La resurrección de Lázaro
El capítulo 11 inicia una nueva sección en el evangelio de Juan. Hasta ahora, Jesús ha estado predicando y enseñando a la gente. Ha estado manteniendo debates con los líderes Judíos. Y con Sus declaraciones y milagros, ha mostrado la idea de que Él es el Hijo divino de Dios.
Juan ha mostrado que, como resultado de todas estas actividades, un número creciente de personas llega a creer en Él y un número mucho mayor lo rechaza con incredulidad. Este ciclo se ha repetido tantas veces, que ha devenido el patrón principal en el Evangelio de Juan.
En el capítulo 11, el tiempo de la pasión de Jesús (una forma abreviada de referirse a los últimos días de sufrimiento y resurrección) va acercándose, de modo que el libro de Juan empieza a comprimir el tiempo.
En los primeros 10 capítulos, Juan describe los eventos que tuvieron lugar durante un período de 30 a 33 meses. Los últimos 11 capítulos describen las palabras y eventos que tienen lugar en los últimos 2 o 3 meses del ministerio de Jesús en la tierra.
El primer y gran evento espectacular que Juan describe con detalle es la muerte y resurrección de Lázaro, su amigo y hermano de María y Marta, de Betania.
A excepción de Su crucifixión, esta será la última acción pública que Jesús llevará a cabo; a partir de ahora estará exclusivamente en compañía de Sus discípulos. Con este milagro, Jesús pone fin a Su ministerio público, prueba sin lugar a dudas Su poder divino y proporciona una vista previa de Su propia muerte y resurrección, que han de acontecer en un futuro próximo.
Muerte y resurrección de Lázaro
Vs. 1-6 – Y estaba enfermo cierto hombre llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Las hermanas entonces mandaron a decir a Jesús: Señor, mira, el que tú amas está enfermo. Cuando Jesús lo oyó, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por medio de ella. Y Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que Lázaro estaba enfermo, entonces se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
Debemos comprender aquí que todo lo que Jesús dijo e hizo tenía como propósito generar fe en el corazón de las personas. Pronto Él mismo moriría. Lo sabía y Sus discípulos tenían que estar preparados para afrontar Su muerte sin perder su fe. No Le preocupaba la muerte. Ya dijo que el Padre Le dio autoridad tanto para dar Su vida como para tomarla de nuevo (Juan 10:18). Sus discípulos, sin embargo, necesitaban ayuda para experimentar la muerte de su líder sin acabar totalmente hundidos.
Este milagro, por tanto, no fue solo para crear fe en nuevos discípulos, sino también para fortalecer la fe de los discípulos ya existentes, ante la muerte. De hecho, esta sección tiene más que ver con el modo en que reaccionaron los discípulos ante la muerte de Lázaro que con el mismo Lázaro.
Juan divide la historia en cuatro partes, mostrando cómo reaccionaron cuatro personas distintas, a la muerte de Lázaro.
1. Los apóstoles
Vs. 7-8 – Luego, después de esto, dijo a sus discípulos: Vamos de nuevo a Judea. Los discípulos le dijeron: Rabí, hace poco que los judíos procuraban apedrearte, ¿y vas otra vez allá?
Los Apóstoles percibieron, no tanto la muerte de Lázaro como la amenaza de muerte sobre Jesús (y, en consecuencia, sobre ellos mismos) si regresaban a la zona conflictiva que acababan de abandonar. Su reacción, ante todo ello, es de miedo.
Vs. 9-10 – Jesús respondió: ¿No hay doce horas en el día? Si alguno anda de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo. Pero si alguno anda de noche, tropieza, porque la luz no está en él.
Jesús les tranquiliza explicándoles que su seguridad no se mide por el poder de su enemigo, sino más bien por el lado en el que están.
- Jesús es la luz, garantiza el camino, crea el día allá donde está. Estar con Él es estar seguro y no tropezar, por difícil que sea el camino.
- Los enemigos de Jesús son la noche, las tinieblas. Su plan fracasará (en este caso, los Judíos que quieren matarLe antes de que sea el momento) porque están en el lado equivocado, no porque sean débiles o sin un plan.
