9.

Jesús mira hacia Jerusalén

Parte 4

Jesús sana a 10 leprosos y hace una profecía sobre el juicio venidero sobre la ciudad de Jerusalén por haber rechazado al Mesías divino.
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Sería bueno a esta altura del estudio revisar nuestro bosquejo del evangelio de Lucas para poner el material de este capítulo en el contexto del libro entero de Lucas. En otras palabras, ¿hasta dónde hemos llegado?

  • El Principio – 1:1-3:38
  • Jesús en Galilea – 4:1-9:50
  • Jesús Mira Hacia Jerusalén – 9:51-18:30
  • Jesús Entra a Jerusalén – 18:31-21:38
  • El Cumplimiento – 22:1-24:53

En la sección previa, Jesús estaba instruyendo a Sus discípulos respecto a varios temas conforme a la vida del discípulo. En la siguiente sección, el autor termina con los eventos que ocurren mientras que Jesús lentamente llega a las afueras de Jerusalén y eventualmente a la ciudad misma de Jerusalén. Lucas observa este hecho al anteceder los encuentros que Jesús tiene con varias personas en el camino con un recordatorio de dónde Jesús y los Apóstoles están geográficamente.

Y aconteció que mientras iba camino a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea,
- Lucas 17:11

La Sanación de los Diez Leprosos – 17:12-19

12y al entrar en cierta aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia, 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros!
- Lucas 17:12-13

La lepra es una enfermedad antigua mencionada en tanto en el Viejo como el Nuevo Testamento (de una palabra griega que significa escama de pescado o despellejo). Era lo que hoy en día se llama la enfermedad de Hansen, en honor al médico que en 1873 descubrió que esta enfermedad está causada por una bacteria que ataca al sistema nervioso. Las personas con lepra sufren de una desfiguración en su piel y huesos, se tuercen sus extremidades y los dedos de la mano quedan en forma de garra. La mayor parte de las deformidades que sufren los leprosos resultan de accidentes que ocurren porque han perdido el sentido del tacto debido al daño extremo en los nervios (e. g. leprosos que no ponen atención pueden cortarse sin querer o agarrar una taza de agua hirviente sin sentir dolor). La lepra, como también el tuberculosis al cual se parece, es contagiosa y se propaga al tocar la piel infectada o las secreciones de una persona que sufre de esta enfermedad.

Aunque no se sabía todo esto en los tiempos del Nuevo Testamento, los leprosos igual fueron separados de la población en general y fueron considerados como muertos desde una perspectiva religiosa. El contacto con ellos te dejaba como impuro ritualmente (tal como contacto con un cadáver humano o animal), y tendrías que pasar por un proceso de purificación antes de poder regresar a interacciones sociales normales y adorar en el templo. Los leprosos tenían que vivir afuera de las ciudades y aldeas en campamentos improvisados. Esto explica por qué estos hombres llamaron a Jesús en Su camino al pueblo. Observe que piden misericordia y no monedas. Se les obligaban vivir afuera de la sociedad pero conocían lo que pasaba dentro de la sociedad a la cual tenían prohibido interactuar.

A diferencia de quienes tenían acceso a Jesús (sacerdotes, maestros de la ley, judíos comunes) quienes debatían Sus afirmaciones y se negaban a creer lo que Él había hecho por otros, apelan a Él por misericordia y sanación.

Cuando Él los vio, les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios.
- Lucas 17:14

La instrucción que les dio de ir al sacerdote era el procedimiento adecuado para alguien que había sido sanado o quien experimentaba una remisión de la enfermedad de la cual sufría.

Y Él le mandó que no se lo dijera a nadie. Pero anda —le dijo—, muéstrate al sacerdote y da una ofrenda por tu purificación según lo ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.
- Lucas 5:14

Jesús describe el proceso que necesitan pasar (ser examinados por un sacerdote) para confirmar que su sanación era legítima. Una vez han cumplido con el proceso, pueden regresar a sus actividades normales dentro de la sociedad y participar en la adoración pública en la sinagoga y el templo.

