Ministros verdaderos
Repasemos lo que hemos visto hasta ahora en nuestro estudio de 1 Tesalonicenses.
Pablo está escribiendo a la iglesia nueva que estableció en Tesalónica. En la introducción de su carta se regocija porque por varias razones los considera como conversos genuinos. Puesto que él era un apóstol verdadero predicando el evangelio puro en amor y sinceridad, fueron convertidos correctamente por personas que conocían el evangelio. Se regocija en su oración porque su respuesta al evangelio había sido sincera. Su creencia era sincera. Su cambio era verdadero. Su perseverancia era una inspiración para otros.
En los próximos dos capítulos Pablo repasará su tiempo con ellos y defenderá su ministerio entre ellos. No se menciona directamente pero, por la respuesta que da Pablo, parece que estaba siendo acusado de ser un charlatán. En esa época habían "predicadores y filósofos ambulantes" quienes iban de lugar en lugar enseñando y promulgando varias ideas y filosofías a cambio de dinero y prestigio. Algunos andaban diciendo que Pablo era uno de estos. Así que en la próxima sección Pablo indicará cuáles son las credenciales que uno debe buscar en alguien que es un verdadero ministro de la palabra - ya sea un Apóstol, evangelista o maestro.
Credenciales de ministros verdaderos - 1 Tesalonicenses 2:1-3:13
1. Los ministros verdaderos confían en Dios – 2:1-2
1Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no fue en vano, 2sino que después de haber sufrido y sido maltratados en Filipos, como sabéis, tuvimos el valor, confiados en nuestro Dios, de hablaros el evangelio de Dios en medio de mucha oposición.
- 1 Tesalonicenses 2:1-2
El rescate de Pablo de la cárcel en Filipos; su llegada a Macedonia; sus tribulaciones y la oposición de los judíos; todos estos eventos se lograron porque confiaba en Dios. Cuando examinas las experiencias de Pablo ves que la única manera de haber sobrevivido fue mediante el Señor. Confió en que Dios lo rescataría de la cárcel cuando se encontró en esa situación desesperada. Confió en Dios para las oportunidades de hacer contactos y predicar porque él mismo era incapaz de hacerlo. Confió en Dios para guiar su ministerio cuando él se encontraba sin rumbo. Confió en Dios para salvarlo de sus acusadores cuando estaba indefenso.
Los líderes verdaderos en el ministerio no son líderes simplemente porque son buenos oradores, polemistas u organizadores - sino que son calificados a liderar en el ministerio si demuestran que su confianza reside en el Señor. Pablo demostró esta confianza cuando continuó predicando y enseñando a pesar de la desilusión y oposición que enfrentó dentro y fuera de la iglesia. Los líderes verdaderos demuestran esta cualidad de la misma manera en la iglesia hoy día.
2. Los ministros verdaderos son sinceros – 2:3-12
Pablo compara 2 conjuntos de características para juzgar a ministros, predicadores y líderes.
Características Mundanas – vs. 3-6
3Pues nuestra exhortación no procede de error ni de impureza ni es con engaño; 4sino que así como hemos sido aprobados por Dios para que se nos confiara el evangelio, así hablamos, no como agradando a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. 5Porque como sabéis, nunca fuimos a vosotros con palabras lisonjeras, ni con pretexto para lucrar, Dios es testigo, 6ni buscando gloria de los hombres, ni de vosotros ni de otros, aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido imponer nuestra autoridad.
"Error" - no una equivocación o malentendido, sino un error que sale de una mente malvada:
- Impureza – impureza sexual
- Decepción – mentiras planificadas, deshonestidad
- Popularidad – intentar ganar la aprobación de la gente al decirles lo que quieren oír
- Halagos – dichos para cegarlos no para edificarlos
- Engaño – cualquier tipo de pretexto para esconder su avaricia
- Gloria personal – intentar elevarse por encima de otros
Pablo sugiere que estas son las razones que algunos entran en el servicio religioso o lo que encubren bajo el ministerio.
