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Testimonio de Juan

Juan retoma la historia terrenal del ministerio de Jesús con una descripción del trabajo de Juan el Bautista en la preparación del pueblo para la llegada del Mesías.
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Estamos estudiando el libro de Juan y en este evangelio Juan presenta tres temas o hilos que entrelaza para crear una narrativa única.

  1. El primer hilo es la presentación de Jesús como el Hijo divino de Dios que se ha encarnado en forma de Jesucristo. Juan establece este tema inmediatamente en los primeros 18 versículos de su evangelio, llamado prólogo. Llama a Jesús el "Verbo" y explica que Jesús, el Verbo divino, creó el mundo y luego entró en Su propia creación como hombre.
  2. El siguiente hilo es la creencia. Juan menciona brevemente en su prólogo que algunos creían que Jesús era Dios y su fe les condujo a la vida y la verdad.
  3. El tercer hilo es la incredulidad. En el prólogo Juan también menciona que, a pesar de que Jesús proporciona pruebas/testimonios de Su identidad, Su pueblo y la mayoría no creyeron.

Como mencioné anteriormente, Juan toma estas tres ideas y las entreteje para mostrar a Jesús en varias situaciones: enseñando, realizando milagros (como prueba de Su divinidad) y las reacciones de creencia e incredulidad de aquellos que presencian estas cosas.

Una vez Juan establece el modelo de su evangelio en el capítulo 1: 1-18, comienza con la introducción de un importante nuevo personaje del testamento, Juan el Bautista. Juan lo denomina así porque así lo llamó Jesús en Mateo 11:11.

Siguiendo el patrón de cómo está escrito el libro, Juan sirve como primera respuesta de creencia: Juan cree que Jesús es el Mesías e incluso comienza a dar testimonio de ello.

Juan el Bautista era el primo segundo de Jesús. María era la prima de Elisabet, la madre de Juan (otra traducción al español de Elisabet es Isabel). Isabel y Zacarías (su padre) y su esposa Elisabet eran muy mayores y no tenían hijos cuando un ángel se apareció a Zacarías mientras ejercía el ministerio en el templo (era sacerdote). Este ángel anunció que Elisabet concebiría un hijo y se llamaría Juan.

Desde muy joven, Juan el Bautista fue apartado para un ministerio especial que, a medida que crecía, se definió como el de quien prepara el camino del Señor. Esto estaba en consonancia con lo que el ángel dijo acerca de él y lo que el Antiguo Testamento señalaba sucedería antes de que viniera el Mesías. De acuerdo con los profetas (Malaquías 3:1-3) Dios enviaría un mensajero, un profeta al estilo o espíritu de Elías, para anunciar la inminente venida del Mesías de Dios. Juan y su ministerio supusieron el cumplimiento de esa profecía y promesa de Dios.

De modo que Juan (el escritor del evangelio) pone a Juan (el Bautista) como el primer ejemplo de alguien que creyó. Jesús no se había mostrado ni había realizado milagros antes de su bautismo y, por lo tanto, la fe de Juan y su creencia en Jesús se fundamentaba en una señal especial que le daría Dios para poder saber quién era el verdadero Mesías. En Juan 1:33, Juan el Bautista dice que Dios le reveló que aquel sobre cuya cabeza apareciera una paloma tras su bautismo, ese sería al que está preparando el camino. Esta es una de las razones por las que Jesús tuvo que ser bautizado, para dar testimonio a Juan y que pudiera cumplir su misión. Sabemos que esto es exactamente lo que sucedió cuando Jesús fue bautizado, como una señal para Juan, entre otros.

Juan creyó en esta señal y comenzó a señalar a Jesús como el Mesías, aquel para quien estaba preparando el camino. Juan el evangelista presenta a Juan y su historia como el primer ejemplo de aquellos que creyeron.

Reacción de un creyente

Tomemos entonces el testimonio del primer creyente, Juan el Bautista en el capítulo 1, versículo 19.

Vs. 19 – Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas de Jerusalén a preguntarle: ¿Quién eres tú?

El escritor del evangelio presenta a Juan el Bautista enfocando telescópicamente sobre un enfrentamiento que hubo entre él y los sacerdotes/levitas del momento, recayente en su verdadera identidad. Los padres del Bautista y la conexión con la familia de Jesús es detallada por Lucas en su evangelio, por lo que Juan omite todo eso y se dirige directamente a este evento de su ministerio público.

Los "Judíos" eran los líderes religiosos (Fariseos). Estos eran escribas, celosos en guardar y hacer cumplir la ley. Los Sacerdotes y los Levitas eran los que ministraban en el templo.

