4.

Jesús en Galilea

Empieza el ministerio público - Parte 2

Esta sección continúa la descripción del surgimiento del ministerio de Jesús con milagros asombrosos e incluye la recomendación del Señor de Juan el Bautista y su obra ahora completada.
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Lucas continúa su narrativa al describir eventos claves en el ministerio de Jesús cuando empieza a predicar y hacer milagros en la parte norte de Israel. Vivió su adultez en Capernaúm en la región del Mar de Galilea y naturalmente comenzó Su ministerio y llamó a Sus Apóstoles de ese pueblo y las villas en los alrededores.

En la última sección que leímos Lucas describió la elección de los 12 Apóstoles (Lucas 6:12-16). Lucas sigue el llamamiento de los 12 con un resumen de la enseñanza que Jesús dio después de la elección de Sus Apóstoles.

La sección 6:17-38 es básicamente una repetición de lo que Mateo describe de una manera más larga y completa (las Bienaventuranzas – Mateo 5:1-7:29). Este pasaje demuestra como los diferentes autores de los evangelios tomaban prestado los unos a los otros para completar sus informes.

En 6:39-45 Jesús agrega varias parábolas a Sus enseñanzas para aumentar y proveer ejemplos concretos de Sus enseñanzas anteriores. Observe que Lucas pone la parábola de la "casa fundada sobre la roca" al final de este pasaje como lo hace Mateo (Mateo 7:24-27)

Cuando Jesús terminó todas sus palabras al pueblo que le oía, se fue a Capernaúm.
- Lucas 7:1

Lucas termina esta sección de enseñanza naturalmente notando dónde Jesús se encuentra geográficamente para que su lector (Teófilo) sepa qué está haciendo y diciendo Jesús y también dónde ocurren estas cosas para darle un contexto histórico y físico.

Ya notamos que el ministerio de Jesús consistía en una serie de enseñanzas seguidas por milagros que llamaban la atención a las enseñanzas las cuales fueron seguidas por más milagros hasta el milagro final (la resurrección). Lucas destaca otro milagro que fue inusual por quien la recibió.

La Sanación del Siervo del Centurión – 7:2-10

Históricamente sabemos que la región que llamamos Israel estaba bajo el imperio romano en ese entonces. Los romanos permitían una forma limitada de auto gobernación con reyes "judíos" nombrados a manejar asuntos políticos y sociales bajo la dirección de un gobernador (Pilato) quien tenía bajo su mando los soldados estacionados tanto en Jerusalén como en otros lugares claves del país para mantener la paz. El cuartel general para las fuerzas romanas en Judea se encontraba en Cesaréa, en la costa del Mar Mediterráneo.

Ejército Romano:

  • Los legionarios eran los soldados de infantería que componían la mayor parte del ejército romano.
  • Reclutados de ciudadanos romanos (libres).
  • 149 cm altura minima, 14-19 años
  • Una legión tenía 6000 soldados y en 23 d. C. Roma tenía 23 legiones bajo su mando.
  • Un cohorte = 600 soldados
  • Una centena = 100 soldados
  • Un centurión mandaba a una compañía de 100 legionarios.
Y el siervo de cierto centurión, a quien este apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
- Lucas 7:2

De acuerdo con Josefo (historiador judío – Ant. 17, 8, 3 – Lenski p. 388: Luke's Commentary) no se encontraban tropas romanas en Capernaúm en tiempos de paz. Aparentemente este centurión vivía en Capernaúm, y trabajaba para el rey Herodes Antipas cuyas tropas se componían de soldados extranjeros. Lucas introduce la escena al describir el favor que gozaba este siervo doméstico y que estaba a la puerta de la muerte (Mateo dice que el siervo padecía una parálisis – Mateo 8:6).

