Salmos de adoración
Desde el principio de los tiempos, Dios y el hombre han mantenido un lugar donde reunirse para continuar su relación. Para Adán y Eva fue el escenario natural e informal del Jardín, que reflejaba la relación abierta y libre que existía entre ellos y su Creador. Una vez fueron expulsados de este lugar, a causa del pecado, vemos a los descendientes de Adán acercarse a Dios en el altar del sacrificio, para encontrarse con Él, aunque nunca más ya sin un recordatorio de que el pecado y la muerte les separó.
Muchos siglos después, Moisés construyó el tabernáculo en el desierto, de acuerdo con las instrucciones de Dios. Y gracias a ello, Dios podía ser visto morando entre la gente. El recordatorio del pecado y de la muerte todavía estaba presente, si bien a través de la obra de los sacerdotes que mediaban sacrificios en nombre del pueblo, no tuvieron que buscarLe, permanecía siempre entre ellos.
Cuando los israelitas se establecieron en la Tierra Prometida, tuvieron un gran deseo de construir un templo como lugar de reunión permanente entre Dios y ellos. El rey David fue el primero en desearlo y estaba decidido a construir un templo, pero Dios impidió este plan a causa de su vida violenta (2 Crónicas 22:6-9). Se le concedió a Salomón, su hijo, quien completó esta tarea y, bajo su supervisión, se construyó finalmente el glorioso Templo de Jerusalén (aproximadamente en 931 AC).
El Templo representaba muchas cosas para los judíos:
- La presencia continua de Dios entre el pueblo.
- La afirmación de que era un pueblo elegido (porque Dios habitaba entre ellos).
- Un recordatorio continuo de que sus pecados recibían respuesta por Dios.
- Una confirmación de que el trono del rey era legítimo y eterno.
David estableció Jerusalén, no sólo como lugar donde moraba el rey de Israel, sino también donde se ubicaría el Templo, creando de este modo un doble significado para esta ciudad en la mente del pueblo. La presencia del Templo validó el trono y la ubicación del trono confirmó el vínculo divino entre el rey de Israel y el Dios del pueblo Judío.
Los judíos tenían siete fiestas principales a lo largo del año, y el Templo era el punto focal de estas celebraciones. Antes del establecimiento de las sinagogas, el Templo en Jerusalén era el lugar principal de celebración, adoración, reunión y encuentro con Dios. Estas fiestas atraían a miles de Judíos de Israel, así como a peregrinos de todas partes del mundo. Para algunos, era una visita anual (por ejemplo, José y María - Lucas 2:41-52), para otro, era un evento único en la vida (Reina de Saba - 1 Reyes 10:1-13). En todo caso, la peregrinación a la ciudad santa constituía un acontecimiento emocionante y, como resultado de ello, se escribieron muchos salmos sobre la experiencia de viajar o adorar en el Templo de Salomón, en Jerusalén.
Los salmos que tratan esta temática son denominados "salmos de adoración".
Salmo 24
El Salmo 24 combina un salmo de sabiduría y uno de adoración en un mismo poema. Los versículos 1-6 están escritos al estilo de "sabiduría" y detalla el carácter del que adora, formulándose la pregunta: "¿Quién es digno de ir y adorar a Dios?"
1Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella;
el mundo y los que en él habitan.
2Porque Él la fundó sobre los mares,
y la asentó sobre los ríos.
- Salmos 24:1-2
David comienza estableciendo la soberanía y posición de Dios como creador.
3¿Quién subirá al monte del Señor?
¿Y quién podrá estar en su lugar santo?
Aquí, se plantea la pregunta principal: "¿Quién puede subir a la ciudad y encontrarse con Dios, y adorarle en el Santo lugar?" Ascender la colina / pararse en el Lugar Santo (obsérvese el paralelismo sinónimo).
4El de manos limpias y corazón puro;
el que no ha alzado su alma a la falsedad,
ni jurado con engaño.
La respuesta dada es que, quien es santo y sincero, es digno de ser: santo en sus obras (manos), santo en sus pensamientos (corazón), sincero hacia Dios (no llevando su alma a falsedad), y sincero para con el hombre (no jurando con engaño).
5Ese recibirá bendición del Señor,
y justicia del Dios de su salvación.