Es importante notar aquí que fueron sanados solo después de que empezaron su camino a ver al sacerdote, no antes. Los leprosos clamaban con fe y Jesús respondió con darles una prueba de fe. Jesús puede sanar o salvar con o sin una prueba de fe (Él sabe si realmente creemos o no). Sin embargo, esta prueba de fe tuvo dos propósitos:

  1. Confirmó en las mentes de los leprosos que su fe en Jesús fue recompensada con este milagro.
  2. La prueba también demostró que una fe viva (que sana, que salva, que sirve, etc.) se ve en acción, no simplemente en consentimiento. Una persona cree y expresa esa fe con acción.
Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
- Santiago 2:18
15Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz. 16Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y este era samaritano. 17Respondiendo Jesús, dijo: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están? 18¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero? 19Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha sanado.
- Lucas 17:15-19

Había diez leprosos y uno de ellos era un samaritano (aparentemente la división entre judío y samaritano quedó en el olvido frente a la enfermedad que compartían). De los diez, solo el samaritano vuelve a agradecer a Jesús antes de ir a los sacerdotes para confirmar su sanación y volver a la sociedad. La manera en que lo hace indica no solo su gratitud pero también su reverencia y devoción a Jesús. Vemos a este pobre alma sufriente posponer su redención social para agradecer y honrar a Quien lo sanó.

Jesús declara lo obvio, "¿Dónde están los demás, solo ha regresado este samaritano a agradecer?" Al responder a la demostración del samaritano de gratitud y honor, el Señor comenta sobre los diferentes resultados que cada uno recibiría:

  1. Los nueve pidieron y recibieron sanación, e iban en camino a la aceptación social y una vida normal.
  2. El samaritano pidió y recibió la sanación, pero, por su respuesta a Cristo, recibió no solo el camino a la normalidad física pero la vida eterna también.

Este escenario también sirve como una profecía viviente respecto a cómo el evangelio sería aceptado tanto por los judíos como los gentiles. La sanación de los nueve judíos representa las bendiciones y las oportunidades que la nación judía tenía al recibir a Jesús como su Mesías. Sin embargo, a pesar de la Ley, los profetas, el templo, los milagros y que Jesús era uno de ellos - los judíos lo rechazaron. De los nueve leprosos, ni uno solo volvió a reconocer y agradecer al Señor. El samaritano solitario representa a los gentiles, quienes a pesar de las dificultades (creer en un Salvador extranjero que venía de un pueblo que los odiaba), aún así abrazaron al cristianismo en grandes cantidades.

Esta parábola viviente, entonces, señala no solo el rechazo que pronto enfrentará Jesús en Jerusalén, pero eventualmente el rechazo del evangelio por los judíos y su aceptación por los gentiles en las siguientes décadas y siglos.

Predice la Segunda Venida – 17:20-37

Tanto Mateo como Marcos escriben la enseñanza de Jesús sobre la llegada del reino, un tema tocado por las preguntas de los Fariseos:

20Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles, 21ni dirán: «¡Mirad, aquí está!» o: «¡Allí está!» Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está.
- Lucas 17:20-21

Habían presenciado las obras de Jesús y sabían que el Mesías sería revelado por gran poder y milagros, pero no vieron las señales del reino que pensaron que vendrían con el Mesías:

  • Renovación de poder político
  • Libertad del dominio romano
  • Prosperidad

'Si eres el Mesías,' decían ellos, '¿dónde y cuándo se supone que llega tu reino?'

Jesús les dice que el reino no se puede ver de acuerdo con su criterio físico y ya estaba entre ellos, encarnado en Él mismo y Sus discípulos.

En los versículos 22-37 Jesús provee otra prueba de Su divinidad y legitimidad como el Mesías. Esto lo hace al predecir la manera en que morirá y la subsiguiente destrucción de la nación unos 40 años en el futuro. También responde a su pregunta sobre la llegada del reino. Ellos estaban pidiendo una señal que podían reconocer del reino (pensando que el reino sería un evento local, cultural y político). Jesús responde que cuando el reino (hablando del cumplimiento del reino que ocurrirá al fin del mundo cuando Él vuelva; no la llegada del reino, lo cual ya había sucedido con Su primera aparición), el cumplimiento del reino vendría, nadie lo perderá. Lo compara a un relámpago, un fenómeno natural que es clara y fácilmente visto por todos.

Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación.
- Lucas 17:25

En el versículo 25 no solo profetiza sobre Su propio muerte pero también provee las razones por las cuales estos judíos no reconocieron la llegada inicial del reino en su propia época... ¡rechazaron su rey!

