La enseñanza final de Jesús - parte 4
Estamos estudiando a Jesús y cómo Juan lo retrata en su evangelio. Tan solo un recordatorio para señalar que, a lo largo de este evangelio, Juan ha seguido un cierto ciclo al presentar a Jesús como el Hijo divino de Dios:
- Primero, detalla los milagros y las enseñanzas de Jesús a lo largo de Su ministerio.
- A continuación, registra cómo Jesús anima a su audiencia y seguidores, para que crean en Él como el Cristo divino.
- Luego, muestra cómo reacciona la gente -con creencia o incredulidad- a las palabras, acciones y afirmaciones del Señor.
No resulta distinta esta última escena, en la que Jesús enseña y anima a Sus Apóstoles por última vez antes de Su muerte. Incluso en este momento crítico, mientras los prepara para Su partida, continúa empujándoles a creer en él, pero esta vez les insta a seguir creyendo porque Su sufrimiento y muerte, así como el rechazo y persecución que sufrirán ellos mismos ejercerá mucha presión sobre su fe.
Les ha advertido de la persecución que se avecina y les ha prometido que el Espíritu Santo les será enviado para tranquilizarles, empoderarles y capacitarles para llevar a cabo el ministerio que les ha encomendado.
Jesús les ha facilitado incluso una descripción general de lo que el Espíritu Santo acometerá a través de ellos y de sus descendientes espirituales, que continuarán con la palabra del evangelio hasta que Él regrese.
De una manera críptica les dice que, a pesar de su crisis de fe y de su persecución, el Espíritu Santo sentenciará al mundo por el pecado de incredulidad, de buscar estar a bien con Dios sin la cruz de Cristo, de no prepararse para el juicio, incluso una vez el juicio y la condena de Satanás ya se hayan hecho públicos a través de la revelación de las Escrituras. Todas estas cosas serán acometidas por el Espíritu Santo gracias a ellos y a aquellos que les sigan en la fe.
Una vez completada Su enseñanza y habiendo dado ánimos, Jesús, presidiendo la Pascua y como líder, aprovecha esta última oportunidad de orar por Sus Apóstoles antes de ser arrestado y llevado para ser ejecutado.
Una vez hayan salido del aposento alto y vayan al Jardín de Getsemaní, orará por Sí mismo y por Su propia lucha, pero por ahora ora por ellos; y Juan, testigo ocular, registra la oración recitada por el Señor.
La oración del Sumo Sacerdote - 17:1-26
Esta sección ha sido conocida como la oración del "Sumo Sacerdote" por David Chytraeus (erudito luterano del S.XVI) porque en ella Jesús ejerce su oficio de Sumo Sacerdote al asumir los pecados del mundo y ofrecer oración y sacrificio por dichos pecados.
La diferencia esencial, sin embargo, residencia en el hecho que Jesús no necesitaba ofrecer un sacrificio primero por Sus propios pecados, a diferencia de lo que sucedía con los sacerdotes Judíos, porque Él no tenía pecado. Jesús no ofreció un animal como sacrificio, sino que era a la vez sacerdote y sacrificio al ofrecerse a Sí mismo como expiación por el pecado.
Jesús podía relacionarse con hombres pecadores como sacerdote, porque Él también tenía cuerpo humano. Sin embargo, como Hijo divino de Dios, Su oración era perfecta y era escuchada en el salón del trono de la gracia, debido a Su perfecta rectitud. Si la oración de un justo vale mucho (Santiago 5:16b), cabe imaginar lo que la oración de un hombre / Dios perfectamente justo puede hacer.
Con todo esto in mente, procedamos a analizar pasaje. Para los fines del estudio, este capítulo / oración puede dividirse en tres secciones principales:
- Vs. 1-5 - Oración relativa a Sí mismo y el Padre del cielo.
- Vs. 6-19 - Oración relativa a los Apóstoles que estaban a Su lado.
- Vs. 20-26 - Oración por todos los futuros creyentes.
De esta manera, Jesús ora para sí mismo y para toda la humanidad en estos pocos versos.
