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Salmos de sufrimiento

Los salmos de sufrimiento describieron tanto el problema como el efecto sobre el autor cuando abrió su corazón ante Dios en oración.
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En nuestro estudio de los Salmos, no debemos perder de vista el hecho que estos escritos no son meramente poesía religiosa dividida en varias categorías, sino también un registro inspirado de experiencias que las personas han vivido en su relación con Dios. Por ejemplo, contienen:

  • Las preguntas que surgen cuando un hombre reconoce que Dios está presente y juzgando su vida.
  • El asombro que se siente al contemplar la creación de Dios y la revelación que es dada a través de Su palabra.
  • El alivio que sienten quienes se presentan ante Dios para reconocer y arrepentirse de sus pecados, así como recibir perdón.
  • La alegría de quien se entrega por completo a la adoración del Dios verdadero.

Hay momentos, sin embargo, en que la vida está llena de dificultades, calamidades y muerte. En tiempos como estos, Dios sugiere venir a Él en oración y petición. Los salmos de sufrimiento fueron escritos durante tales períodos y describen los problemas y las peticiones hechas a Dios por aquellos cuyas vidas se vieron alteradas por adversidades habituales de las personas en toda generación y cultura.

Tipos de Salmos de Sufrimiento

Hay dos categorías principales de salmos de sufrimiento:

  1. Generales: Describen, de manera general, sufrimientos comunes de la humanidad (enfermedad, depresión, soledad, opresión, etc.). En algunos, como en los salmos de Sabiduría, se hacen a menudo la pregunta, "¿Por qué?". Muchas veces se superponen distintas enseñanzas e ideas contenidas en el mismo salmo.
  2. Imprecatorios (del latín "imprecari" que significa "orar para"): Estos salmos piden a Dios que maldiga y destruya al enemigo por ser responsable del pecado o del sufrimiento del escritor.

Salmos Generales de Sufrimiento

Salmos 42 y 43

Antecedentes: Se cree que estos dos salmos habían constituido originalmente un poema. En varios manuscritos hebreos se hallan unidos. El Salmo 43 es el único poema del segundo libro de los Salmos que carece de título, todos los demás tienen instrucciones, a excepción de éste.

El tema en ambos es similar, el autor está afligido porque ha sido excluido del santuario del Señor. Los versículos 42:5; 11 y 43:5 son lo mismo y dividen los dos poemas en tres estrofas mayores, de modo que pueden ser estudiados como un poema completo en tres partes y una sola temática.

Al parecer, el autor toca la lira (43:4) y estaba acostumbrado a encabezar procesiones ceremoniales en el Templo de Jerusalén durante los días festivos. Por alguna razón, se encuentra ahora escondido, o ha sido encarcelado por sus enemigos en la parte norte del país (Monte Hermón) y anhela su regreso a la ciudad y a la práctica del culto allí. Sus enemigos, que no son creyentes, se burlan de él cuando les expresa estos anhelos (42:3; 10). El sufrimiento del escritor se intensifica porque piensa que Dios le ha abandonado (42:9). A pesar de esta difícil situación, continúa pidiendo a Dios su liberación y regreso a Jerusalén, con objeto de participar una vez más en la adoración.

42:1-5 - Anhelo y arrepentimiento

1Como el ciervo anhela las corrientes de agua,
así suspira por ti, oh Dios, el alma mía.
2Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente;
¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
3Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche,
mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
4Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí;
de cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios,
con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.

En los versículos 1-4 expresa su profundo anhelo de volver a su actividad anterior de dirección del culto público. Obsérvense las imágenes de la experiencia de su alma: asustado y sin aliento, como un ciervo temeroso, sediento y reseco, necesitado de refresco.

5¿Por qué te abates, alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez
por la salvación de su presencia.

Con el uso del estribillo primero, el autor reflexiona sobre su sufrimiento (habla consigo mismo) y responde con un arrebato de fe y confianza en que Dios le salvará sin duda.