Vs. 11-12 – Dijo esto, y después de esto añadió: Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo. Los discípulos entonces le dijeron: Señor, si se ha dormido, se recuperará.
Jesús había dicho al principio "vamos", y al ver su miedo dice: "Voy a despertarle del sueño". Los apóstoles piensan ahora que Lázaro está dormido y tratan de desanimar a Jesús diciendo "si está durmiendo, estará bien, no necesitas ir". No quieren que Su marcha les haga quedar mal (esto es, parecer temerosos). Siempre es más fácil desanimar a aquellos que quieren seguir adelante que contener nuestro miedo u orgullo e ir con ellos.
Vs. 13-15 – Pero Jesús había hablado de la muerte de Lázaro, mas ellos creyeron que hablaba literalmente del sueño. Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y por causa de vosotros me alegro de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a donde está él.
Jesús explica a las claras que Lázaro está muerto. Y expresa asimismo Su gozo por el hecho de que Dios ha resuelto las circunstancias de tal manera, que Jesús realizará un gran milagro ante sus ojos que los animará a creer. Una vez más, los anima a tener fe y valentía diciendo "vayamos hacia él."
Vs. 16 – Tomás, llamado el Dídimo, dijo entonces a sus condiscípulos: Vamos nosotros también para morir con Él.
Tomás, tras la invitación de Jesús, invita una vez más a todos para ir, se arma de valor y anima a todos a seguir a Jesús. En este punto, los apóstoles pasan del miedo al coraje, pero el milagro de Jesús los llevará a la meta final, la fe.
2. Marta
Vs. 17 – Llegó, pues, Jesús y halló que ya hacía cuatro días que estaba en el sepulcro.
El cuerpo estuvo en el sepulcro durante cuatro días. Los Judíos no embalsamaban el cuerpo, simplemente lo perfumaban, limpiaban y lo envolvían en tela. El cuerpo comienza a descomponerse tras cuatro días en una tumba de piedra calurosa y sin aire.
Vs. 18-22 – Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros; y muchos de los judíos habían venido a casa de Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, fue a su encuentro, pero María se quedó sentada en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 Aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
Marta respeta a Jesús, ve en Él a un gran profeta y sanador, sabe que Él puede salvarle. Incluso expresa esta idea.
Vs. 23 – Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Jesús le dice lo que está a punto de hacer.
Vs. 24 – Marta le contestó: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.
Ella repite lo que ha aprendido como buena Judía, que en el fin del mundo, todos los Judíos buenos y fieles serán resucitados de entre los muertos. Ella no quiere molestar a Dios ... es razonable y contenida. La respuesta de Marta a la muerte es resignación. Está resignada al hecho de que la muerte está ahí y que, en algún momento futuro, de acuerdo con la religión que ha aprendido, habrá una resurrección. Por el momento, sin embargo, la muerte es mayor que la resurrección. Para ella, la muerte es real y la resurrección es una doctrina. Una doctrina verdadera, pero menos real que la muerte a la que se enfrenta.
Vs. 25-26 – Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?
Jesús le revela la realidad tras la doctrina. Si hay una resurrección de entre los muertos, el que produce esa resurrección ¡está justo enfrente de ella! Y Él es real, no solo una doctrina. Si por la fe te unes al que produce la resurrección, la resurrección se convertirá en una realidad mayor en tu vida que la muerte. Jesús dice que la unión con Él a través de la fe da al creyente dos cosas:
- Vs. 25: Tendrá vida, vida verdadera, el tipo de vida que no es esclava del miedo a la muerte. El tipo de vida que tiene esperanza incluso frente a la muerte.
- Vs. 26: La persona unida a Jesús no morirá jamás, ni será extinguida o separada de Dios. La muerte solo será una sombra momentánea. Jesús desafía la visión inadecuada de Marta sobre la resurrección que le produce resignación.
Vs. 27 – Ella le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que viene al mundo.
Marta pasa de la fe inteligente (resignación) a la fe viva. Téngase en cuenta que ella no habla de la resurrección, es su visión de Jesús la que cambia. Nótese su respuesta:
- Sí - ella dice que sí; no tal vez, o más tarde.