1. La oración de Jesús para Sí mismo - vs. 1-5
Hay muchos tipos de oración (de agradecimiento, de alabanza, de arrepentimiento, de lamentación, etc.), pero esta oración es de súplica, de petición. Jesús pide a Dios varias cosas para Sí mismo, para los Apóstoles y para todos los futuros cristianos.
Vs. 1 – Estas cosas habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti,
Habiendo terminado de enseñar a Sus apóstoles y de darles consuelo, el Señor finaliza el momento del aposento alto y cena Pascual con una oración, como era costumbre. Les ha dicho que el tiempo de su partida estaba cerca y repite esto cuando abre Su oración.
La "hora" no es solo el momento de Su muerte, sino el tiempo para todo lo que vino a hacer. Todo ello debe alcanzarse con Su muerte, resurrección y ascensión.
Pide a Dios que glorifique, exalte, levante al Hijo para que el Hijo pueda hacer lo mismo por el Padre. Jesús será glorificado en ese momento porque es la hora de Su muerte y especialmente de Su Resurrección.
- Juan 20:31 – La resurrección confirma todas Sus enseñanzas como ciertas. La resurrección confirma todas Sus afirmaciones como verdaderas.
- Colosenses 1:16 – La resurrección confirma Su posición sobre todos los hombres y todos los ángeles.
El Padre es glorificado en la resurrección.
- Romanos 1:4 – La resurrección revela Su poder.
- Romanos 3:21-26 – La resurrección revela Su rectitud - justicia.
- Romanos 5:8 – La resurrección revela su amor.
Jesús pide al Padre que siga adelante con Su plan para Su muerte y resurrección, porque de ello resultará gloria para ambos, el Padre y el Hijo.
Vs. 2-3 – por cuanto le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
Este momento de gloria no es una acción egoísta de Dios. Lo qué va a tener lugar se hará para servir a la humanidad. Como resultado de la muerte y resurrección, el perdón estará disponible y, junto con ese perdón, vendrá la justicia que produce vida eterna para los perdonados. El Padre y el Hijo serán glorificados en su esfuerzo combinado para otorgar a los seres humanos el don de la vida eterna.
Jesús recibió del Padre la autoridad o poder para ofrecerlo a través de Su muerte y resurrección. Ahora Le pide al Padre completar el plan para el bien del hombre.
Jesús resume también la experiencia de la vida eterna, no simplemente como una vida humana sin fin, sino como un nuevo tipo de experiencia de vida, donde la persona tendrá un conocimiento continuado o intimidad con el Dios y Su Hijo verdaderos. El Padre y el Hijo serán glorificados y el hombre compartirá esa gloria también gracias a Su asociación con ellos.
Vs. 4-5 – Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera. Y ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera.
Jesús, una vez más repite Su petición, y esta vez hace una referencia específica a Su naturaleza divina. Especifica que Su gloria está conectada a Su naturaleza divina, antes incluso de que adoptara forma humana. Su gloria se verá sin la interferencia y limitaciones de la naturaleza humana. Ello hace referencia a Su resurrección y a la manifestación en Su estado espiritual glorificado, antes de regresar al cielo.
2. Oración por los Apóstoles - vs. 6-19
La oración de Jesús por los Apóstoles se divide en dos secciones: cómo Se siente respecto de ellos y lo que Él quiere para ellos.
A. Cómo se sintió Jesús respecto de sus Apóstoles
Vs. 6-10 – He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado viene de ti; porque yo les he dado las palabras que me diste; y las recibieron, y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos.
Jesús repasa lo que sabe de cierto, respecto de Sus Apóstoles. Fueron elegidos por el Padre (podían haber rechazado Su elección, como hizo Judas, pero aceptaron). Recibieron las palabras del Padre a través de Cristo. Han recibido y creído las palabras del Padre sobre Jesús. Al hacerlo, ellos mismos han glorificado, exaltado, honrado a Jesús con su fe.
