12.

Rechazo y Juicio

Discurso #5

En esta lección Mike examina la respuesta de Jesús a los que le rechazaron. Una respuesta que pronunciará un juicio sobre los líderes religiosos de aquel tiempo, así como un largo discurso profético sobre la destrucción de Jerusalén y Su regreso en el fin del mundo.
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En la quinta narrativa Mateo, empezando en el capítulo 23, describe los varios encuentros que Jesús tiene con personas en camino de Galilea en el norte a Jerusalén en el sur. En la mayoría de estos encuentros, y especialmente con los líderes religiosos, Jesús descubre una falta de fe y una dureza de corazón. Los pobres y destituidos están ansiosos por hacerle rey pero prontamente lo abandonarán e incluso demandarán Su crucifixión. Los líderes y sacerdotes muestran abiertamente su hostilidad, y rechazan sus enseñanzas y afirmaciones a pesar de que todo lo que ha hecho estaba de acuerdo con las Escrituras. Conspiraron en Su contra para matarlo aunque no había cometido ningún crimen. En el quinto discurso Mateo nos da la respuesta de Jesús ante este rechazo de aquellos a quienes fue mandado.

Advierte sobre los fariseos

Los antagonistas principales de Jesús eran los fariseos. Lo odiaban y querían matarlo porque presentaba una amenaza a su posición. En este pasaje Jesús los expone por lo que son y advierte al pueblo a no imitarlos.

1Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a sus discípulos,2diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. 3De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. 4Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Jesús le dice a la gente que los fariseos se pusieron en el lugar de Moisés afirmando tener la autoridad de Dios para las cosas que ellos mandaban a la gente hacer. Pusieron una carga muy pesada sobre el pueblo con el yugo de la Ley (sin tomar en cuenta la gracia o la fe que fue prometida en la Ley) pero ellos mismos no hacían nada para ayudar llevar la carga con la gracia o fe prometida. Insistían en que el pueblo cumpliese con la ley al pie de la letra cuando ni ellos mismos eran capaces de cumplirlo.

5Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos; 6aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, 7y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí.

Basaban sus acciones en la arrogancia y el deseo de recibir honra de los hombres. La motivación de sus prácticas religiosas era incorrecta, y Jesús dijo que Dios no solo vio el comportamiento; también vio y juzgó el motivo detrás del comportamiento.

8Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos. 9Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10Ni dejéis que os llamen preceptores; porque uno es vuestro Preceptor, Cristo.

Jesús termina el pasaje exhortando a Sus discípulos a no imitar a los fariseos quienes intentan ejercer señorío religioso sin el apoyo de Dios o de las Escrituras:

  • No sean llamados "rabí" en el sentido que los fariseos tomaron autoridad autonombrado para hablar de parte de Dios cuando Dios no había hablado.
  • No sean llamados "mi padre", de nuevo en el mismo sentido de que alguien tendría autoridad y señorío indiscutido sobre otro hermano.
  • No sean "maestros" como los fariseos quienes no honraron a Cristo.

Existen maestros, ancianos y liderazgo en la iglesia pero ese liderazgo siempre está bajo la autoridad de Cristo, siempre para la edificación de los hermanos, y siempre bajo el entendimiento que somos todos hermanos en Cristo.

11Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor. 12Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado.

En los versículos 11 y 12 Jesús les recuerda del verdadero espíritu que debe existir en quienes lideran y enseñan; un espíritu de humildad y servicio. Quienes son humildes y serviciales se elevan a un servicio y liderazgo mayor en el reino por la autoridad y el poder de Cristo. Quienes, como los fariseos se exaltan a sí mismos al final serán rechazados.

Los ocho ayes

El discurso de Jesús en esta sección sigue el estilo y el patrón de los profetas del Antiguo Testamento: advertencia, lamento, profecía de juicio, y llamado al arrepentimiento. En el Antiguo Testamento los profetas predicaban usando este formato y Jesús, ahora hablando con judíos que estaban bien familiarizados con este modelo por sus estudios de los profetas, les habla sobre cosas que van a suceder a causa de su rechazo.