En lo que resta del pasaje (versículos 26-37), Él contrasta creyentes y no creyentes, y lo que sucede cuando el reino se cumple en el juicio final (el uno va al cielo con Jesús; el otro se queda a enfrentar el juicio). No hay un evento misterioso que dejará a ollas con agua hirviendo o autos vacíos en la carretera porque los fieles han sido arrebatados mientras otros quedan atrás para continuar la vida aquí en la tierra (imágenes popularizados por libros y películas basados en la "Raptura"). Estos versículos simplemente advierten que juntamente con el reino viene un juicio que separará aquellos que estarán en el reino de quienes no estarán.

Los Apóstoles, quienes todavía no tienen claridad en cuanto a este tema, le preguntan al Señor donde ocurrirá esto y Jesús responde,

Respondiendo ellos, le dijeron: ¿Dónde, Señor? Y Él les dijo: Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán los buitres.
- Lucas 17:37

El juicio, dice Él, no se trata de "dónde" sino de "qué": los muertos (no creyentes) son destruidos (buitres = infierno).

Parábolas sobre la Oración – 18:1-17

Y les refería Jesús una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer,
- Lucas 18:1

Después de enseñar sobre el reino y las advertencias funestas usando lenguaje que no entendían, sin mencionar la predicción hecha por Jesús sobre Su muerte eminente, los discípulos necesitan ánimo y el Señor se los conceda en la forma de una enseñanza sobre la oración. Estas parábolas no dieron instrucciones sobre qué palabras usar o los temas por los cuales debemos orar, sino sobre las actitudes que uno debe tener para ser exitoso en la oración. El éxito en la oración es que recibas algún tipo de respuesta.

Estas dos parábolas describen tres actitudes necesarias para triunfar en la oración:

1. Perseverancia

2diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a hombre alguno. 3Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: «Hazme justicia de mi adversario». 4Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: «Aunque ni temo a Dios, ni respeto a hombre alguno, 5sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia». 6Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto. 7¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?
8Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?
- Lucas 18:2-8

Esta parábola no se trata de las calificaciones de los jueces y cómo deben ayudar a los necesitados, etc. El único objetivo de esta parábola es: la persistencia da buenos resultados. La pregunta de Jesús al final es una advertencia a los del futuro. ¿Seguirán orando los creyentes hasta el final cuando yo vuelva? Deja que cada generación que lee esta parábola responde a esa pregunta.

2. Humildad

9Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: «Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano». 13Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «Dios, ten piedad de mí, pecador». 14Os digo que este descendió a su casa justificado pero aquel no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado.
- Lucas 18:9-14

Esta parábola solo se encuentra en el evangelio de Lucas. La historia es fácil de entender porque los personajes se describen claramente. Uno es orgulloso, autosuficiente y arrogante. El otro es penitente, sincero y humilde.

El hombre humilde (como la viuda pobre en la parábola anterior) recibe una recompensa como resultado de su actitud en oración, no por la duración o el estilo de la oración ofrecida. Quienes perseveran en oración humilde (la acción y la actitud) tendrán éxito en la oración.

3. Inocencia

La tercera lección en cuanto a la oración no es dada en forma de parábola sino en la información detallada sobre el ministerio público y muy atareado de Jesús.

15Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara, pero al ver esto los discípulos, los reprendían. 16Mas Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el reino de Dios. 17En verdad os digo: el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
- Lucas 18:15-17

Esta escena indica otra actitud para alcanzar el éxito en la oración: la inocencia. No es inocencia porque no hemos pecado, sino inocencia en que nuestros corazones y mentes están libres de auto justificación, culpa, palabras o argumentos pretenciosos. Oraciones como estas son escuchadas, dijo Jesús, porque estas son las personas y las oraciones que se encuentran en el reino.