Por esa razón Jesús ora específicamente por ellos y lleva a cabo peticiones especiales para ellos. No pide por el mundo, sino por los que creen en Él y mantienen Su palabra, pide por ellos. Esta oración y petición nace de un profundo amor y afecto por Sus Apóstoles.
B. Lo que Jesús quiere para Sus Apóstoles
Vs. 11 – Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros.
Como en otros lugares, Jesús resume en este versículo lo que desea para Sus Apóstoles y luego lo explica en los siguientes. Jesús les está dejando para volver al Padre, de modo que pide al Padre que les proteja, con y por la Palabra. El término "nombre" proviene de una palabra que significa autoridad. La autoridad y el carácter de Dios son sinónimos de Su Palabra y todas estas ideas se agrupan en una sola palabra, "nombre". "Nombre" y "palabra" son intercambiables. El conocimiento, la comprensión y el mantenimiento de la Palabra de Dios es la base de la unidad entre el Padre y el Hijo.
Jesús ora para que los Apóstoles no sufran daño espiritual y disfruten de la misma unidad que Él mantiene con el Padre en la medida que ellos conozcan, comprendan y obedezcan la Palabra. Vemos en esta parte de la oración cuán importante será la obra del Espíritu Santo: les lleva a conocer y comprender la Palabra (Juan 14:26; Juan 16:13); capacita para vencer el pecado, que es desobediencia a la Palabra (Romanos 8:13).
Vs. 12 – Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.
Mientras Jesús se hallaba físicamente presente, les hablaba y enseñaba a obedecer la Palabra Y, como resultado, solo se perdió uno, quien las Escrituras predijeron que lo haría. No es que Dios expulsara a Judas, es que Dios sabía de antemano cómo iba a reaccionar Judas y escribió sobre ello mucho antes, como una forma de confirmar la fuente divina de las Escrituras.
Vs. 13-16 – Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos. Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Cualesquiera que fueren las interacciones que hayan podido haber entre el Padre y el Hijo sobre la salvación y seguridad de los apóstoles -y que estos no conocían; era solo entre el Padre y el Hijo- esta información resulta ahora pública (para el mundo). Ya pueden escuchar por sí mismos lo que Dios Padre y el Hijo quieren para ellos y este conocimiento y experiencia no proporciona solo consuelo sino una gran alegría. Jesús da testimonio ante el Padre que está en el cielo, que estos hombres son creyentes: no son del mundo; son dignos de su cuidado y protección; comparten el mismo rechazo y la misma persecución de un mundo incrédulo que Él.
No pide que vayan con Él en ese momento, en resurrección gloriosa y ascensión dentro de unos días; deben quedarse, tienen un gran trabajo que hacer. Más bien, pide que sean protegidos contra los planes malvados del diablo, que tratará ciertamente de destruir a la joven iglesia y a sus líderes en los próximos años.
Vs. 17-19 – Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.
"Santificar" significa apartar para el uso exclusivo de Dios. Por lo tanto, los sacerdotes en el Antiguo Testamento fueron "santificados" o apartados para el servicio exclusivo a Dios, en el templo.
En el versículo 17, Jesús resume una petición que ha hecho y explicado antes. Pide al Padre que "aparte" a los Apóstoles para el ministerio exclusivo que deben realizar. Pide que este "apartamiento" se haga a través de la verdad, que es la Palabra de Dios.
Sabemos que Jesús ya lo había prometido y había explicado cómo sucederá: a través del Espíritu Santo.
- Juan 14:26: Él traerá a la memoria.
- Juan 16:13: Él conducirá a toda verdad.
- Juan 14:16: Él consolará, fortalecerá y capacitará.
Jesús se "aparta" completamente a través de la cruz, resurrección y ascensión. De la misma manera, vendrá el Espíritu Santo y les apartará también a través de Su obra en y para ellos.
Jesús fue apartado o comisionado por la Palabra para traer la Palabra de Dios a los hombres; ahora, tras haber completado su misión, envía a los Apóstoles al mundo por la autoridad de la Palabra, para llevarla al Mundo. La misma Palabra que Le envió y empoderó, ahora apartará, enviará y empoderará a los Apóstoles gracias a la intermediación del Espíritu Santo.