Esta persona será considerada justa ante Dios. Ésta será su bendición, la del Dios que lo salva. Esta justicia es la que permite a uno estar ante Dios y adorarLe (en el Templo).
6Tal es la generación de los que le buscan,
de los que buscan tu rostro, como Jacob. (Selah)
Este es el tipo de personas que pueden venir y adorar a Dios. Son los hijos de Jacob (por implicación, los verdaderos hijos de Abraham y los destinatarios de la promesa que Dios le hizo - Génesis 12:1-3).
El resto (versículos 7-10) constituye un salmo de adoración. Utiliza un estilo antifonal (canto del tipo respuesta) entre cantores que se situaron en la entrada de la ciudad en el momento que David llevó el Arca a descansar a Jerusalén (2 Samuel 6:12-15).
7Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
alzaos vosotras, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria.
El primer grupo se acerca a las puertas de la ciudad y canta a los centinelas que hay dentro, para que abran las puertas y dejen entrar al Señor (Arca) a la ciudad.
8a¿Quién es este Rey de la gloria?
Los que responden, desde dentro, formulan la pregunta, "¿Quién es este ¿Rey? ¿Es David?"
8b El Señor, fuerte y poderoso;
el Señor, poderoso en batalla.
El Señor es el rey de la gloria, Él es quien da fuerza en la batalla y en la victoria.
9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
alzadlas, puertas eternas,
para que entre el Rey de la gloria.
Una repetición de la pregunta original.
10a¿Quién es este Rey de la gloria?
Respuesta.
10bEl Señor de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria. (Selah)
Confirmación de que el Señor de los Ejércitos (un título divino) es el Rey de la gloria que quiere entrar.
La palabra "Selah" aparece 71 veces en el libro de los Salmos, si bien no se conoce su significado exacto. La mayoría de los eruditos cree que es una instrucción para que el lector se detenga y reflexione sobre lo que ha sido escrito; otros opinan que puede ser una instrucción musical dirigida a los cantores.
Este salmo no solo alaba a Dios, sino que es descriptivo del tipo de actividad en torno al culto que se llevaba a cabo en un marco histórico. Fue utilizado para una ocasión especial de adoración (música especialmente diseñada para la ocasión).
Salmo 84
El Salmo 84 se considera un ejemplo excelente de salmo de adoración. Hay diferencias de opinión en cuanto a la ocasión de su redacción. Algunos afirman que el autor quedó impedido de ir a la peregrinación y, por lo tanto, estaba recordando una anterior con deleite. Otros opinan que el autor está describiendo la alegría y experiencia vivida en su visita realizada al Templo. A pesar de la incertidumbre sobre las circunstancias en que fue escrito, este salmo logra describir la especial alegría que siente este peregrino cuando visita y adora en el Templo de Jerusalén.
1¡Cuán preciosas son tus moradas,
oh Señor de los ejércitos!
2Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo.
El autor anhela llegar y estar en el lugar donde pueda adorar a Dios. Su deseo no es necesariamente por el lugar en sí, sino por la experiencia de estar en la presencia del Señor allí.
3Aun el ave ha hallado casa,
y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos:
¡tus altares, oh Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío!
4¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa!
Continuamente te alaban. (Selah)
Contempla la alegría de los que encuentran seguridad en este entorno (grandes y pequeños). Los pájaros hacen nidos en las esquinas y grietas, los pecadores hacen expiación por sus fechorías en los altares. Cada uno, encontrando un lugar y una manera de pertenecer y ser consolado.
5¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti,
en cuyo corazón están los caminos a Sión!
6Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial,
también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones.
7Van de poder en poder,
cada uno de ellos comparece ante Dios en Sión.
Reflexiona sobre las dificultades del viaje y las considera pequeñas comparadas con la alegría de llegar y estar en presencia de Dios. Menciona el valle de Baca (valle de llanto o lágrimas), que era un tramo de tierra seca en el camino, donde no se podía encontrar agua. Este y otros obstáculos en el viaje le ayudan simplemente a volverse más fuerte, a medida que se acerca a su destino.
Los creyentes tienen una experiencia similar a medida que se acercan a Dios. Encuentran la fuerza para superar las dificultades que, al final, parecen insignificantes si se comparan con la alegría que les espera cuando se hallen en presencia del Señor.
8¡Oh Señor, Dios de los ejércitos, oye mi oración;
escucha, oh Dios de Jacob! (Selah)
9Mira, oh Dios, escudo nuestro,
y contempla el rostro de tu ungido.