Juan estaba atrayendo multitudes, proclamando la inminente venida del Reino de Dios, el Mesías de Dios, y al hacerlo estaba agitando a la gente. Los líderes religiosos, temiendo la pérdida de su posición o una reacción violenta de las autoridades romanas, envió una delegación para ver a este predicador/profeta. En respuesta a su pregunta, Juan da testimonio y confesión de fe en El que está por venir.

Vs. 20-21 – Y él confesó y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Entonces, qué? ¿Eres Elías? Y él dijo: No soy. ¿Eres el profeta? Y respondió: No.

Le hacen 3 preguntas:

  1. Le preguntan si cree que es el Mesías (porque hubieron muchos radicales religiosos que afirmaron esto), y él responde que no.
  2. ¿Eres Elias? Esta fue una referencia a Malaquías 4:5. donde el profeta del Antiguo Testamento dijo que Elías regresaría como precursor del Mesías. Muchos judíos creían que Malaquías quería decir con ello en realidad que Dios resucitaría a Elías y lo enviaría a la gente. En Mateo 11:14, Jesús explicó que Juan el Bautista era la persona de la que habló Malaquías, que Juan el Bautista era un profeta en "espíritu" de Elías: predicador poderoso; hombre del desierto; hombre de visión. Y por tanto Juan, conociendo su confusión, responde que no, no es el Elías resucitado (a pesar de que es la culminación de la profecía de Malaquías).
  3. ¿Eres el profeta? En Deuteronomio 18:15 Moisés dijo que un día Dios elevaría a un profeta para dirigir el pueblo tal como él (Moisés) había dirigido al pueblo. Querían saber, ¿se consideraba a sí mismo como ese profeta? Juan responde no, que no es ese profeta. En realidad, Jesús es ese profeta. Él es el cumplimiento de esa profecía y promesa (Hechos 3:22-23 - Pedro).
Vs. 22 – Entonces le dijeron: ¿Quién eres?, para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?

Se han quedado sin preguntas y posibilidades respecto de su identidad según las Escrituras. Esta era la clave: quien era según la profecía. Si no es Cristo, Elías o el profeta, entonces ¿quién? Los fariseos querían saber (probablemente para poder planear un ataque para desacreditarlo).

Vs. 23 – Él dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: «Enderezad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.

Juan responde que él es dos cosas:

  1. Una voz. El significado es que es un proclamador y mensajero. En el desierto. Se refiere a que él no es un mensajero popular y tampoco parte del estamento.
  2. Uno que endereza. Los desafía. Va contra la convención. Está aquí para preparar un nuevo camino (el antiguo estaba torcido). Su ministerio fue mencionado por Isaías, este le señaló.
Vs. 24 – Los que habían sido enviados eran de los fariseos.

Juan agrega un comentario editorial para poder plantear sus preguntas y motivos en contexto.

Vs. 25 – Y le preguntaron, y le dijeron: Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?

Su pregunta muestra su reacción frente a Juan el Bautista y su testimonio: no creen. ¿Ves cómo se teje la tercera hebra aquí?

Les pica su mensaje porque si hubiera dicho que era Cristo, le habrían acusado de blasfemia o de ser un lunático o impostor. Si hubiera dicho que era Elías, le habrían exigido pruebas a través de milagros, ya que Elías hizo milagros. Si hubiera dicho que era el profeta, le habrían denunciado como un alborotador y habrían dado cuenta a los Romanos.

En cambio, afirma que la fuente de su ministerio era el profeta Isaías, quien escribió extensamente sobre la venida del Mesías y las circunstancias que rodearon este evento.

En este punto se ponen a la defensiva. No responden con creencia, por el contrario, cuestionan su autoridad para bautizar. Si no eres Elías ni el profeta, dicen, ¿qué te da derecho a bautizar?

Cuando nos desafían con la verdad, solo hay 3 formas responder:

  1. Ponerte a la defensiva. Enojarse, huir, rechazar, negar.
  2. Racionalizar. Darte buenas razones para no creer o desobedecer.
  3. Entregarse. Escuchar con atención, obedecer a la verdad, hacer lo correcto.

La reacción de los Sacerdotes y Levitas y, por extensión, los Fariseos, era ponerse a la defensiva y poner en tela de juicio el derecho de Juan a bautizar, que en esencia era un desafío y un rechazo de su mensaje: "Prepárense (por el bautismo) porque el Mesías viene".