3. La oración de Jesús por los futuros discípulos - vs. 20-26
Jesús ha pedido al Padre que proteja, comisione y empodere a Sus Apóstoles para que completen su misión, al igual que Él está a punto de completar la suya. Ahora mira más hacia el futuro y ofrece una oración por todas esas generaciones de creyentes que vendrán después, gracias al ministerio de los Apóstoles. Aquí ora por nosotros. Y esto es lo que pide.
Vs. 20-21 – Mas no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
Ora para que el crecimiento y la unidad de la iglesia proporcionen un testimonio continuado, en un mundo incrédulo. No lo menciona, pero a sensu contrario, se desprende esta certeza: alejarnos de la Palabra es alejarnos de Dios y de los demás, y esto nos hace ineficaces para alcanzar las almas perdidas.
Vs. 22-23 – La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.
¿Qué "gloria" dio el Padre al Hijo? No puede ser gloria divina, porque el Hijo ya es Dios y no le puede ser añadida. La "gloria" es la presencia divina en un cuerpo humano, y una misión divina para éste. Juan dice en Juan 1:14, "Y vimos Su gloria" al referirse a la presencia corporal de Jesús.
Jesús adquirió presencia física con el fin de unirse a Sus Apóstoles. Se convirtió en uno de ellos mientras conservaba Su naturaleza divina. A través del testimonio de éstos acerca de Su presencia física durante Su ministerio de enseñanza y milagros, Su muerte física, resurrección y ascensión, los Apóstoles podrán dar a conocer esta gloria a otros.
Podrán compartir el auténtico amor de Dios -experimentado entre el Padre y el Hijo- entre ellos (porque Dios estaba físicamente con ellos) y también con los demás a través de su testimonio. De esta manera la unidad del Padre y el Hijo ha sido experimentada por el Hijo en forma humana con los Apóstoles; y luego por los Apóstoles con otros Cristianos; y, finalmente, entre los propios Cristianos.
Todos llevamos parte de la experiencia de Jesús con Sus Apóstoles en nuestra relación con otros Cristianos, porque compartimos Su Palabra.
Vs. 24-26 - Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Oh Padre justo, aunque el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos.
Jesús desarrolla la idea de que los discípulos comparten su experiencia de Él, al pedir al Padre que lleve a todos los creyentes al cielo para que puedan experimentar, de primera mano, la presencia divina de Jesús. Ahora Le conocemos a través de los escritos de los Apóstoles, luego Le conoceremos por experiencia personal. Veremos lo que las mujeres y los Apóstoles y los 500 vieron, oyeron y tocaron tras Su resurrección.
Jesús termina reiterando que el mundo no conoce nada de todo lo que les ha explicado. Él ha conocido, obedecido y compartido la Palabra. También la ha compartido con Sus Apóstoles. Y la compartirá en el futuro con ellos a través del poder del Espíritu Santo que derramará el conocimiento y el amor de Él sobre ellos, hasta Su venida.
Jesús completa Su oración con la promesa implícita de que puede suceder que ellos contemplen Su gloria pronto, si bien a través de la fe Él estará en ellos para amarles y consolarles, y no solo en ellos, sino en todos los creyentes. En última instancia, será ese amor por y de Cristo, el vínculo más fuerte que producirá unidad.
Resumen
Jesús termina esta sección de enseñanzas y aliento orando:
- Que el Padre Se honre y glorifique a Sí mismo y al Hijo, siguiendo Su plan para salvar a la humanidad a costa de su propia vida.
- Reafirma su amor y confirmación de la fe de los Apóstoles y pide a Dios que proteja esa fe cuando salgan en su misión evangélica.
- El Señor termina con una petición de que la iglesia crezca y mantenga su unidad hasta el momento en que la visión de Cristo, a través de la fe en la Palabra, se haga realidad, cuando Cristo exalte a la iglesia para estar con Él a la diestra de Dios en los cielos eternamente.