- Señor - ella reconoce Su soberanía.
- Cree - ella acepta como verdad lo que Él dice, quien es Él.
- Cristo - el ungido de Dios (título).
- Hijo de Dios - acepta Su divinidad.
- Viene al mundo - el Mesías, el salvador, mi salvador.
Para Marta, la muerte de Lázaro fue la mayor de las realidades. La resurrección era una doctrina lejana de su religión, que traía poco consuelo en este momento. Jesús redirige su atención para que no se centre en la muerte que tiene ante sí, o en la resurrección de un futuro lejano, sino en Él mismo. Él es el único que puede darle su verdadera vida ahora, a pesar del terror diario de la muerte y también darle la seguridad absoluta ahora acerca de la vida eterna, no solo una vaga promesa en el futuro.
3. María
Vs. 28-31 – Y habiendo dicho esto, se fue y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí, y te llama. Tan pronto como ella lo oyó, se levantó rápidamente y fue hacia Él. Pues Jesús aún no había entrado en la aldea, sino que todavía estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban con ella en la casa consolándola, cuando vieron que María se levantó de prisa y salió, la siguieron, suponiendo que iba al sepulcro a llorar allí.
Marta va a buscar a María y la dirige a Jesús. Otros la siguen.
Vs. 32-33a – Cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se arrojó entonces a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Y cuando Jesús la vio llorando, y a los judíos que vinieron con ella llorando también,
La reacción de María hacia Jesús es similar a la de Marta, pero su reacción a la muerte de Lázaro era de lamentación. No está siendo razonable, está hundida.
Vs. 33b-37 – se conmovió profundamente en el espíritu, y se entristeció, y dijo: ¿Dónde lo pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Por eso los judíos decían: Mirad, cómo lo amaba. Pero algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera?
Nótese que la reacción inicial de Jesús a María fue la propia de un ser humano: emocionado, conmovido, preocupado (perturbado, incómodo emocionalmente), lloró. No era la primera vez, lloró por Jerusalén porque Le rechazó (Lucas 13:34) y no será la última vez (lloró en el jardín antes de su muerte, Hebreos 5:7).
Creo que Jesús reaccionó de esta manera porque esta es una reacción legítima de una persona humana al enfrentarse con la muerte. 1) Conmovido por la emoción por los problemas y el dolor de alguien. 2) Incomodidad emocional y espiritual ante los horribles resultados del pecado y de Satanás. 3) Expresión física de tristeza.
Dije que esta era una reacción humana legítima compartida por ambos María y Jesús, pero Jesús también era Dios, de modo que, en los próximos versículos restantes, Jesús muestra cómo Dios reacciona ante la muerte.
4. Jesús
Vs. 38-40 – Entonces Jesús, de nuevo profundamente conmovido en su interior, fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta sobre ella. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, hermana del que había muerto, le dijo: Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió. Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?
La fe de Marta se debilita porque una vez más se enfrenta a la realidad (olor) de la muerte que es más fuerte que la realidad de la Resurrección. Esto también es así en nuestra vida diaria. La muerte siempre parece más fuerte y real que la resurrección.
Jesús reafirma su fe, continúa animándola a creer, a pesar de la duda que experimenta al enfrentarse a la terrible realidad de la muerte. Esto también es así en nuestras vidas. Jesús, a través del Espíritu Santo, la Palabra, la iglesia, está siempre animándonos a creer en la resurrección, a pesar del gran argumento en favor de la finalidad de la muerte que vemos en nuestra vida diaria.
Vs. 41-42 – Entonces quitaron la piedra. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado.
Jesús ora en voz alta para mostrar a las personas que lo rodean que el milagro que está a punto de realizar es de Dios y confirmar ante sus ojos que Él también es de Dios. Quiere mostrar también cómo Dios reacciona ante la muerte: no con miedo como los Apóstoles; no con resignación como Marta; no con dolor como María, sino con poder como el que tiene autoridad sobre la muerte.
Vs. 43-44 – Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadlo, y dejadlo ir.