Vs. 26-28 – Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo en agua, pero entre vosotros está Uno a quien no conocéis. Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia. Estas cosas sucedieron en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Juan responde a su actitud en lugar de a su pregunta, que era: "Si no eres el Cristo, Elías o el profeta, ¿Qué te da derecho a bautizar?" En esencia, dice:

Sí, estoy bautizando, aunque creas que no tengo derecho a hacerlo porque no crees en mi mensaje. Como tu. Pero, hay uno aquí entre vosotros hoy, que gente como tú no conoce. Te sientes amenazado por lo que te digo y hago, sin embargo Aquel de quien hablo es tan grande, que yo -que tanto te resulta una amenaza- ni siquiera soy digno de desatar Su sandalia. ¿Qué vas a decir y hacer cuando Él venga?

Su referencia al Jordán sitúa el lugar donde esta confrontación tuvo lugar y donde Juan llevó a cabo gran parte de su obra.

En los versículos 29 al 34, el escritor del evangelio describe ahora el propio testimonio de Juan el Bautista acerca de Jesús. Esta acción tiene lugar tras el bautismo de Jesús que es descrito con detalle en los otros evangelios.

Su testimonio contiene cuatro elementos:

1. El propósito de la venida de Cristo

Vs. 29 – Al día siguiente vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Jesús no vino a iniciar un movimiento, a hacer milagros, a comenzar una revolución o una nueva filosofía. Vino a morir por los pecados de los hombres. Todo lo demás sirve para este propósito o se deriva de él. Juan vino a anunciarlo; los Apóstoles lo informaron; nosotros lo recordamos. En esto consiste la fe: Su muerte por nosotros y lo que significa.

2. El carácter del que está por venir

Vs. 30 – Este es aquel de quien yo dije: «Después de mí viene un hombre que es antes de mí porque era primero que yo».

Juan fue concebido antes que Jesús, era 6 meses mayor. Al decir que Jesús estaba antes que él, declara que Jesús tiene una naturaleza divina, no simplemente humana. Adquirimos existencia cuando nuestros cuerpos son concebidos; Jesús existió antes de que su cuerpo fuera concebido.

3. La naturaleza de su ministerio

Vs. 31 – Y yo no le conocía, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua.

Su ministerio era bautizar a los que creían en su predicación y querían prepararse para el que estaba por venir. Su ministerio sería validado, porque el que estaba por venir vendría también primero a su ministerio de bautismo.

4. La fuente de su ministerio

Vs. 32-34 – Juan dio también testimonio, diciendo: He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y se posó sobre Él. Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: «Aquel sobre quien veas al Espíritu descender y posarse sobre Él, este es el que bautiza en el Espíritu Santo». Y yo le he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

Juan fue reconocido como especial desde su nacimiento y la gente se preguntaba cómo Dios haría uso de él. En este pasaje manifiesta la autoridad de un profeta, fundamentada en lo que ha recibido del Señor. Han pasado 400 años desde que el último legítimo profeta habló en Israel (Malaquías), de modo que esto era todo un desafío y resultaba emocionante para la gente. Sin embargo, no es algo nuevo: los Judíos estaban familiarizados con la presencia de hombres inspirados hablando de Dios.

Juan dice que Dios le dio su ministerio y la señal para identificar a Aquel para quien estaba preparando el camino. Dice que la señal era el Espíritu descendiendo y permaneciendo sobre un individuo, el Unigénito.

En Mateo 3:16, Mateo describe al Espíritu como una paloma descendiendo sobre Jesús y una voz del cielo declarando Su Filiación. Este fue el cumplimiento de la señal que Juan buscaba.

A Juan se le dijo que aquel a quien le sucediera esto, sería el que bautizaría con el Espíritu Santo. En algunos casos esto significó capacitar a alguien para que hiciera cosas milagrosas. En todos los casos significó la autoridad para enviar al Espíritu Santo a morar en un creyente. Juan dice que el cumplimiento de esta señal fue la prueba para él de que Jesús era en verdad el Dios/Hombre, el Mesías. Por lo que admite que contaba con un signo de Dios para dirigirlo al verdadero Mesías y que esa señal fue dada en el momento del bautismo de Jesús.

Resumen

Concluímos nuestro primer episodio donde Juan entrelaza sus tres temas:

  1. Jesús el Dios/Hombre. Juan explica la forma sobrenatural por la que Juan el Bautista fue alertado de la venida de Jesús.
  2. Incredulidad. Los primeros ejemplos fueron los Fariseos, sacerdotes y Levitas que desafiaron la autoridad de Juan para bautizar, los cuales indirectamente hicieron caso omiso de su mensaje (que pedía que bautizara).
  3. Creencia. El mismo Juan el Bautista fue el primer creyente verdadero y lo vemos explicando las cosas (señales) que le llevaron a creer.

De este modo, en la descripción del ministerio de Juan el Bautista, Juan afirma ya la naturaleza divina de Jesús y proporciona dos reacciones a esta afirmación (el desafío de los Judíos), así como la fe y el testimonio de Juan el Bautista.

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