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La pasión - parte 2

Esta lección examina las diversas pruebas y líderes que Jesús enfrentó antes de ser finalmente condenado a la cruz. Juan también ofrece una breve descripción de la escena de la crucifixión.
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En el capítulo anterior, estudiamos la descripción que hace Juan de los últimos días de Jesús. Juan se centra en la traición al Señor por Judas y Sus juicios ante los líderes Judíos. Explicamos que Jesús:

  1. Primero comparece ante Anás, el ex Sumo Sacerdote y actual suegro del Sumo Sacerdote, en una audiencia preliminar.
  2. Luego es enviado a comparecer ante el alto oficial y Sacerdote, Caifás y el Sanedrín, para ser formalmente acusado y condenado.
  3. Jesús comparece ante Caifás por segunda vez, una vez en plena noche y otra vez temprano a la mañana siguiente.
  4. A continuación, los Judíos llevan a Jesús ante Poncio Pilato, Gobernador romano, con el fin de persuadirle de dictar sentencia de muerte, algo que los Judíos tenían prohibido por ley.
  5. Juan no lo menciona, pero Lucas (Lucas 23:8-12) señala que Pilato, al enterarse de que Jesús es de Galilea, Le envía a comparecer ante Herodes (quien gobernaba la sección norte y estaba en Jerusalén en ese momento) y que Herodes se ocupe de él.
  6. Herodes no concluye nada, ya que Jesús permanece en silencio.
  7. Pilato toma la custodia de Jesús y comienza a interrogar acerca de Sus afirmaciones, y Jesús, a su vez, comienza a preguntar a Pilato acerca de su fe. Es en este momento que Pilato interrumpe la conversación y se vuelve a los judíos para informarles de su punto de vista respecto de Jesús y de la petición de ejecutarLe.

Pilato no se ha sentido movido a creer en Jesús como rey de otro mundo, pero tampoco ha sido persuadido de creer los cargos presentados en Su contra por los judíos.

El juicio ante Pilato - 18:38-19:16

Vs. 38b-40 – Y habiendo dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en Él. Pero es costumbre entre vosotros que os suelte a uno en la Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos? Entonces volvieron a gritar, diciendo: No a este, sino a Barrabás. Y Barrabás era un ladrón.

Pilato cree que Jesús es realmente inocente de los cargos y que no puede ser condenado a muerte pero tampoco Le libera, una concesión a los líderes Judíos que lo presionan para que adopte algún tipo de acción.

Los otros escritores de los evangelios brindan información respecto del hecho que, en ese momento Pilato, al enterarse de los orígenes de Jesús en Galilea, decide enviar a Jesús para que lo interrogue Herodes, el Tetrarca de Galilea. Herodes era uno de los hijos de Herodes el Grande (que era rey cuando nació Jesús). Cuando murió, el reino de Herodes quedó dividido entre sus hijos. El hijo llamado Herodes recibió el gobierno de la porción de tierra del norte, alrededor de Galilea. El termino "Tetrarca" es griego, y fue utilizado por los romanos para referirse a quien gobierna una parte de la provincia, como hizo Herodes.

Jesús se reúne brevemente con Herodes, pero éste no halla nada que pueda favorecer a Pilato, de modo que Jesús es devuelto al gobernador Romano para la adopción de más medidas. Es en este punto que Pilato intenta liberar a Jesús mediante una ley o tradición judía, para minimizar el impacto negativo que podría provocar. Debería haberlo liberado, simplemente, porque lo encontró inocente, pero Pilato tuvo miedo de hacerlo.

Era costumbre durante el periodo de Pascua presentar dos prisioneros y que el pueblo eligiese uno con objeto de liberarlo. Constituye un insulto a Jesús, que es inocente, colocarlo frente a un hombre que es un ladrón y un homicida convicto (Mateo 27:16; Marcos 15:7).

Pilato confía en un principio que la gente elija a Jesús, maestro y curandero popular, antes que al asesino convicto. Pero Pilato no puede evitar provocar a los líderes Judíos ofreciendo a Jesús como "su rey". Es fácil imaginar la risa de los soldados Romanos, la ira de los líderes Judíos y el resentimiento de la gente cuando se le pide que elija entre su "rey" y un criminal común.