Al oír hablar de Jesús, el centurión envió a Él unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo.
- Lucas 7:3

Este versículo revela ciertas cosas de este hombre:

  • Fue influenciado por el testimonio de otros en cuanto a Jesús, ya que no lo había visto u oído personalmente.
  • Tenía influencia y favor entre los judíos, habiendo mandado a varios ancianos judíos (líderes) para pedir ayuda de su parte (vemos por qué en los próximos versículos).
  • Creyó de verdad. No pidió que Jesús pasara a orar o a ver si podía hacer algo. Pidió específicamente que fuera Jesús para salvar la vida de su siervo que estaba a punto de la muerte.
4Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciendo: El centurión es digno de que le concedas esto; 5porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga.
- Lucas 7:4-5

Lucas graba los argumentos de los ancianos judíos en favor de este hombre:

  • Nótese no se dice nada del valor y carácter el esclavo, solo que el centurión lo estimaba.
  • La manera en que los líderes presentan su caso asume que Jesús puede hacerlo, le aseguran que el centurión es "digno" no en el sentido de que merece un premio de algún tipo, pero comparado con otros que el Señor ha bendecido, es digno de consideración.
  • Verifican la sinceridad de la fe del hombre al describirlo como alguien que ama al pueblo de Dios (aunque es gentil) y ha probado su amor por ellos y Dios al construir una casa de oración para ellos (sinagoga).
6Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes más, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; 7por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti, tan solo di la palabra y mi siervo será sanado. 8Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: «Ve», y va; y a otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.
- Lucas 7:6-8

Hasta ahora solo hemos escuchado de la situación, la piedad, el amor y la fe de este hombre. En este pasaje escuchamos hablar al centurión y de su discurso aprendemos varias cosas más sobre él:

  • Era piadoso. La piedad es tener un respeto por las cosas de Dios y las personas. En su caso respetaba el hecho que Jesús, como judío, no podía entrar en su casa sin contaminarse de acuerdo con la ley judía. Viendo que Jesús estaba a punto de llegar, manda a sus amigos a pararlo. Quería que se sanara su siervo, pero no al costo de poner a Jesús en riesgo de violar la Ley.
  • Era humilde. La humildad es poder evaluarnos realísticamente. Él reconocía que el poder de Jesús provenía de Dios y que era mayor que el suyo (que venía del hombre) y así se colocó en la posición correcta ante Jesús, pidiendo que ejerciera ese poder (con palabra) para sanar a su siervo.
9Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande. 10Y cuando los que habían sido enviados regresaron a la casa, encontraron sano al siervo.
- Lucas 7:9-10

Raramente Jesús se maravilla de lo que hagan hombres o mujeres, pero aquí se asombra porque este gentil comprende completamente el concepto de que el poder de Jesús estaba encarnado en su palabra, una idea que la nación judía, habiendo tenido la palabra de Dios por casi 1400 años, negaban aceptar.

La Resurrección del Hijo de la Viuda – 7:11-17

Como para confirmar que el poder reside en la palabra de Jesús, Lucas sigue la sanación milagrosa del siervo del centurión con un milagro más asombroso: la resurrección de la muerte.

En los versículos 11-12 Lucas describe brevemente la situación. De nuevo indica el lugar (Naín), una ciudad sudoeste de Capernaúm. La escena es un cortejo fúnebre para el hijo único de una viuda. En esta instancia nadie le pide que intervenga ya que la persona ya ha muerto. Es Su compasión por la madre que lo mueve a levantar el hijo milagrosamente de la muerte.

13Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores. 14Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate! 15El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
- Lucas 7:13-15

Observe que con solo palabras el hombre muerto resucita, y Lucas confirma el milagro al mencionar que el que había muerto comenzó a hablar.

En los versículos 16-17 Lucas describe la reacción animada de la multitud. A diferencia del milagro con el siervo del centurión (hecho ante pocos y para el esclavo de un gentil), este milagro espectacular lo hizo ante la multitud que le seguía, Sus discípulos y la multitud de la ciudad que estaban en el cortejo fúnebre. Este milagro lo hizo famoso en toda la nación, no solo Su pueblo y entornos.

Lucas está preparando el escenario para la eventual apariencia de Jesús en Jerusalén,

Resumen de Ministerio de Juan – 7:18-35

En el versículo 16 Lucas escribe que la gente estaba alabando a Dios por el milagro que hizo Jesús diciendo que un gran "profeta" había llegado de Dios. Lucas usa esta afirmación como un puente para resumir y cerrar la obra de Juan el Bautista quien era el ultimo profeta mandado de Dios al pueblo judío. Después de esta sección Lucas cuenta de cuando Juan estaba encarcelado y mandó sus discípulos a preguntarle a Jesús si Él era el Mesías.