Empieza con ayes contra los fariseos quienes tipificaban lo peor de aquella sociedad con su hipocresía religiosa y rechazo de Él.

13Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.

Ay de ellos por no creer y causar que otros tampoco creyeran mientras fingen creer.

14¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

Ay de ellos por usar la religión para enmascarar la avaricia.

15¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros.

Ay de ellos por llevar a otros al error.

16¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: «No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación». 17¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro? 18También decís: «No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación». 19¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? 20Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; 21y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita; 22y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

Ay de ellos por usar el nombre de Dios en vano al hacer votos sin considerar a Dios mismo.

23¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas. 24¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

Ay de ellos por enfatizar lo menos importante. Enfatizaban los puntos menores de la ley para evitar hacer lo que la Ley dictaba en cuanto a la justicia y misericordia.

25¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. 26¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

Ay de ellos por los rituales falsos.

27¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

Ay de ellos por ser hipócritas.

29¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30y decís: «Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramarla sangre de los profetas». 31Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. 32Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. 33¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno? 34Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar. 36En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Ay de quienes derraman sangre inocente.

Jesús termina con una condenación fuerte de los fariseos y otros como ellos diciendo que llegará el castigo por sus pecados.

Jesús lamenta sobre Jerusalén y su pueblo

37¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste! 38He aquí, vuestra casa se os deja desierta. 39Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: «Bendito el que viene en el nombre del Señor».

Jesús lamenta el hecho de que lo han rechazado y al final seguirán rechazándolo. Anhela que crean en Él para que pueda salvarlos del terrible juicio que les espera. Declara que la nación judía está desolada y sacude Su manto y sandalias para sacar el polvo de Sus pies por quienes no lo han recibido.

En el versículo 39 les dice a los judíos, quienes están escuchando, que desde este momento en adelante no aparecerá a quienes lo rechazan. Para los judíos, solo aquellos que lo reconocen como el Mesías lo "verán" (en el sentido de que lo verán por fe). Solo les queda la señal de Jonás, y si creen en Él lo verán de nuevo, si no creen verán el juicio, lo que explicará en la próxima sección.

Discurso sobre el Juicio Capítulos 24 y 25

Jesús sale del templo y al salir los apóstoles le señalan los maravillosos edificios del templo que Él acaba de decir serán destruidos (en ese momento habían estado reconstruyendo el templo por cincuenta años ya).

1Cuando salió Jesús del templo, y se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2Mas respondiendo Él, les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo: no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.

Jesús responde a su comentario diciendo que los edificios no solo serán vaciados, sino serán completamente destruidos. Esto abre la puerta a más preguntas por los apóstoles (Pedro, Jacobo, Juan, Andrés) quienes querían más información sobre lo que acaba de decir.

3Y estando Él sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo?

Le preguntaron sobre cuándo llegaría la destrucción del templo, cuáles señales acompañarían la segunda venida y el fin del mundo que llegaría junto con la segunda venida. No se sabe si ellos pensaban que ambos eventos ocurrirían al mismo tiempo o uno después del otro. No sabían y querían que Jesús les instruyera en estos temas.

Esta sección es compleja pero se puede dividir en tres vistas:

  1. Una vista panorámica de la historia del mundo desde este momento hasta la segunda venida de Jesús que incluye la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (versículos 4-14).
  2. Una vista telescópica que se enfoca solamente en los eventos antes de e incluyendo la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (versículos 15-35).
  3. Una vista telescópica que se enfoca solamente en los eventos antes de la segunda venida de Cristo que será al final de los tiempos (versículos 36-44).

Panorama hasta la segunda venida

4Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

Observe que estas instrucciones se dan para que puedan reconocer y evitar maestros y profetas falsos en estos temas.

5Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y engañarán a muchos. 6Y habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin. 7Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. 8Pero todo esto es solo el comienzo de dolores.

