Salmos penitenciales

By: Mike Mazzalongo     Posted: mayo 2017
Los salmos penitenciales registran expresiones de lamento personal y confesión de pecado por parte del salmista.

Los salmos penitenciales son expresiones de lamento individual que, en ocasiones, incluyen una confesión de pecado por parte del salmista. Son salmos donde el autor ve que sus propios pecados han contribuido a generar los problemas que enfrenta (por ejemplo, enfermedad, enemigos, castigo, etc.) y, por lo tanto, pide a Dios eliminarlos, mientras busca el perdón. En los Salmos penitenciales el autor admite que Dios es un Dios de misericordia y bondad. El término "amor firme" se usa a menudo en referencia a esa cualidad de la naturaleza de Dios, que continúa amando y bendiciendo sin importar la respuesta del pecador. Es el tipo de amor que Dios extiende mientras estamos separados de Él por el pecado, la indiferencia o la ignorancia. El amor inquebrantable de Dios es la razón por la que debemos acudir a Él con confianza, incluso cuando somos culpables de pecado.

En algunos de los salmos penitenciales el escritor declara que tiene que sufrir a pesar de su inocencia, y pide a Dios un indulto. En un salmo, el autor desafía a Dios a maldecirle si no encuentra que es inocente (Salmos 7:3-5, similar a Job).

Los salmos penitenciales suelen seguir un guión o formato establecido:

  1. Un grito de ayuda (curación, perdón, rescate).
  2. Una declaración de estado o condición (sobre la salud o el peligro).
  3. Un llamamiento renovado de ayuda, en términos específicos (para una mejor salud, destrucción del enemigo, limpieza).

Aunque algunos salmos ven al autor como una víctima inocente, la mayoría de los penitenciales reconocen la relación entre los pecados del autor y los sufrimientos que experimenta. Estos salmos son apelaciones a un Dios que perdona, para la eliminación de los pecados y de los problemas asociados a ellos.

Salmos penitenciales: ejemplos

Salmo 6 - Un grito de un hombre enfermo

1Señor, no me reprendas en tu ira,
ni me castigues en tu furor.
2Ten piedad de mí, Señor, pues languidezco;
sáname, Señor, porque mis huesos se estremecen.
3Mi alma también está muy angustiada;
y tú, oh Señor, ¿hasta cuándo?
4Vuélvete, Señor, rescata mi alma;
sálvame por tu misericordia.
5Porque no hay en la muerte memoria de ti;
en el Seol, ¿quién te dará gracias?
- Salmos 6:1-5

Este salmo es un grito de auxilio de un hombre enfermo. La expresión "cuánto tiempo" aparece más de 50 veces en las Escrituras; 16 de éstas, en los salmos. Este hombre ve su enfermedad como una señal del descontento de Dios con él y busca el perdón. Cree que se está muriendo y tiene miedo de morir teniendo a Dios como enemigo.

6Cansado estoy de mis gemidos;
todas las noches inundo de llanto mi lecho,
con mis lágrimas riego mi cama.
7Se consumen de sufrir mis ojos;
han envejecido a causa de todos mis adversarios.
- Salmos 6:6-7

Describe su condición debilitada y enfermiza, y el estado de luto de su alma (deprimido, temeroso y triste).

8Apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad,
porque el Señor ha oído la voz de mi llanto.
9El Señor ha escuchado mi súplica;
el Señor recibe mi oración.
10Todos mis enemigos serán avergonzados
y se turbarán en gran manera;
se volverán, y de repente serán avergonzados.
- Salmos 6:8-10

En un momento determinado se da cuenta que Dios ha escuchado su oración. Puede haber estado pidiendo una señal para que su oración fuera escuchada (algún tipo de consuelo o curación) y ahora tiene confianza que Dios no le ha dado la espalda. Antes, los enemigos del autor se regocijaban de su enfermedad y le acusaban de algún tipo de mal como causa. Ahora que ha sido rehabilitado, sin embargo, quedarán avergonzados por haberle acusado falsamente.

Salmo 143 - Una oración por la liberación de los enemigos

1Oh Señor, escucha mi oración,
presta oído a mis súplicas,
respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia;
2y no entres en juicio con tu siervo,
porque no es justo delante de ti ningún viviente.
- Salmos 143:1-2

Este es un salmo de David, y en él somos testigos del grito de auxilio de este gran rey humilde. Hay un reconocimiento de su indignidad y una petición de audiencia misericordiosa, a pesar de ello.

La lección principal que nos enseña este salmo es que podemos apelar siempre a Dios en busca de ayuda, a pesar de nuestras faltas, porque Su disposición a escuchar nuestras oraciones no se fundamenta en nuestra justicia. Dios escucha nuestras súplicas porque Él es amable, misericordioso y dispuesto a escucharnos.