Para su sorpresa la multitud, bien aderezada con las palabras de los seguidores de los líderes Judíos, rechazando cualquier defensa de Jesús, claman para salvar Barrabás. Frustrado su intento de liberar a Jesús de esta manera, Pilato intentará otro curso de acción.

Capítulo 19, vs. 1-5 – Pilato, pues, tomó entonces a Jesús y le azotó. Y los soldados tejieron una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza y le vistieron con un manto de púrpura; y acercándose a Él, le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez, y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera, para que sepáis que no encuentro ningún delito en Él. Jesús entonces salió fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el Hombre!

Viendo que los Judíos buscan sangre, Pilato sigue adelante y tortura al Señor. La burla, la corona de espinas y la túnica son un intento de humillar y desacreditar a Jesús ante los Judíos.

Tras el órdago de los soldados, Jesús es conducido de regreso, desnudo (así se flagelaba a los prisioneros) excepto por lo que hace a la corona de espinas y una túnica vieja (probablemente una usada por uno de los soldados). Pilato nuevamente declara Su inocencia y lo presenta de manera burlona como "...el hombre". La idea es que no deben tener miedo de esta persona por el hecho de que clame ser un rey. Los Romanos Le han reducido y mostrado que Él es solo un hombre.

Pilato tiene tres objetivos:

  1. No quiere ejecutar a un hombre que es claramente inocente y, por lo tanto, causar un posible alboroto con la gente.
  2. Quiere aplacar a los líderes judíos que quieren que haga "algo" con este alborotador.
  3. Pilato no puede evitar insultar y menospreciar a estas personas que él desprecia y que como bien sabe, le desprecian.

En su mente, torturando, humillando y luego entregando a Jesús a los judíos puede lograr estos tres objetivos.

Vs. 6-11 – Entonces, cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, gritaron, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle, porque yo no encuentro ningún delito en Él. Los judíos le respondieron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley Él debe morir, porque pretendió ser el Hijo de Dios. Entonces Pilato, cuando oyó estas palabras, se atemorizó aún más. Entró de nuevo al Pretorio y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio respuesta. Pilato entonces le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte, y que tengo autoridad para crucificarte? Jesús respondió: Ninguna autoridad tendrías sobre mí si no se te hubiera dado de arriba; por eso el que me entregó a ti tiene mayor pecado.

Su intento de hacer que la multitud esté de acuerdo con él en liberar Jesús ha fallado, pues responden a la tortura con gritos de crucifixión. Pilato repite de nuevo que no encuentra ninguna base para ejecutar a esta persona y les dice que lo hagan ellos, si quieren tanto su muerte. Esto, por supuesto, constituye una provocación para los Judíos. porque tanto él como ellos saben que no tienen tal autoridad.

Pero los Judíos perciben una debilidad en la respuesta de Pilato. Él dice: "Yo no hallo culpa en él", y los Judíos responden que tienen una ley y por esa ley Él debería morir. En otras palabras, si no tienes norma o motivo para condenarLe, nosotros si, utiliza nuestra ley para llevarlo a cabo.

Aquí es donde revelan la verdadera razón de su deseo de ejecutarLe: Su afirmación de divinidad. Ello asusta a Pilato, porque como pagano no creía ni comprendía al Mesías Judío y sus afirmaciones, pero sus propios antecedentes estaban repletos de dioses romanos, de mitologías, etc. ¿Podría este hombre ser uno de ellos? Era escéptico, pero la conducta y reputación de Jesús eran inusuales y esta última revelación de los Judíos le asustó. ¿Podía haber torturado inadvertidamente a uno de los Dioses romanos de los que se decía que, a veces, se mezclaban con los hombres? Si fuera el caso entonces, ¿qué le harían los dioses por ello?

Pilato vuelve a interrogar a Jesús y, esta vez, el interrogatorio es más urgente y personal porque el mismo Pilato puede resultar involucrado. Pilato pregunta de dónde es Jesús, quiere más detalles sobre su identidad, pero Jesús no da respuesta. Ya le ha dicho quién es Él y Pilato no ha creído, de modo que ya no responde a más preguntas.