El ciclo de profetas falsos, sufrimientos y problemas en el mundo continuará hasta el final, pero estos en sí no son señales del final. Son solamente los comienzos de cosas que progresivamente se empeorarán no solo antes de que llegue el fin de Jerusalén, sino también antes de la llegada del fin del mundo.

9Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. 10Muchos tropezarán entonces y caerán, y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán. 11Y se levantarán muchos falsos profetas, y a muchos engañarán. 12Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará.

Este pasaje está en paralelo a II Tesalonicenses donde el apóstol Pablo habla del fin del mundo y lo que tiene que ocurrir primero.

  • Apostasía (caerán, se enfriará el amor).
  • El "hombre de pecado", quien engaña a muchos con señales falsos e intenta tomar el lugar de Dios, será revelado.
  • Jesús describe la destrucción del mundo.
13Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo.

En contraste, promete que los fieles serán salvos a pesar de estas pruebas y maldades.

14Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

También promete que se llevará a cabo la gran comisión antes de que pueda llegar el fin.

Esta es una vista panorámica de los eventos y el flujo de la historia que ocurrirán hasta Su segunda venida.

Telescopio a la caída de Jerusalén

Judea era rebelde y anhelaba regresar a los días gloriosos de independencia y poder que habían experimentado durante el reino del Rey Salomón. A principios del año 60 d.C. había tanta turbulencia que Roma mandó tropas para reprimir la rebelión. Desde el año 66-70 d.C. el ejército romano sitió a Jerusalén y destruyó por completo a la ciudad y al templo junto con más de un millón de personas. Esta destrucción total de la nación judía era el cumplimiento de la profecía de Jesús a los discípulos descrito en este pasaje 33 años antes. Los discípulos querían saber cuándo ocurriría esto y Jesús les da unas "señales".

15Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda), 16entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; 17el que esté en la azotea, no baje a sacar las cosas de su casa; 18y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.

La primera señal era la Abominación de Desolación. Está diciendo que cuando el templo se profane esto sería una señal que la destrucción estaba cerca y deberían escapar de la ciudad.

Daniel (11:31; 12:11) había profetizado que el templo sería profanado. Esto ocurrió durante el reino del Rey de Siria, Antíoco Epifanías (175-164 a.C.), quien sacrificó un cerdo sobre el altar del templo. Jesús toma esta idea y dice que de la misma manera, cuando el templo se profanara por los gentiles durante su vida, sería la señal de escaparse.

Lucas 21:20 nos dice que solo con rodear el templo con ejércitos extranjeros en 70 d.C. bastaba para profanar el templo. Los soldados romanos usaban sus escudos en la adoración a sus dioses y por ende eran idólatras. Rodear el templo con estos escudos lo profanaba. Muchos eruditos difieren en cuanto a qué podría ser la abominación y se refieren a historiadores judíos para los eventos que ocurrieron antes, durante o después del asedio que podrían calzar, pero Lucas 21:20 es la única referencia bíblica que encaja con el contexto.

"El que lea" se refiere a quien lee Daniel, y junto con el criptograma de Cristo, podrá saber cuándo debe salir, y muchos salieron. En el año 68 d.C. la mayoría de los cristianos que vivían en Jerusalén se escaparon a Pella así evitando morir en el masacre.

19Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días! 20Orad para que vuestra huida no suceda en invierno, ni en día de reposo, 21porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás.

La tribulación es el sufrimiento causado por los Romanos que acabó con la nación. Más de un millón de personas fueron asesinadas. La combinación de la gravedad del pecado (los judíos habían recibido las bendiciones y promesas pero habían asesinado a su mesías) y el horror del castigo (la destrucción de la nación) no se ha igualado.

22Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

La providencia de Dios permitió que acabara esta guerra para que los cristianos no fueran aniquilados junto con los judíos. Se destruyó su ciudad y los romanos no distinguían entre el cristiano y el judío que no era cristiano.