3Pues el enemigo ha perseguido mi alma,
ha aplastado mi vida contra la tierra;
me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos.
4Y en mí languidece mi espíritu;
mi corazón está consternado dentro de mí.
- Salmos 143:3-4

El salmista explica que está rodeado por el enemigo, aplastado y derrotado. Está desanimado, rozando la desesperación, y su miedo está a punto de abrumarle. Este salmo fue escrito en una época en que Saúl, el primer rey de Israel, hizo numerosos intentos de matar a David, en un esfuerzo desesperado por frustrar el plan de Dios para removerlo como rey (Saul) y reemplazarlo por David.

5Me acuerdo de los días antiguos,
en todas tus obras medito,
reflexiono en la obra de tus manos.
6A ti extiendo mis manos;
mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah)
- Salmos 143:5-6

David reflexiona sobre los actos de misericordia anteriores de Dios. Sabe que Dios le ha ayudado en el pasado (matando osos y leones para proteger a su rebaño y derrotando al gigante Goliat – 1 Samuel 17), y puede volver a hacerlo.

Nuestra fe se renueva cuando recordamos cómo Dios nos ayudó y rescató en el pasado.

7Respóndeme pronto, oh Señor, porque mi espíritu desfallece;
no escondas de mí tu rostro,
para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura.
8Por la mañana hazme oír tu misericordia,
porque en ti confío;
enséñame el camino por el que debo andar,
pues a ti elevo mi alma.
9Líbrame de mis enemigos, oh Señor;
en ti me refugio.
10Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios;
tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.
11Por amor a tu nombre, Señor, vivifícame;
por tu justicia, saca mi alma de la angustia.
12Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos,
y destruye a todos los que afligen mi alma;
pues yo soy tu siervo.
- Salmos 143:7-12

Aquí vemos las nuevas peticiones de David para la liberación. En los versículos 7-8, pide que el favor de Dios no le sea negado. Lo suyo no es sólo miedo a morir, sino a morir sin el favor de Dios. El versículo 9 es una llamada a la liberación de los enemigos físicos. El versículo 10 es un llamamiento para tener oportunidad de servir a Dios y obedecerle. En el versículo 11, hace un llamamiento a la paz mental y a la alegría. Finalmente, en el versículo 12 apela a la destrucción de los enemigos.

Salmo 51 - La oración de perdón de un pecador

Este salmo fue escrito como resultado de la aventura de David con Betsabé (David sedujo a la esposa de uno de sus comandantes y trató de cubrir el embarazo resultante haciendo que su esposo fuera asesinado deliberadamente - 2 Samuel 11). Durante un año permaneció David impenitente, pero tras ser confrontado por el profeta Natán por sus pecados, acaba derramando su corazón ante Dios en este salmo penitencial.

1Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones.
2Lávame por completo de mi maldad,
y límpiame de mi pecado.
3Porque yo reconozco mis transgresiones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
4Contra ti, contra ti solo he pecado,
y he hecho lo malo delante de tus ojos,
de manera que eres justo cuando hablas,
y sin reproche cuando juzgas.
5He aquí, yo nací en iniquidad,
y en pecado me concibió mi madre.
6He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo,
y en lo secreto me harás conocer sabiduría.
7Purifícame con hisopo, y seré limpio;
lávame, y seré más blanco que la nieve.
8Hazme oír gozo y alegría;
que se regocijen los huesos que has quebrantado.
9Esconde tu rostro de mis pecados,
y borra todas mis iniquidades.
- Salmos 51:1-9

Es un fuerte clamor de perdón. Dios ha seguido amando a David, a pesar de sus pecados, y en ello basa su petición. Es el amor inquebrantable de Dios el que nos da esperanza para presentarnos ante Él a pedirle perdón. Fue la actitud de humildad de David, al reconocer su culpabilidad, la que le permitió presentarse ante Dios a pesar de sus terribles pecados.

Obsérvense las ideas sinónimas para el perdón contenidas en este salmo:

  • Borra las transgresiones - versículo 1.
  • Lávame de la iniquidad/límpiame del pecado - versículo 2.
  • Purifícame - versículo 7.
  • Esconde tu rostro de mi pecado - versículo 9.
  • Crear un corazón limpio - versículo 10.
  • No me deseches - versículo 11.
  • No quites de mí el Espíritu Santo - versículo 11.
  • Devuélveme el gozo - versículo 12.
  • Líbrame - versículo 14.

Nótese también que el versículo 5 ha sido utilizado por algunos teólogos (por ejemplo, San Agustín, obispo de Hipona, 354-430 DC) para sostener la idea del "pecado original". Sin embargo, los escritores del Antiguo Testamento nunca especularon sobre el origen del pecado, sólo sobre el hecho de que fuera compañero siempre presente en la naturaleza del hombre. David reconoce que ha sido un pecador toda su vida. Él era pecador, y su madre también lo era cuando cuando le dio a luz.

En su clamor por perdón, David reconoce que es y siempre ha sido un pecador, y en el asunto con Betsabé es responsable de pecar gravemente contra Dios, y Dios queda justificado al juzgarlo y condenarlo. David clama al Señor perdón y limpieza, porque sabe que Dios tiene una naturaleza misericordiosa, absolutoria y desea que sea puro.

10Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11No me eches de tu presencia,
y no quites de mí tu santo Espíritu.
12Restitúyeme el gozo de tu salvación,
y sostenme con un espíritu de poder.
- Salmos 51:10-12

Aquí, David expone su condición y necesidades; la principal, tener un corazón nuevo y receptivo que desee hacer la voluntad de Dios con entusiasmo (el principal problema). Y es que el arrepentimiento y el reconocimiento del pecado traen el perdón, y el perdón provoca esa renovación y celo por hacer la voluntad de Dios. Sólo nos hacemos daño cuando nos negamos a responder al Espíritu de Dios.

13Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
y los pecadores se convertirán a ti.
14Líbrame de delitos de sangre, oh Dios, Dios de mi salvación;
entonces mi lengua cantará con gozo tu justicia.
15Abre mis labios, oh Señor,
para que mi boca anuncie tu alabanza.
16Porque no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería;
no te agrada el holocausto.
17Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito;
al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.
- Salmos 51:13-17

El autor formula propósitos sobre el tipo de vida que llevará cuando sea perdonado. Enseñará a otros pecadores sobre el amor y el perdón de Dios (versículo 13). Alabará a Dios por Su misericordia (versículos 14-15). Permanecerá humilde y obediente (versículos 16-17).

18Haz bien con tu benevolencia a Sión;
edifica los muros de Jerusalén.
19Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
el holocausto y el sacrificio perfecto;
entonces se ofrecerán novillos sobre tu altar.
- Salmos 51:18-19

Los versículos 18-19 fueron agregados por otro autor en una fecha posterior, como testimonio de los exiliados que regresan del cautiverio extranjero (culpables también de adulterio espiritual) pues el perdón de Dios se hizo evidente por su restauración y regreso a Jerusalén, así como por la reconstrucción de esa ciudad.

Salmos 32 - El gozo del pecador al ser perdonado

En el Salmo 51, David hizo la promesa al Señor de que pasaría el resto de su vida contando a otros sobre la salvación de Dios, para que los pecadores se conviertan. Este salmo da cuenta de ese esfuerzo y vuelve a explicar la historia de su restauración, ahora desde una perspectiva más íntima.

1¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada,
cuyo pecado es cubierto!
2¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad,
y en cuyo espíritu no hay engaño!
- Salmos 32:1-2

David describe la bienaventuranza del perdón (nótense los sinónimos de la palabra perdonado: pecado cubierto, no atribución de iniquidad, inexistencia de engaño). El escritor proclama que la felicidad se produce cuando se sabe que Dios ha perdonado, no condenará, ha cubierto los pecados para ocultarlos o excusarlos.

3Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió
con mi gemir durante todo el día.
4Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí;
mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah)
5Te manifesté mi pecado,
y no encubrí mi iniquidad.
Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor;
y tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)
- Salmos 32:3-5

El perdón no se concede ni se obtiene excusando u ocultando el pecado. Esto, dice el autor, sólo produce más culpa y enfermedad. David reconoce que el perdón no se alcanza negando obstinadamente la culpa, sino a través de una admisión abierta y humilde de nuestras malas acciones. La gracia de Dios cubre los pecados que no conocemos, así como los que sabemos y los que enfrentamos, pero no excusa los que conocemos y obstinadamente nos negamos a reconocer o abandonar.

6Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado;
ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán estas a él.
7Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás;
con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)
8Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar;
te aconsejaré con mis ojos puestos en ti.
9No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento;
cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos,
porque si no, no se acercan a ti.
10Muchos son los dolores del impío,
pero al que confía en el Señor, la misericordia lo rodeará.
11Alegraos en el Señor y regocijaos, justos;
dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.
- Salmos 32:6-11

Debemos tener confianza en la oración. Dios responde y protege a todos los que le invocan en oración, pero rechaza los que son tercos y se niegan a acercarse. David ilustra la diferencia entre estos dos, contrastando al que se arrepiente con el que permanece impenitente: la persona arrepentida puede aprender y se acerca a Dios; la otra (como una mula) necesita ser sometida con medidas más duras. Los que confían en Dios para obtener el perdón serán recompensados, no sólo con el perdón, sino con un espíritu renovado y la alegría que acompaña también; en cambio, aquellos que no se arrepientan estarán rodeados de tristeza.

El perdón es algo gozoso, mas sólo se obtiene a través del reconocimiento honesto y humilde del pecado personal, y en el confiar en un Dios amoroso y misericordioso.

Resumen

Los salmos penitenciales eran un clamor personal a Dios pidiendo ayuda en tiempos de enfermedad y dificultad. Los autores de este tipo de salmos reconocieron la relación entre sus propios pecados y los problemas que padecieron y, en consecuencia, piden el perdón y el alivio de sus particulares dificultades. Siempre es posible el perdón para un Dios amoroso y misericordioso, incluso por la más vil de las ofensas, pero requiere arrepentimiento sincero desde un corazón humilde para recibirlo.

Los salmos penitenciales tenían un formato:

  1. Un clamor de auxilio.
  2. Una declaración explicando el problema.
  3. Una petición renovada de ayuda a lo largo del salmo.
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