Frustrado, Pilato alude a su poder para liberarLe o ejecutarLe, esperando que esta amenaza u oferta motive a Jesús a explicar más Su identidad. Jesús no amplía el conocimiento de alguien sobre Él si no hay fe. Primero, crees, luego conoces. Jesús responde haciendo una reflexión acercade de la percepción de Pilato sobre su propio poder. Le dice dos cosas:

  1. Pilato no tiene autoridad sobre Su vida, alguien distinto le ha dado esa autoridad y poder. Y sabemos que Dios es quien permite y designa líderes seculares, buenos o malos (Romanos 13).
  2. Incluso los errores que comete ahora resultan secundarios frente a los agravios cometidos por los Judíos, quienes Le arrestaron juzgaron y acusaron falsamente en un principio.

Jesús responde como un verdadero rey y juzga la forma en que estos funcionarios menores se han comportado.

Vs. 12-16 – Como resultado de esto, Pilato procuraba soltarle, pero los judíos gritaron, diciendo: Si sueltas a este, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se opone al César. Entonces Pilato, cuando oyó estas palabras, sacó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en un lugar llamado el Empedrado, y en hebreo Gabata. Y era el día de la preparación para la Pascua; era como la hora sexta. Y Pilato dijo a los judíos: He aquí vuestro Rey. Entonces ellos gritaron: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: ¿He de crucificar a vuestro Rey? Los principales sacerdotes respondieron: No tenemos más rey que el César. Así que entonces le entregó a ellos para que fuera crucificado.

El juego final en el esfuerzo de Pilato por liberar a Jesús se vislumbra y los judíos ponen el punto de mira en su propia vulnerabilidad. Hasta ese momento, su foco ha estado en Jesús y su deseo de que sea ejecutado.

Los líderes Judíos le han burlado al proporcionar todo lo que necesita para llevar a cabo la ejecución:

  1. Han presentado un cargo de sedición (alegando que Él era un rey).
  2. Le han dado un marco legal para condenarLe, ya que Pilato no puede hacerlo basándose en la ley romana. Puede condenar a Jesús usando su interpretación de la ley Judía.
  3. También proporcionan motivación, al sugerir que liberar Jesús sería contrario al deseo del César (el gobernante de Pilato).
  4. Los judíos terminan su asalto a Pilato declarando que haciendo esto logrará su máxima lealtad a Roma.

Y así, en contra de su conciencia (tres veces fue hallado sin culpa), de la ley (los inocentes deben ser puestos en libertad) y del mejor juicio (miedo), Pilato envía a Jesús a la muerte pensando que, al hacerlo, apaciguará a los líderes Judíos, evitará disturbios civiles y asegurará su propia posición en el gobierno. El era el gobernador del César, pero un disturbio o protestas sostenidas que cuestionaran su lealtad a Roma y su competencia podría ser una amenaza para su puesto.

Queda completado otro ciclo cuando Jesús con Su silencio, Sus palabras y Su comportamiento proclama su identidad. Este oficial romano no cree y actúa con incredulidad enviando a Jesús a una ejecución que era ilegal (pues no está permitido ejecutar a una persona declarada inocente en juicio).

La crucifixión - vs. 17-30

Vs. 17-22 – Tomaron, pues, a Jesús, y Él salió cargando su cruz al sitio llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota, donde le crucificaron, y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio. Pilato también escribió un letrero y lo puso sobre la cruz. Y estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDÍOS. Entonces muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, en latín y en griego. Por eso los principales sacerdotes de los judíos decían a Pilato: No escribas, «el Rey de los judíos»; sino que Él dijo: «Yo soy Rey de los judíos». Pilato respondió: Lo que he escrito, he escrito.

Juan no da muchos detalles sobre la tortura adicional y el proceso de crucifixión, pues ya había sido hecho por los otros escritores del evangelio. De hecho, prosigue con su tema sobre la identidad de Jesús al describir el debate en curso entre los líderes Judíos y Pilato.

Pilato tiene ahora la última palabra y combina lo que los Judíos afirman de Jesús y lo que Jesús mismo había dicho acerca de su identidad. Su intención era insultar aún más a los Judíos, la intención de ellos era tanto matar como desacreditar a Jesús; mas al final, lo que quedó escrito en varios idiomas para que todo el mundo lo leyera era la verdad. Aquí, en esta cruz está: Jesús, el hombre de Nazaret; Jesús, el Hijo de Dios; Jesús el Dios / Hombre. A pesar de la protesta de los líderes Judíos líderes, Pilato se las arregla para tener la última palabra y, al hacerlo, proclama la verdad que tanto él como los Judíos pasaron por alto.