42:6-11 - Abatimiento y esperanza

Esta sección describe la lucha de fe causada por el sufrimiento del hombre.

6Dios mío, mi alma está en mí deprimida;
por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán,
y desde las cumbres del Hermón, desde el monte Mizar.
7Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8De día mandará el Señor su misericordia,
y de noche su cántico estará conmigo;
elevaré una oración al Dios de mi vida.

Su entorno (las cascadas y las montañas) le recuerdan la presencia y el poder de Dios, pero también cómo sus problemas han inundado su vida y le han abrumado. Aun así, continúa esperando, confiando y orando.

9A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado?
¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
10Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan,
mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?

Se pregunta por qué Dios permite que sus enemigos se burlen de él, sin obtener respuesta, "¿Dios se ha olvidado de mí?". Su natural duda de fe le hace pensar que Dios no sabe o no le importa que sus problemas parezcan más grandes y más fuertes que él.

11¿Por qué te abates, alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!

En este estribillo final, el autor vuelve a reflexionar sobre su condición y reafirma nuevamente su compromiso de seguir con esperanza, a pesar de la aparente evidencia de que Dios le ha abandonado. Se da cuenta que nadie más puede ayudarle, y que solo el Señor ("la ayuda de mi rostro") es Su Dios.

43:1-5 - Confianza en Dios

1Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa
contra una nación impía; líbrame del hombre engañoso e injusto.
2Ya que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has rechazado?
¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?

Aquí, el poeta invoca a Dios para que sea su defensor contra sus enemigos. Tal vez ahora, tras un tiempo de vacilación, deja a regañadientes toda la responsabilidad de su salvación en manos de Dios, su defensor. Aun cuando Dios se ha mantenido callado a lo largo de su sufrimiento, el autor se conforma con dejar que el asunto sea resuelto por el Señor, contra sus esfuerzos previos de defenderse.

3Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen,
que me lleven a tu santo monte,
y a tus moradas.
4Entonces llegaré al altar de Dios,
a Dios, mi supremo gozo;
y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.

Aquí, el autor repite esta idea de otra manera, y agrega un pensamiento más. Invoca la sabiduría, la verdad y el poder para rescatarle y devolverle a su antiguo lugar de adoración en Jerusalén. No solo pide que le devuelvan a ese lugar físico, sino también a la misma presencia de Dios y al gozo de esa presencia (es como un salmo de adoración, aquí). Es en este estado que podrá ofrecer, una vez más, su alabanza a Dios como hombre renovado en la fe.

5¿Por qué te abates, alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!

Ofrece una tercera repetición de este estribillo (destinado a ser leído con un tono diferente) como forma de terminar el poema. Este salmo trata acerca de un hombre con problemas que está experimentando una crisis de fe y comparte su diálogo interno sobre estos asuntos, con sus lectores:

  • En 43:5, su fe reprende la desesperanza que siente ante el sufrimiento vivido y descrito en los versos 1-4.
  • En 42:11, su fe lo exhorta a creer, a pesar de su desconcierto ante el silencio de Dios durante su sufrimiento.
  • En 43:5, su fe declara el triunfo sobre la angustia presente, porque sabe que Dios todavía gobierna y puede salvarle, pase lo que pase.

Estos salmos nos enseñan que es la fe continua durante las pruebas lo que Dios pide de nosotros y lo que nos fortalece. Si el juicio termina o no antes de que muramos no tiene mayor importancia, lo que importa y es verdaderamente transcendente y digno de nuestras peticiones a Dios es la oración abundante (querer volver a la vida normal lo antes posible), permaneciendo fieles hasta la muerte, sin importar el estado de nuestra salud o posición hasta ese momento.

Salmos imprecatorios

Estos son salmos de sufrimiento donde el autor pide audazmente a Dios destruir a sus enemigos. Muchas personas tienen problemas con estos salmos, porque parecen contradecir el espíritu de amor y perdón que se encuentra en la actitud de Dios hacia los hombres. Muchos, al leer estas oraciones se preguntan: "¿Cómo podría Dios inspirar a los hombres a decir esas cosas?"