23Entonces si alguno os dice: «Mirad, aquí está el Cristo», o «Allí está», no le creáis. 24Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos. 25Ved que os lo he dicho de antemano. 26Por tanto, si os dicen: «Mirad, Él está en el desierto», no vayáis; o «Mirad, Él está en las habitaciones interiores», no les creáis.

Los creyentes naturalmente asociarían la destrucción de Jerusalén con el retorno de Jesús, así que el Señor les advierte que no sean engañados por quienes afirmaban ser el Señor o hablar de parte de Dios. Josefo, un historiador judío de esa época, documenta cómo circulaban los rumores de que llegaba el Mesías o que estaba entre ellos para mantener a las personas dentro de la ciudad. En aquellos días la histeria y el temor producían muchos "profetas" quienes afirmaban tener visiones y mensajes de Dios.

27Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre.

Les dice que cuando Él vuelve será evidente a todos, como relámpagos en el cielo, todos sabrán que es Él.

28Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

El cadáver es la nación judía, y los buitres son los falsos cristos y profetas. Cuando vean una abundancia de ellos sabrán que han visto la segunda señal que el final de Jerusalén, no del mundo, se acerca.

29Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas.

La primera palabra en este versículo "inmediatamente" presenta un problema para algunos. Si esta próxima sección se trata del fin del mundo o de la segunda venida de Jesús, entonces debe ocurrir justo después de la destrucción de Jerusalén (algunos creen y enseñan que Jesús ya ha vuelto).

Puesto que el "hombre de pecado" que menciona Pablo en II Tesalonicenses capítulo 2 no ha sido revelado, y Jesús no ha vuelto, este pasaje debe estar refiriéndose a los eventos entorno a la destrucción de Jerusalén.

30Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. 31Y Él enviará a sus ángeles con una gran trompeta y reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.

Los versículos 30-31 hablan de la destrucción de Jerusalén y el efecto que esto tendrá sobre los creyentes y otros. El lenguaje que se emplea en este pasaje es de naturaleza apocalíptica y fue usada por profetas para describir eventos históricos y políticos cataclísmicas (Isaías 13 describe la destrucción de Babilonia con un lenguaje similar). Este tipo de lenguaje usaba el simbolismo de la destrucción de cuerpos celestiales para describir el destino real del mundo al final del tiempo (2 Pedro 3:10) pero también para el fin y la destrucción de las naciones en la tierra en el presente o futuro cercano. En este caso el fin de la nación judía como un pueblo bajo el cuidado especial de Dios.

La venida del Hijo del Hombre se refiere tanto a la segunda venida como al fin del mundo y el juicio final, pero también cualquier juicio de Dios sobre una nación, en este caso la nación de Israel. También encaja con el contexto de este pasaje. El judío que lo rechaza ahora lo verá venir como un juicio contra su nación, una catástrofe terrible que espantará al mundo pero que liberará a los cristianos y el evangelio de la persecución judía.

La palabra griega traducida como "ángel" también se puede traducir "mensaje". Este versículo puede ser una profecía sobre la extensión del evangelio por el mundo después de la caída de Jerusalén. El versículo 14 indicaba que esto tendría que ocurrir antes del retorno de Cristo y ahora con la eliminación de las restricciones ideológicas y culturales del judaísmo, el cristianismo podría florecer aún más.

32Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. 33Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que Él está cerca, a las puertas. 34En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 35El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

Jesús les advierte poner atención a las señales que les ha dado porque estas cosas sucederán en su generación, y promete por Su palabra que ocurrirán.

Telescopio a la segunda venida

Él acaba de explicarles las señales que indicarán la destrucción de Jerusalén:

  • La predicación del evangelio a todas la naciones (Romanos 10:18).
  • El aumento de cristos falsos (Josefo).
  • La abominación del templo (Lucas 21:20).
  • Una gran tribulación (Josefo).

Ahora en los versículos 36-44 hace un contraste con la segunda venida al final del mundo.

36Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.

Nadie sabe la hora; ni siquiera Jesús mientras está con Sus discípulos.

37Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca, 39y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre.