Vs. 23-27 – Entonces los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes, una parte para cada soldado. Y tomaron también la túnica; y la túnica era sin costura, tejida en una sola pieza. Por tanto, se dijeron unos a otros: No la rompamos; sino echemos suertes sobre ella, para ver de quién será; para que se cumpliera la Escritura: Repartieron entre si mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. Por eso los soldados hicieron esto. Y junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, la mujer de Cleofas, y María Magdalena. Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien Él amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡He ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa.

Había cinco prendas de vestir que usaban los hombres Judíos: una cubierta para la cabeza (turbante) para protegerse del sol; una túnica que se llevaba cubriendo el cuerpo; un par de sandalias para los pies; una faja o fajín que se usaba alrededor de la cintura para asegurar un quinta pieza, que era un manto exterior; el calzoncillo no tenía valor y era de tal naturaleza que podía ser descartado. Era costumbre de los soldados que llevaban a cabo ejecuciones repartirse los efectos personales de la víctima entre ellos.

Juan, junto con las mujeres, fue testigo presencial y explica que cuatro soldados tomaron una pieza de ropa para cada uno y, en lugar de romper y arruinar la túnica que era de una sola pieza (sin costuras) y de buena calidad, la echaron a suertes. Este detalle aparentemente sin importancia tiene gran significación al cumplirse una profecía sobre los detalles de la muerte del Mesías hecha por David unos 800 años antes (Salmos 22:18). De nuevo, sin una palabra o gesto, Jesús está proclamando Su identidad a quienes tiene delante (soldados y, especialmente, líderes y maestros Judíos) y ellos responden una vez más con incredulidad.

Téngase en cuenta que se hallaban tres Marías en la escena:

  1. María, la madre de Jesús.
  2. María, hermana de la madre del Señor y esposa de uno de sus primeros discípulos Clopas, quien muchos creen que es el hermano de José, padre terrenal de Jesús (dos hermanas casadas con dos hermanos).
  3. María de Magdala, un pueblo de Galilea. Jesús echó espíritus de ella y era una fiel discípula.

Jesús se encarga del cuidado de Su madre viuda, en Su deber como hijo mayor. La deja al cuidado de alguien que tenía un amor especial por Él; ahora ese amor será para cuidar para Su madre. En ese momento, solo un Apóstol y amigo estaba cerca, hasta Sus hermanos y hermanas terrenales, que más creerían, se habían ido. De modo que recayó en Juan esta especial responsabilidad.

Esto resulta comprensible. Cuando nuestros hijos eran jóvenes, aunque teníamos familia, nuestra voluntad era que, en caso que falleciéramos, nuestros hijos fueran cuidados por hermanos y hermanas de la iglesia y no por nuestras familias incrédulas.

Jesús hace lo mismo aquí, al dejar el cuidado de Su madre en las manos de la única persona fiel que estaba allí en ese momento.

Vs. 28-30 – Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: ¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todo cumplido. Es decir, todas las cosas que el Padre, a través de las Escrituras, predijo que Él haría, incluyendo este sufrimiento y muerte en la cruz. La solicitud de vino (aun vino amargo) permite a Sus labios resecos pronunciar Sus últimas palabras, registradas aquí y en Lucas, antes Su muerte.

Nótese también que controla incluso esta parte de los acontecimientos, en el sentido de que fue Él quien entregó Su espíritu -no es que fuera simplemente abandonado. Tuvo control sobre el momento de Su muerte por dos razones:

  1. Porque no tenía pecado y por eso la muerte no podía vencerLe. Fue él quien decidió cuándo se iría Su espíritu.
  2. Completó todo lo encomendado a Él por el Padre y que había sido registrado en las Escrituras, y no rendiría el espíritu hasta que todo ello fuera cumplido.

Con el sacrificio de Su vida perfecta, Jesús cumplió con los requisitos de la Ley, pagó la deuda moral por nuestros pecados y abrió la puerta al perdón de todos los hombres gracias a Su sacrificio.

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