El peregrino, ahora, formula su oración y petición. Aquí es donde el recurso al paralelismo nos ayuda a comprender el auténtico significado que pretende el autor. En el versículo 9a pide a Dios que se detenga (que bendiga o proteja) el escudo del pueblo. En el versículo 9b pide a Dios que mire (es decir, bendiga o proteja) el rostro del ungido (el que Dios ha ungido). Esta es una referencia al rey, que es el escudo (protector) del pueblo, y el ungido de Dios para esta tarea. Los versículos 8 y 9 son, ambos, ejemplos de sinónimos paralelos: uno repitiendo el discurso a Dios, y el otro repitiendo la petición a Dios.
Por tanto, el peregrino reza por la bendición y protección del rey (el ungido del Señor), pues es a través de su intermediación que puede recorrer la tierra de un modo seguro y venir a adorar. El rey (ungido) es un escudo (protector) para el pueblo (ejemplo, 2 Timoteo 2:1-2). Encontramos también un paralelismo mesiánico, aquí: Jesús, nuestro Mesías (el Ungido) es tanto nuestro rey como nuestro escudo (protector).
10Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios
que morar en las tiendas de impiedad.
11Porque sol y escudo es el Señor Dios;
gracia y gloria da el Señor;
nada bueno niega a los que andan en integridad.
12Oh Señor de los ejércitos,
¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!
El peregrino termina su salmo con alabanza a Aquel que ocupa el Templo, quien hace que la peregrinación sea alegre, satisfactoria y posible. Alaba a Dios por varias razones: porque el Señor es escudo; porque el Señor es sol y lumbrera de su camino; porque el Señor bendice a los justos; porque el hombre que confía en el Señor es un hombre verdaderamente feliz.
El autor completa su salmo reflexionando sobre el porqué se siente él mismo lleno de alegría: es un hombre que confía en Dios y está cosechando las recompensas de esta confianza.
Salmo 122
Este es otro canto del peregrino que describe el sentimiento que vive cuando llega a Jerusalén y al Templo:
1Yo me alegré cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Señor.
2Plantados están nuestros pies
dentro de tus puertas, oh Jerusalén.
Aquí, el escritor describe tanto los sentimientos de anticipación y alegría que siente cuando se prepara para viajar, y cuando llega finalmente al destino de su peregrinaje.
3Jerusalén, que está edificada
como ciudad compacta, bien unida,
4a la cual suben las tribus, las tribus del Señor,
(lo cual es ordenanza para Israel)
para alabar el nombre del Señor.
5Porque allí se establecieron tronos para juicio,
los tronos de la casa de David.
Se maravilla con el significado, el diseño y la historia de la ciudad. Contempla la belleza del Templo y la importancia de la actividad que allí se desarrolla (ministerio de los sacerdotes ofreciendo sacrificios, etc). Con su oración da gracias por la historia y el señorío proveniente de esta ciudad, comenzando con David y que, según la promesa de Dios, continuará para siempre. Para este hombre, Jerusalén es la ciudad eterna de Dios y queda asombrado cuando finalmente llega al destino de su peregrinaje:
6Orad por la paz de Jerusalén:
Sean prosperados los que te aman.
7Haya paz dentro de tus muros,
y prosperidad en tus palacios.
8Por amor de mis hermanos y de mis amigos
diré ahora: Sea la paz en ti.
9Por amor de la casa del Señor nuestro Dios
procuraré tu bien.
Vino con la intención de orar y regocijarse ante Dios, pero ahora se siente llevado a ofrecer una bendición sobre la propia ciudad. Ora para que haya paz sobre Jerusalén y para que los que la aman y la hacen prosperar sean benditos. Profundiza también en su propio compromiso de servirlo (y por extensión, un compromiso de servir al Señor mismo).
Observamos a un hombre que viene al Templo con un corazón alegre y se siente movido por la presencia de Dios a volver a dedicarse a Él (muy parecido a "dar un paso al frente" que muchos cristianos han hecho durante un servicio de adoración). Una enseñanza general que podemos extraer de este salmo es que el impulso a dedicarnos -nosotros y nuestras vidas- a Dios es algo que experimentamos cuando estamos en la presencia del Señor y que todos creyentes han sentido a través del tiempo.