No habrá señales cataclísmicas. Todo parecerá normal. Normal en el sentido que los creyentes se estarán preparando para la segunda venida y el fin del mundo, pero el resto del mundo lo ignorará hasta que sea demasiado tarde (tal como en los días de Noé).

40Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. 41Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada.

Algunos piensan que este versículo significa que antes de que Jesús vuelva algunos serán llevados en el "rapto", y que desaparecerán para estar con Dios en el cielo. Esto es parte del pensamiento "premilenalista" del rapto y el reino de mil años. Sin embargo, en el contexto, Jesús está hablando de estar preparado, y dice que cuando Él vuelve de repente uno será salvo y otro no. No habrá tiempo para el rapto y cambio. Tal como Noé, cuando llegó la lluvia entraron al arca y fueron salvos, los otros se quedaron y murieron en el diluvio. Cuando Jesús venga, los fieles serán llevados con Él y los incrédulos inmediatamente serán despedidos de Su presencia.

42Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene. 43Pero comprended esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa. 44Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre.

Puesto que el final será así debemos siempre estar preparados, y no caer neciamente en el pecado pensando que tenemos mucho tiempo para arrepentirnos y alistarnos por el retorno. No sabemos, simplemente debemos estar listos.

Exhortaciones para estar atentos

Después de responder a la pregunta sobre el juicio a Jerusalén y Su venida, Jesús les advierte estar atentos usando a tres parábolas.

La parábola del siervo malvado

45¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la comida a su tiempo? 46Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. 47De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes. 48Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: «Mi señor tardará»; 49y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan, 50vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe, 51y lo azotará severamente y le asignará un lugar con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes.

En esta parábola la lección es no presumir que tenemos el lujo de pecar porque el final está lejos. Puede llegar en cualquier momento y el juicio es seguro para aquellos que son infieles.

La parábola de las 10 vírgenes

1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. 2Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. 3Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, 4pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas. 5Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron. 6Pero a medianoche se oyó un clamor: «¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo.» 7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. 8Y las insensatas dijeron a las prudentes: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan». 9Pero las prudentes respondieron, diciendo: «No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras; id más bien a los que venden y comprad para vosotras». 10Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 11Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos». 12Pero respondiendo él, dijo: «En verdad os digo que no os conozco». 13Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

En esta, Jesús les advierte contra la necedad de no estar preparados. En esta parábola el problema no es una cuestión de maldad intencional sino de negligencia. Abandonar a Cristo igual traerá destrucción al final.

La parábola de los talentos

14Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes. 15Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje. 16El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. 17Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos. 18Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. 19Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: «Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos». 21Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor». 22Llegando también el de los dos talentos, dijo: «Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos». 23Su señor le dijo: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor». 24Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: «Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, 25y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo». 26Pero su señor respondió, y le dijo: «Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses. 28Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos». 29Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. 30Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

Aquí la advertencia es para quienes están en el reino pero que no trabajan para expandir sus fronteras y no sirven al rey con fervor. Este esclavo no fue sorprendido desprevenido, simplemente asumió que se había preparado lo suficiente y no fue así.

Cada una de las parábolas tienen el elemento de preparación, juicio y castigo para quienes se niegan a prepararse para la llegada del amo.

La escena del juicio

31Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria; 32y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. 33Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. 34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; 36estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí». 37Entonces los justos le responderán, diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? 39¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?». 40Respondiendo el Rey, les dirá: «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis». 41Entonces dirá también a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber; 43fui forastero, y no me recibisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis». 44Entonces ellos también responderán, diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o como forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?». 45Él entonces les responderá, diciendo: «En verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos, tampoco a mí lo hicisteis». 46Y estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna.

El punto culminante del discurso es la escena del juicio al final de los tiempos. Quienes se encuentran justos han obedecido los mandamientos de amar a Dios (se refieren a Él como Señor) como también a su prójimo. Los condenados enfrentan el mismo juicio y son condenados porque no amaron al prójimo. Tanto el castigo como el galardón es de naturaleza eterna.

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