Parábola del Joven Rico – 18:18-30

18Y cierto hombre prominente le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 19Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. 20Tú sabes los mandamientos: «No cometas adulterio, No mates, No hurtes, No des falso testimonio, Honra a tu padre y a tu madre». 21Y él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. 22Cuando Jesús oyó esto, le dijo: Te falta todavía una cosa; vende todo lo que tienes y reparte entre los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme. 23Pero al oír esto, se puso muy triste, pues era sumamente rico. 24Mirándolo Jesús, dijo: ¡Qué difícil es que entren en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25Porque es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios. 26Los que oyeron esto, dijeron: ¿Y quién podrá salvarse? 27Y Él respondió: Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.
- Lucas 18:18-27

Marcos y Mateo incluyen esta parábola sobre no solo la importancia de ser discípulo sino también del alto costo del discipulado. Observe que Jesús no está agregando un requerimiento para ser Su discípulo (i. e. regalar todo recurso personal y riqueza). Esto lo sabemos porque en cada otra instancia donde la gente está obedeciendo el evangelio, este requerimiento nunca se menciona (i. e. 3000 bautizados en el Día de Pentecostés, Hechos 2:38). Sin embargo, para este hombre en particular el regalar sus bienes era necesario porque estaba impidiendo lo que realmente buscaba: la certeza que él era "perfecto" y aceptable ante Dios.

Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto...
- Mateo 19:21

Había dependido de su riqueza y su posición como garantía de que era aceptable a Dios (porque muchos judíos creían que la riqueza personal era una señal definitiva de que Dios te favorecía más que a otros). Sin embargo, a pesar de tenerlo todo, no se "sentía" aceptable, perfecto o seguro en su espíritu; entonces busca a Jesús para que le indique qué necesitaba "añadir" (una regla, un conocimiento, una práctica o ritual) para estar asegurarse. Jesús lo sorprende al decirle que si quiere ser completo, entero y estar seguro, necesitaba sacar algo, no agregar algo. Necesitaba deshacerse de la riqueza que le estaba impidiendo una dependencia completa de Jesús para su salvación, justificación, y seguridad. El hecho que se negó muestra cuan atrapado estaba en su riqueza. Se adueñó de él, no él de la riqueza.

Jesús usa esta escena para advertir a Sus discípulos sobre el limitar la visión espiritual y la vida mundana causada por buscar posesiones materiales. Es difícil que una persona rica vaya al cielo por acumular riquezas:

  1. Toma la mayoría de nuestro tiempo y atención.
  2. A menudo nos tienta a cambiar lo que es bueno y correcto para lo que es rentable.
  3. Nos atrae a personas quienes también aman y buscan la prosperidad.

Vale decir, ninguna de estas cosas promueve una visión o una práctica espiritual porque estamos continuamente enfocados en las cosas nuevas y caras de acá abajo, y no en las cosas de luz allá arriba. Desafortunadamente, llega el momento cuando (como el joven rico que se acercó a Jesús) tenemos que elegir: Dios o riquezas; y para quienes aman al dinero siempre escogerán las riquezas.

28Y Pedro dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. 29Entonces Él les dijo: En verdad os digo: no hay nadie que haya dejado casa, o mujer, o hermanos, o padres o hijos por la causa del reino de Dios, 30que no reciba muchas veces más en este tiempo, y en el siglo venidero, la vida eterna.
- Lucas 18:28-30

La pregunta de Pedro permite que Jesús les asegure a Sus discípulos que sea lo que hayan dejado para seguirlo les será recompensado en abundancia, juntamente con la vida eterna que el joven rico buscaba.

No da ningún detalle aquí, pero creo que todos quienes han llegado a Cristo en su adultez o de otra religión pueden testificar de esto. Mi familia, al día de hoy, no tienen mucho que ver con mi esposa, Lise, ni conmigo desde que nos hicimos cristianos, sin embargo, ni puedo contar los hogares de hermanos y hermanas en Cristo en este y otros países donde nos recibieron amorosamente como familia cristiana.

Los ricos tienen mucho que disfrutar y anticipar (en este mundo) mientras ven como crecen sus riquezas y contemplan qué podrán comprar y hacer. Jesús, por el otro lado, ofrece a todos la recompensa de comunión y ministerio cristiano en este mundo y la vida eterna en el que viene (algo que el dinero no puede comprar)

Preguntas de discusión

  1. Si los leprosos en esta historia tuviesen HVI en vez de lepra, ¿cómo les habría tratado Jesús? ¿Por qué?
  2. Si Dios sabe que nuestra fe es sincera, ¿por qué debe requerir una expresión externa de fe?
  3. Vemos en la parábola de Joven Rico como la riqueza puede ser un obstáculo a la fe, ¿puede también la pobreza ser obstáculo? Explique cómo y maneras de sobrellevar o vencer estos obstáculos a la fe.