Salmo 58

Este es un poema escrito como incitación contra los falsos gobernantes y jueces:

1¿Habláis en verdad justicia, oh dioses?
¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?
2No, pues en el corazón cometéis iniquidad;
la violencia de vuestras manos repartís en la tierra.
3Desde la matriz están desviados los impíos;
desde su nacimiento se descarrían los que hablan mentiras.
4Tienen veneno como veneno de serpiente;
son como una cobra sorda que cierra su oído,
5que no oye la voz de los que encantan,
ni siquiera al más diestro encantador.

En estos versículos vemos que el término "Oh dioses" se refiere a hombres en posiciones de gobierno, como jueces, gobernadores o reyes. El escritor afirma que estos líderes han sido malvados, hipócritas, violentos e injustos, y lo han sido toda su vida. Les acusa de que nada puede detener su maldad (e.g. una serpiente sorda no puede ser domesticada por un encantador), y no escuchan a nadie, ni siquiera al mismo Dios.

6Oh Dios, rompe los dientes de su boca;
quiebra las muelas de los leoncillos, Señor.
7Que se diluyan como las aguas que corren;
cuando disparen sus saetas, que sean como si estuvieran sin punta.
8Que sean como el caracol, que se deslíe según se arrastra,
como los que nacen muertos, que nunca ven el sol.
9Antes que vuestras ollas puedan sentir el fuego de los espinos,
tanto los verdes como los que arden, los barrerá Él con torbellino.

Las imprecaciones o súplicas de castigo a estas personas se llevan a cabo describiendo seis imágenes del daño o sufrimiento que el autor insta a Dios infligir sobre ellos:

  1. Leones jóvenes a los que les han arrancado los dientes.
  2. Agua que se elimina rápidamente después de un aguacero.
  3. Flechas rotas.
  4. Un caracol que se mete en su caparazón.
  5. Un aborto espontáneo.
  6. Espinas que se queman rápidamente cuando se encienden bajo una olla.

Todos estos pensamientos llevan consigo la idea de una rápida y total destrucción de estos enemigos.

10El justo se alegrará cuando vea la venganza,
se lavará los pies en la sangre de los impíos;
11y los hombres dirán: Ciertamente hay recompensa para el justo,
ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra.

El autor concluye que los justos se regocijarán cuando los malvados sean destruidos. Adicionalmente Dios, a través de Su juicio será visto como el verdadero Juez, y los justos que han sufrido verán confirmada su fe en Dios y su justicia personal.

Salmos imprecatorios a la luz del Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento se nos enseña a amar a nuestros enemigos, no a maldecirlos ni esperar la venganza del Señor (Romanos 12:19). ¿Cómo explicamos, entonces, la presencia de tales maldiciones en la Biblia? Algunas posibles explicaciones:

  1. Estos escritos reflejan la cultura de un pueblo que todavía no había recibido el mensaje del evangelio completo, y retratan fielmente sus sentimientos en esa época.
  2. Los israelitas identificaron el pecado con el pecador, de modo que destruir lo uno significaba destruir lo otro. Por ejemplo, la adoración de Baal fue destruida cuando los adoradores de Baal fueron destruidos. Además, Dios hizo uso de Israel para juzgar a las tribus paganas en la Tierra Prometida y, por ello, era natural ver el juicio como algo que Dios inició ya aquí en la tierra.
  3. En 2 Tesalonicenses, Pablo recurre a una idea similar, "... después de todo, es justo delante de Dios retribuir con aflicción a los que os afligen" (2 Tesalonicenses 1:6). La idea del juicio de Dios cayendo sobre los impíos y confirmando al justo es cierta, sin embargo, en el Antiguo Testamento el lenguaje para expresar esta verdad fue más contundente y reflejo de la cultura, condiciones e ilustración de la gente de ese tiempo.