Con un mandato, Jesús muestra su poder sobre la muerte llamando a Lázaro de vuelta a la vida. A este punto la gente no estaba reaccionando ya a la muerte, reaccionaban a Jesucristo.
- Los apóstoles ahora sabían porqué estaban del lado correcto y no tenían por qué temer: Jesucristo tenía el poder sobre la muerte y el enemigo más temible fue derrotado.
- Marta vio ahora cuán válida era su fe. Jesús no fue sólo una promesa o una doctrina: Él era el poder que garantizaba la promesa y mostró el poder ante sus propios ojos.
- María ahora podía ir más allá del dolor, a la esperanza: vio que la muerte, aunque triste, no es definitiva. Esto es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: "... el que cree en mí, vivirá incluso si muere ". (Vivirá ahora y para siempre).
Vs. 45-46 – Por esto muchos de los judíos que habían venido a ver a María, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en Él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
Nótese, una vez más, que el resultado de este milagro sigue el patrón de los que precedieron: unos creen y otros no. Incluso teniendo una prueba poderosa ante ellos, hay todavía quienes optan por rechazar la evidencia y permanecer incrédulos respecto de Jesús y sus afirmaciones.
La Conspiración
Aun así, Juan agrega algunos comentarios adicionales sobre el impacto final que este milagro produjo en los incrédulos, especialmente en aquellos con roles de liderazgo de los judíos.
Vs. 47-48 – Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron un concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos seguir así, todos van a creer en Él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación.
Reconocen el milagro en privado, pero pierden por completo su significado. Para ellos, no apunta a que Dios esté entre ellos, sino más bien a alguien que representa una amenaza a su posición de liderazgo. En este diálogo, Juan confirma respecto de estos hombres lo que Jesús había dicho previamente de ellos en su parábola acusatoria de los buenos y malos pastores.
Vs. 49-53 – Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote ese año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, ni tenéis en cuenta que os es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Ahora bien, no dijo esto de su propia iniciativa, sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos. Así que, desde ese día planearon entre sí para matarle.
A pesar de su mala intención, Dios todavía los utiliza para el propósito de la Obra de Cristo. Caifás sostiene que es mejor que un hombre muera a que toda la nación se trastorne o, incluso peor, sea destruida. Su argumento es que, si Jesús sigue vivo, puede causar problemas en la medida que la nación sufriría en manos de los romanos. Mejor que muera Jesús, a que lo haga la nación. Este argumento lo utiliza para ganarse al consejo y tramar con él una manera de destruir a Jesús. Juan agrega que, aunque el Alto Sacerdote estaba diciendo esto, movido por un motivo maligno, Dios en realidad estaba convirtiéndolo en profeta, a su pesar.
De acuerdo con el propósito de Dios, Jesús fue enviado a morir para salvar, no sólo a la nación de Israel, sino a todos los demás "esparcidos en el extranjero", incluidos los Judíos que vivían fuera de Israel y los Gentiles.
Juan muestra que, incluso con todo su poder y astucia, el Alto sacerdote no pudo superar a Dios y Su plan final con Jesús.
Vs. 54-57 – Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se fue de allí a la región cerca del desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con los discípulos. Y estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos de la región subieron a Jerusalén antes de la Pascua para purificarse. Entonces buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se decían unos a otros: ¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta? Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que si alguien sabía dónde estaba Jesús, diera aviso para que le prendieran.
Porque el Señor conocía sus planes y porque quería ir a Su muerte en Sus términos y no en los de ellos, abandona la ciudad para ir a una región más segura (probablemente en la parte norte de las Colinas de Judea).
Por lo general, Jesús se encontraba en el templo enseñando durante las fiestas importantes cuando había mucha gente en Jerusalén. Como la fiesta de Pascua más importante y concurrida se iba acercando, la gente comenzó a preguntarse si Él aparecería, como era su costumbre, durante los últimos años.
Con los últimos versos, el escenario está listo para el encuentro final entre Jesús y Sus apóstoles, así como para su posterior arresto por los líderes Judíos que ya han decidido matarLe. Solo les falta la oportunidad y algún cargo contra Él.