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Sermón del monte

Discurso #1

En esta lección repasamos los cinco temas principales tratados por Jesús en su Sermón de la Montaña.
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Espero que se está acostumbrando a la manera en que estamos abordando el estudio del evangelio de Mateo. En este capítulo veremos el primer discurso que incluye el Sermón del Monte, llamado así por los versículos introductorios en Mateo 5.

El sermón del monte

1Y cuando vio las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a Él. 2Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:

El sermón del monte es una colección de temas que Jesús abordó en esta ocasión y que se mencionan parcialmente por otros autores de los evangelios (Lucas 6:17). Se lleva a cabo en una colina con vistas al Mar de Galilea. Hoy día hay una capilla allí y puedes ver la colina donde esto ocurrió. Quedaba cerca del pueblo de Capernaúm donde tanto Jesús como Pedro vivieron como adultos. Mateo dice que después de terminar este sermón o esta enseñanza bajó y después de sanar a varias personas de la multitud Jesús fue a la casa de Pedro y sanó a su suegra (Mateo 8:14-17).

El sermón aborda cinco temas importantes:

  • Las Bienaventuranzas – 5:1-16
  • La Ley – 5:17-48
  • La relación con Dios – 6:1-34
  • La relación con otros – 7:1-12
  • El camino a la vida – 7:13-29

Las bienaventuranzas

3Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. 4Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. 5Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra. 6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. 7Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. 8Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. 9Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. 10Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. 11Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. 12Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros. 13Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. 14Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; 15ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. 16Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

La palabra bienaventuranza no aparece en el Nuevo Testamento. Es una traducción de la palabra latín, "beatitudo" que significa bendecido, feliz o gozoso.

Se mencionan nueve y todos siguen la misma progresión: cada una empieza con una promesa, tratan cosas espirituales y se dirigen a personas que se encuentran en el reino de Dios. Las personas que no son cristianos no los entienden. Con las bienaventuranzas Jesús estaba usando un estilo de enseñanza que utilizaban los rabíes judíos al introducir sus enseñanzas con una pregunta o paradoja. Las bienaventuranzas eran contradicciones que desafiaban las nociones preconcebidas de la vida y filosofía (p.ej. los pobre en espíritu heredarán las riquezas del cielo; los que lloran serán consolados; los mansos, no los guerreros heredarán la tierra; los sedientos serán saciados).

Con las bienaventuranzas Jesús nos da una vista de la realidad espiritual que opera en el reino celestial. Estos son principios por los cuales nosotros, que estamos en el reino, operamos. Por ejemplo, quienes sufren persecución por el nombre de Cristo se regocijarán; esta no es una reacción normal de los que son perseguidos. Las personas que reciben este trato generalmente experimentan temor, enojo y el deseo de venganza, pero en el reino las leyes espirituales funcionan de tal manera que quienes sufren por Cristo se regocijan en el sufrimiento.

Los discípulos de Jesús quienes se dejan influenciar por estos principios se distinguen, como el sabor particular de la sal y la luz que el ojo ve. La distinción de los discípulos, caracterizados por los principios expuestos en las bienaventuranzas, es lo que los aparta de otros y lo que caracteriza el reino tal como la salinidad de la sal y la claridad de la luz. Esta particularidad que se perciba en vidas y obras buenas no solo caracteriza el reino, sino también revela la naturaleza de Dios al hombre caído. En las bienaventuranzas vemos al hombre en su estado regenerado, no como era, perdido sin Cristo.

La ley

17No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. 18Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. 19Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. 20Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 21Habéis oído que se dijo a los antepasados: «No matarás» y: «Cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte». 22Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: «Raca» a su hermano, será culpable delante de la corte suprema; y cualquiera que diga: «Idiota», será reo del infierno de fuego. 23Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25Reconcíliate pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo. 27Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio». 28Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. 29Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. 30Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala y échala de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno. 31También se dijo: «Cualquiera que repudie a su mujer, que le de carta de divorcio». 32Pero yo os digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio. 33También habéis oído que se dijo a los antepasados: «No jurarás falsamente, sino que cumplirás tus juramentos al Señor». 34Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello. 37Antes bien, sea vuestro hablar: «Sí, sí» o «No, no»; y lo que es más de esto, procede del mal. 38Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». 39Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. 41Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos. 42Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda. 43Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo». 44Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, 45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. 46Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? 47Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? 48Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

El versículo clave en este discurso es el versículo 20, y revela que la virtud superior de los discípulos es la cualidad que los distingue y los hace útiles para el reino.

Esta sección del 5:17-48 hace una serie de comparaciones entre lo que los maestros de la ley les había enseñado, "...habéis oído que se dijo..." y la esencia de las enseñanzas y el espíritu de la Ley dada por Él que originalmente entregó la ley a Moisés, Jesús mismo (1 Corintios 10:4).

Jesús comenta sobre cinco áreas de las enseñanzas de la Ley de Moisés que habían recibido de sus maestros y los compara con la esencia verdadera de la enseñanza dada por Él mismo.