18Entonces los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. 19Y llamando Juan a dos de sus discípulos, los envió al Señor, diciendo: ¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?
- Lucas 7:18-19

Algunos se confunden al preguntarse por qué Juan comienza a dudar en este momento. Su tarea era anunciar la venida del Mesías y el Juicio que este traería. (ej. "Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego." - Mateo 3:10). Al parecer Juan creía que estos dos acontecimientos pasarían simultáneamente, la venida del Mesías y el Juicio.

Cuando Juan vio que a pesar de Su presencia no parecía haber ningún juicio sobre el pueblo, incluso los líderes pronunciaban juicio sobre Jesús y lo atacaban a Él, Juan empezó a dudar y mandó al Señor pidiendo clarificación y garantía. Claro que el Juicio eventualmente sí llegó unos años después en 70 d. C. cuando Jerusalén fue destruida por Roma.

20Cuando los hombres llegaron a Él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, diciendo: «¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?». 21En esa misma hora curó a muchos de enfermedades y aflicciones, y malos espíritus, y a muchos ciegos les dio la vista. 22Y respondiendo Él, les dijo: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. 23Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí.
- Lucas 7:20-23

Jesús en palabra y hecho, les asegura que Él es el Mesías, hacienda todas las cosas (milagros, enseñanzas) que los profetas habían señalado que Mesías haría. Le exhorta a Juan a regocijarse en su fe a pesar de sus circunstancias.

En los versículos 24-35 Jesús termina confirmando la persona y el ministerio de Juan el Bautista y condenando a los líderes judíos quienes rechazaron a Juan, su bautismo y el Mesías que él proclamaba. Aunque Juan tuvo un momento de duda sobre quien era Jesús, el Señor anima al pueblo a que no guarden dudas sobre Juan ni sobre Él mismo.

Las Mujeres – 7:36-8:3

Hasta ahora, salvo su madre terrenal María y la profetiza Ana en el templo y otras quienes había sanado, no se mencionan mujeres importantes asociadas con Jesús. Lucas cambia esto al presentar una mujer que lo unge y a un grupo de mujeres que lo sostenían de sus propios bienes.

La Mujer Pecadora (7:36-50)

Uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó a la mesa.
- Lucas 7:36

De nuevo, Lucas ubica la historia, pero esta vez lo ubica socialmente (en la casa de un Fariseo para una comida), no geográficamente.

37Y he aquí, había en la ciudad una mujer que era pecadora, y cuando se enteró de que Jesús estaba sentado a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38y poniéndose detrás de Él a sus pies, llorando, comenzó a regar sus pies con lágrimas y los secaba con los cabellos de su cabeza, besaba sus pies y los ungía con el perfume.
- Lucas 7:37-38

La comida se servía en una mesa baja y los huéspedes se reclinaban en cojines sobre el codo izquierdo con sus pies estirados apartados de la mesa. Una mujer (sin nombre y no era María Magdalena a quien Jesús había librado de la posesión demónica) quien era pecadora (no necesariamente una prostituta, pudo haber sido ladrona o una mujer divorciada a causa de algún adulterio) entra y se para detrás de Jesús. Ella empieza a llorar y se arrodilla, y abre un frasco (lo rompe porque los frascos no tenían tapas para volver a cerrarlos y guardar el contenido que quedaba, una vez abierto se usaba por complete) de aceite para ungir. Sus lágrimas caían sobre Sus pies mientras ella los unge y como el anfitrión no había provisto de una toalla y agua para sus pies, ella los seca con su cabello, mientras los cubre con besos. Sus acciones son una gran demostración de humildad (ella había irrumpido la cena), se expuso a posible rechazo y vergüenza, y se bajó públicamente ante Jesús.

Pero al ver esto el fariseo que le había invitado dijo para sí: Si este fuera un profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, que es una pecadora.
- Lucas 7:39

Lucas injerta este tipo de subtítulo sobre el Fariseo mostrando sus pensamientos y así exponiendo sus intenciones y actitud hacia Jesús. Había invitado al Señor solo para ver si lo que decían por allí de Él era verdad. Este episodio simplemente confirma lo que los otros líderes judíos decían, "Come con pecadores y recaudadores de impuestos. No puede ser de Dios, no es uno de ellos (los Fariseos).