Características espirituales – vs. 7-12
7Más bien demostramos ser benignos entre vosotros, como una madre que cría con ternura a sus propios hijos. 8Teniendo así un gran afecto por vosotros, nos hemos complacido en impartiros no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados. 9Porque recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de vosotros, os proclamamos el evangelio de Dios. 10Vosotros sois testigos, y también Dios, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; 11así como sabéis de qué manera os exhortábamos, alentábamos e implorábamos a cada uno de vosotros, como un padre lo haría con sus propios hijos, 12para que anduvierais como es digno del Dios que os ha llamado a su reino y a su gloria.
- Gentil - el ejemplo de una madre que cría a sus propios hijos
- Sacrificadores - entregaron a sí mismos, no solo doctrina. Arriesgaron sus vidas para enseñarles. Dieron tanto su corazón como el mensaje.
- Trabajadores - trabajaron día y noche entre ellos y no les cobraron dinero aunque tenían el derecho de hacerlo (2 Corintios 11:8-9). Trabajaron gratis porque los tesalonicenses eran jóvenes y pobres.
- Puros - su conducta fue irreprochable. Ni un rastro de maldad.
- Ferviente - querían de todo corazón y con toda su fuerza que los tesalonicenses agradaran a Dios y tuvieran vida eterna. Esta era su motivación en el ministerio: el bien de la iglesia.
Pablo es recuerda sobre su experiencia con él, Silas y Timoteo y les desafía a juzgarlos no solo por lo que dijeron sino también por sus acciones. Algunos dicen que el juzgar no es de cristianos, pero Pablo dice que la iglesia puede y debe examinarse y sus líderes para ver si lo que dicen es de Dios y si lo que hacen es piadoso. Hay una gran diferencia entre criticar y quejarse porque las cosas no salen como queremos, y hacer un juicio sobre la veracidad y conducta de nuestros líderes y de nosotros mismos.
Los ministros verdaderos del evangelio necesitan demostrar cosas buenas para lograr cosas buenas; si lo que hay dentro es bueno se mostrará por fuera.
3. Los ministros verdaderos logran resultados – 2:13-16
13Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis. 14Pues vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea, porque también vosotros padecisteis los mismos sufrimientos a manos de vuestros propios compatriotas, tal como ellos padecieron a manos de los judíos, 15los cuales mataron tanto al Señor Jesús como a los profetas, y a nosotros nos expulsaron, y no agradan a Dios sino que son contrarios a todos los hombres, 16impidiéndonos hablar a los gentiles para que se salven, con el resultado de que siempre llenan la medida de sus pecados. Pero la ira ha venido sobre ellos hasta el extremo.
No sabemos el tamaño de la iglesia en Tesalónica y tampoco es siempre la mejor medida de ella. Sin embargo, lo que sí sabemos es que a pesar de oposición, circunstancias difíciles y solo un corto período de enseñanza había un cambio radical entre los tesalonicenses. Este cambio ocurrió porque hombres de Dios predicaron el mensaje de Dios de una manera sincera y piadosa. Sabemos que el crecimiento no siempre ocurre de la mejor manera, pero si los otros elementos están en su lugar - ¡el crecimiento llega! Los ministros verdaderos no echan la culpa a la iglesia por la falta de crecimiento, sino que le piden a Dios que cambie a ellos primero para que puedan impactar a la iglesia positivamente hacia el crecimiento. La iglesia no puede crecer más allá de su liderazgo. Jesús dijo:
Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor.
- Mateo 10:24
4. Los ministros verdaderos aman a la iglesia – 2:17-3:13
17Pero nosotros, hermanos, separados de vosotros por breve tiempo, en persona pero no en espíritu, estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ver vuestro rostro. 18Ya que queríamos ir a vosotros (al menos yo, Pablo, más de una vez) pero Satanás nos lo ha impedido. 19Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo sois vosotros en la presencia de nuestro Señor Jesús en su venida? 20Pues vosotros sois nuestra gloria y nuestro gozo.