1. El homicidio (v. 21)

El tomar una vida injustificadamente era malo. Jesús identifica el crimen a los principios del enojo y resentimiento hacia otros, y que el guardar la Ley significaba un esfuerzo consciente hacia la reconciliación, no solo evitar el extremo del homicidio.

2. El adulterio (v. 27)

Se les había enseñado a manipular la Ley para justificar su adulterio con un divorcio fácil. Con tan solo entregarle a mi esposa un "certificado de divorcio" no peco al divorciarla. Una vez más Jesús indica que el pecado yace en la impureza del corazón y el guardar la Ley debía ser un esfuerzo en controlar el cuerpo de uno, no en manipular la Ley sobre el matrimonio y el divorcio. Está explicando donde empieza el verdadero pecado y lo que realmente significaba guardar la Ley.

3. Los votos (v. 33)

Los judíos tenían una manera compleja de hacer ciertos votos que podían romper cuando les resultaba inconveniente. Jesús revela que los votos no son necesarios cuando uno tiene un corazón honesto. La Ley se basaba en un corazón honesto, no en tecnicismos para evitar cumplir con la promesa.

4. La justicia (v. 38)

Su sistema dependía de la Ley como un instrumento para la restitución y un cubierto para la venganza. Jesús les enseñó que el principio superior de la Ley era la misericordia, no simplemente la justicia o la venganza.

5. El nacionalismo (v. 43)

Usaban la Ley como una barrera para protegerse y excluir a otros. Jesús les mostró que un propósito de la Ley era de revelar la bondad de Dios al hombre, que el ser como Dios significaba mostrar misericordia y justicia al desconocido.

Relación con Dios

1Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 3Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, 4para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 5Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 6Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 7Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. 8Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis. 9Vosotros, pues, orad de esta manera: «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. 11Danos hoy el pan nuestro de cada día. 12Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. 13Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén». 14Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. 15Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones. 16Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. 17Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 19No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; 20sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; 21porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. 22La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. 23Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad! 24Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 25Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? 26Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? 27¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? 28Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; 29pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de estos. 30Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? 31Por tanto, no os preocupéis, diciendo: «¿Qué comeremos?» o «¿qué beberemos?» o «¿con qué nos vestiremos?». 32Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. 33Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.

Les enseña cómo tener una relación adecuada con el Dios del cielo.

  • Versículos 1-4: Practique tu bondad hacia Dios con el propósito de agradar a Dios no al hombre.
  • Versículos 5-18: Ore a Dios para comunicarte con Él, no para impresionar a otros con tu piedad.
  • Versículos 19-34: Confíe en Dios para la provisión de todas tus necesidades físicas y espirituales, un día a la vez.

Los anima a entender la naturaleza del reino al enseñarles mediante la bienaventuranzas. Les muestra que la calidad de vida que deben intentar de alcanzar es ser sal y luz de la tierra (esta es la esencia de la Ley), y ahora les guía con maneras prácticas de tener una relación significativa con Dios.

Relación con otros

1No juzguéis para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. 3¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo puedes decir a tu hermano: «Déjame sacarte la mota del ojo», cuando la viga está en tu ojo? 5¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano. 6No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen. 7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, 10o si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden? 12Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

Los elementos de una relación adecuada con Dios son seguidos por las maneras principales de tener una relación bendecida entre personas que están en el reino.

  • Versículo 12: Sobre este principio se basa toda la enseñanza en la Ley y los Profetas en cuanto a cómo debemos tratarnos para recibir bendiciones y agradar a Dios.

El camino a la Vida

13Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. 14Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. 15Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? 17Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos. 18Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. 19Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego. 20Así que, por sus frutos los conoceréis. 21No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?». 23Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad». 24Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; 25y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. 26Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; 27y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción. 28Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza; 29porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas.

Habiendo expuesto los parámetros del reino y sus asuntos internos, Jesús explica la manera de entrar en una relación con el Padre en el reino del cielo:

  1. Entre por la puerta angosta de Cristo. Más adelante, en Su crucifixión, los discípulos entenderán cuán angosta y difícil es el camino por esta puerta. Jesús es la única puerta y la fe es la única manera de entrar por ella (por eso es tan angosta).
  2. Cuidado con los falsos profetas quienes no producen ni las enseñanzas ni el fruto del reino de Cristo. Así reconocerás que son falsos, porque no tienen ni el fruto ni las enseñanzas. Los profetas verdaderos tienen el fruto y las enseñanzas. El cristianismo o cualquier religión se juzga por el fruto producido de sus enseñanzas.
  3. No puedes solo oír las palabras de Cristo, debes actuar sobre ellas para entrar. Muchos son llamados pero pocos son los elegidos (versículos 28-29). Muchos escucharon todo lo que dijo ese día y se asombraron, pero pocos entraron por la puerta angosta de la fe en Él.
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