La monja que duda

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Nota: La traducción de esta lección se ha realizado electrónicamente y aún no ha sido revisada.

La reciente publicación de las cartas de la Madre Teresa, llenas de duda y desesperación, ha llevado a muchos a alabarla o compadecerla. Yo, junto con el destacado ateo Christopher Hitchens, siento una gran lástima por esta valiente mujer, pero por razones diferentes.

Hitchens, en un artículo para la revista Newsweek (10 de septiembre de 2007 - El dudoso dogmático) siente lástima por la pequeña monja que dedicó su vida a cuidar a los enfermos y pobres de los barrios bajos de Calcuta porque lo hizo sin la fe que respaldara sus esfuerzos:

...la iglesia debería tener la decencia elemental de dejar que la tierra repose suavemente sobre esta dama atribulada y miserable y no invocar su largo sufrimiento para reclutar a los crédulos a una fe ciega en la que ella misma había dejado de creer hace mucho tiempo.

Esta voz a favor del ateísmo tiene razón al sentir lástima, pero no porque la Madre Teresa dudara de que existiera un Dios que pudiera dar sentido a sus considerables sacrificios hechos al servir a los demás. La verdadera tragedia aquí es que los medios para responder a sus dudas y fortalecer su fe siempre estuvieron al alcance, pero su formación católica no le proporcionó eso.

La monja dudosa buscó en vano una confirmación de la presencia de Cristo a través de sus "sentimientos" y consultó a varios consejeros y confesores que intentaron consolar su desesperación con reflexiones teológicas sobre cómo su falta de fe era de alguna manera la voluntad de Dios en algún "misterio" divino.

Una breve revisión de la Biblia, sin embargo, le habría revelado lo que tantos otros que buscaron a Dios en Cristo con sinceridad ya sabían y se regocijaban... ¡Él está justo ahí delante de ti en Su Palabra!

Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.

- Romanos 10:17

Tan cerca, tan lejos, tan triste.