1Por lo cual, no pudiendo soportarlo más, pensamos que era mejor quedarnos solos en Atenas, 2y enviamos a Timoteo, nuestro hermano y colaborador de Dios en el evangelio de Cristo, para fortaleceros y alentaros respecto a vuestra fe; 3a fin de que nadie se inquiete por causa de estas aflicciones, porque vosotros mismos sabéis que para esto hemos sido destinados. 4Porque en verdad, cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir aflicción, y así ha acontecido, como sabéis. 5Por eso también yo, cuando ya no pude soportar más, envié para informarme de vuestra fe, por temor a que el tentador os hubiera tentado y que nuestro trabajo resultara en vano. 6Pero ahora Timoteo ha regresado de vosotros a nosotros, y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y amor y de que siempre tenéis buen recuerdo de nosotros, añorando vernos, como también nosotros a vosotros; 7por eso, hermanos, en toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados respecto a vosotros por medio de vuestra fe; 8porque ahora sí que vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor. 9Pues ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por vosotros, por todo el gozo con que nos regocijamos delante de nuestro Dios a causa de vosotros, 10según oramos intensamente de noche y de día que podamos ver vuestro rostro y que completemos lo que falta a vuestra fe?
11Ahora, pues, que el mismo Dios y Padre nuestro, y Jesús nuestro Señor, dirijan nuestro camino a vosotros; 12y que el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros, y para con todos, como también nosotros lo hacemos para con vosotros; 13a fin de que Él afirme vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de nuestro Dios y Padre, en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.
Observe la actitud de Pablo hacia los hermanos:
- Estaba ansioso por verlos – vs. 17
- Ellos son su gloria y gozo – vs. 20
- Necesitaba saber de sus condiciones – vs. 5
- Su vida emocional estaba ligada la suya – vs. 8
- Oraba por ellos día y noche – vs. 10
- Quería solo las mejores bendiciones para ellos – vs. 11-13
Pablo ama a estos hermanos porque son el fruto precioso de su obra en el Señor. Fue su amor a Cristo que lo motivó en primera instancia, pero ahora es su amor a ellos que le produce gozo y motiva sus esfuerzos entre ellos. Un joven que quería hacer misiones una vez me preguntó lo que necesitaba para tener éxito en un empeño como este. ¿Necesitaba aprender un idioma, una vocación para tener un segundo sueldo por si acaso no tenía apoyo financiero, conocimiento de diferentes religiones, una red de apoyo? Le dije que todas estas cosas eran necesarias y básicas, pero lo que más necesitaba era un amor hacia las personas que quería convertir.
¿Te das cuenta?, es el amor hacia la iglesia que te sostendrá en los momentos difíciles cuando te desilusionen, hablen en contra de ti, hasta pequen y dejen de congregarse. Solo un amor sincero hacia las almas que quieres salvar te mantendrá en el ministerio. La capacitación y el apoyo financiero te ayudarán iniciar tu ministerio, pero solo un amor constante para las almas te mantendrá ministrando mucho después de que la emoción y novedad disipen.
Resumen
En esta sección hemos visto a Pablo defendiendo su ministerio entre ellos contra la acusación de que él era un religioso falso o algún tipo de oportunista. En su defensa describe las características de aquellos que son charlatanes religiosos y los compara con cuatro características principales que debe exhibir un ministro verdadero de Dios:
- Los ministros verdaderos aman y confían en Dios - completamente.
- Los ministros verdaderos practican lo que predican y esto es evidente.
- Los ministros verdaderos logran resultados. Y lo hacen porque traen el poder de Dios para lograrlos, que es el evangelio (Romanos 1:16)
- Los ministros verdaderos aman a la iglesia. Su amor es evidente porque se sacrifican por servirla. Hay muchos que en algún momento piensan ser ministros, maestros o ancianos. Ellos necesitan preguntarse qué quiere Dios de Sus ministros: no solo diplomas, métodos de trabajo, equipamiento, dineros. Dios busca confianza, pureza y devoción hacia la iglesia que fue creada cuando Su Hijo murió. Son estas cualidades del corazón que alumbran los estudios, encaminan los métodos de trabajo y entregan los resultados de nuestros esfuerzos en nuestras prédicas y enseñanzas.