40Y respondiendo Jesús, le dijo: Simón, tengo algo que decirte: Y él dijo*: Di, Maestro.41Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta; 42y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, le amará más? 43Simón respondió, y dijo: Supongo que aquel a quien le perdonó más. Y Jesús le dijo: Has juzgado correctamente.
- Lucas 7:40-43

Esta parábola expone los corazones de ambos el Fariseo y la mujer. Una, la mujer, sentía todo el peso del pecado y el otro, el Fariseo, no lo sentía.

44Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Yo entré a tu casa y no me diste agua para los pies, pero ella ha regado mis pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. 45No me diste beso, pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite, pero ella ungió mis pies con perfume. 47Por lo cual te digo que sus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama. 48Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados.
- Lucas 7:44-48

Es interesante notar que Jesús dice que la mujer hizo lo que hizo como resultado del perdón que había recibido. Esto significa que no ungió los pies de Jesús buscando perdón, hizo todo esto para mostrar su amor hacia Jesús por el perdón que había recibido en algún momento anterior. En contraste a esto, el Fariseo había descuidado mostrarle a Jesús las cortesías básicas de la hospitalidad judía, mucho menos amor. La parábola simplemente demuestra la idea de sentido común de quienes han sido perdonado mucho son mucho más agradecidos que quienes han sido perdonado deudas pequeñas.

Sin embargo, en realidad tanto la mujer como el Fariseo debían grandes deudas por sus pecados personales. La única diferencia es que ella reconocía su deuda y el Fariseo no lo hizo. El resultado es que Jesús expresa abiertamente ante testigos que la mujer fue perdonada y por Su silencio demostró que el Fariseo no recibió perdón. Esta declaración agita a los demás huéspedes porque al decir esto Jesús se iguala con Dios, justo lo que lo mandará a la cruz más adelante.

Las Mujeres que Servían a Jesús (8:1-3)

En los primeros tres versículos de capítulo 8, Lucas revierte a su modo práctico de describir como Jesús se mantenía. Acaba de describir a un hombre que sana toda clase de enfermedades y dolencias, y también lee mentes. Naturalmente esto causaría que se preguntaran si Jesús era real, si era realmente humano. Esa duda se aclara aquí donde Lucas explica que hay un grupo de discípulas que proveen los recursos necesarios para comer, alojarse, y viajar tanto para Jesús como para Sus Apóstoles. Es una muy práctica observación que agrega Lucas al explicar que Jesús y los Apóstoles ahora están plenamente involucrados en el ministerio, yendo de lugar en lugar a tiempo completo, ya que habían dejado sus trabajos seculares para llevar sus ministerios apostólicos.

Lecciones

Continuaremos la próxima vez con otra serie de parábolas y milagros que ocurren en Galilea que Lucas graba antes de que Jesús se lance a salir a ministrar en Jerusalén y los alrededores.

1. Las oraciones del justo de parte de otros son efectivos (sin importar la justicia ellos).

Los ancianos apelaron a Jesús de parte de un gentil (el centurión), una persona con quien no debían tener contacto mucho menos orar por él.

El orar por un esposo infiel, un amigo en la cárcel o una abuela incrédula es aceptable y efectivo por nuestra fe y vida justa, no las suyas.

2. La Fe cree que Dios hará un camino.

El centurión no podía llevar su esclavo enfermo a Jesús y Jesús no podía entrar a la casa del centurión sin contaminarse (y esto causaría muchos problemas con Su ministerio). Sin embargo, el centurión le pidió a Jesús y Dios encontró la manera de contestar Su oración.

En fe y oración nuestra tarea es pedir y creer, no dar solución.

Preguntas de discusión

  1. ¿Qué cualidad de carácter tenía el centurión que más admiras? ¿Por qué?
  2. ¿Cómo pueden los discípulos de hoy día mostrar piedad?
  3. En tu opinión, ¿de qué se maravillara Jesús de tu vida hoy? ¿De qué te gustaría que se maravillara si pudieras lograrlo?