Aquellos que no entran o no les va bien son aquellos que tienen el corazón duro o no escuchan (por la vida pecaminosa que llevan, la incredulidad, etc.); aquellos que no tienen convicciones y no perseveran en la Palabra; o aquellos que se involucran demasiado en el mundo y olvidan o simplemente ignoran la Palabra. Estas personas tienen un problema de audición que les impide la entrada o la permanencia en el reino.

Los que entran y son exitosos en el reino son aquellos que oyen y responden como corresponde a la Palabra. Ellos entienden, creen y responden en obediencia a la Palabra. El grado de su respuesta en fe y obediencia determina cuán productivos son (treinta, sesenta, cien veces son las tazas de retorno posibles basadas en la fidelidad y obediencia de los oyentes).

La parábola de la lámpara — 4:21-22

21Y les decía: ¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un almud o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? 22Porque nada hay oculto, si no es para que sea manifestado; ni nada ha estado en secreto, sino para que salga a la luz.

En la siguiente parábola, Jesús continúa explorando la idea de dar fruto, pero cambia la figura para enfatizar otro punto.

  • Obediencia = Productividad (sembrador y semilla)
  • Productividad = Testimonio (la luz de la lámpara)

Cambia la imagen a lámparas para explicar que tu productividad en el reino producirá la luz necesaria para iluminar este mundo oscuro. El reino es un reino de luz y tu productividad es lo que produce dicha luz. Tu productividad tiene propósito y el propósito es dar luz (que es el propósito original de toda lámpara), por ende, la luz del reino es la productividad de sus miembros, y esa luz ayuda a que otros encuentren y entren en el reino.

En el versículo 22 Jesús advierte que nada se mantendrá secreto para siempre. Todo lo que hacemos será revelado ahora o después en el juicio. La luz del evangelio y la luz producida por nuestras obras, como quienes pertenecemos al reino, proveen la única luz que el mundo tiene por ahora. Sin embargo, cuando venga Jesús, Él escudriñará con la luz de la verdad los corazones de todo hombre.

Comentario de Jesús — 4:23-25

23Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. 24También les decía: Cuidaos de lo que oís. Con la medida con que midáis, se os medirá, y aun más se os dará. 25Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

Entre las parábolas Jesús da una advertencia a quienes lo escuchan. Si oyes, percibes o entiendes, entonces serás premiado basado en el grado de obediencia que muestras. Si respondes con una obediencia sincera y te sometes pacientemente a la Palabra, producirás una taza de retorno de treinta, sesenta, cien veces (dependiendo de tu madurez y destrezas espirituales).

Si oyes, entiendes y percibes, pero lo rechazas, o no actúas basado en los que has oído, perderás el entendimiento o iluminación que alguna vez tuviste. Entre menos base tienes para entender, menos podrás recibir. Jesús les está explicando que la habilidad de entender cosas espirituales es como un balde: si no lo llenas y lo usas, Dios lo remplazará con una serie de cubetas más y más pequeñas hasta que llegas al punto de solo poder contener muy poco de lo que Él tiene para entregarte, si acaso podrás mantener algo.

La parábola de crecimiento normal en el reino — 4:26-29

26Decía también: El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra, 27y se acuesta y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe. 28La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga. 29Y cuando el fruto lo permite, él enseguida mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega.

La parábola anterior se trataba de diferentes tipos de tierras. Esta parábola se trata de la semilla misma y cómo crece una vez sembrada. Jesús explica que una vez se siembra la semilla, el hombre no tiene control sobre su crecimiento. El crecimiento sucede aparte del esfuerzo del hombre que es, al final de todo, segar los resultados del crecimiento de la semilla. El sol, la lluvia y la cultivación ayuda en el crecimiento, pero la vida se encuentra en la semilla.

El paralelo espiritual aquí es que la semilla es la Palabra de Dios, y una vez sembrada por fe en el corazón y regada por la perseverancia, crece dentro del hombre para producir fruto espiritual. La Palabra tiene la vida (poder) que produce el fruto espiritual (amor, gozo, paz, paciencia, etc. – Gálatas 5:22-23). El hombre lo siega (exhibe y usa el fruto), pero no lo produce mediante su propia voluntad o esfuerzo.

La parábola del grano de mostaza — 4:30-32

30También decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos? 31Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra, 32sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que las aves del cielo pueden anidar bajo su sombra.

Jesús describió la tierra buena (el corazón creyente) y el poder de la semilla (la semilla produce el fruto, no el hombre). Ahora explicará la potencial que tiene el tipo de semilla que Él siembra. En comparación a la planta que produce, la semilla de dicha planta es pequeñísima pero la planta misma generalmente es mucho más grande y no se parece a la semilla que la produjo (p. ej. la semilla de la manzana es muy diferente a la manzana misma y del árbol que crece de esa pequeña semilla).

De la misma manera, la Palabra de Dios pueda parecer pequeña, y nuestra lectura de ella y nuestros esfuerzos de cumplir con ella puedan parecer humilde, pero mira los resultados a través de la historia como esta semilla ha producido un reino que ha sobrepasado a todo otro reino y continúa creciendo sin cesar (Daniel 2:31-35).

Resumen — 4:33-34

33Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, según podían oírla; 34y sin parábolas no les hablaba, sino que lo explicaba todo en privado a sus propios discípulos.

Marcos reitera por qué el Señor está enseñando de esta manera por ahora. Jesús se está enfocando en Sus discípulos, los que son creyentes. Aquellos que lo oyeron pero no creyeron en Él, como también los que esperaban una oportunidad para atacarlo, podían oír las palabras que estaba diciendo pero no podían entender y por ende, son neutralizados por el momento.

Mediante estas parábolas, entonces, Jesús explicó que el reino de Dios:

  • Empezó con la predicación de la Palabra.
  • Fue establecida por medio del creer y la obediencia a la Palabra.
  • Crecía mediante el poder de la Palabra en los corazones del hombre mientras perseveraban en ella (obedecían fielmente sus mandatos).
  • Tiene más potencial de lo que el hombre entendía (la diferencia entre la semilla de manzana y el manzano).

Además de esto, la noticia de un reino creciente fue entregada en parábolas para evitar la sospecha de los líderes religiosos judíos quienes no tolerarían ninguna amenaza a sus posiciones de poder dentro del sistema religioso judío.

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