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Creyendo en la palabra de Dios

En esta lección Jesús enseña que la esencia de la fe es creer en Dios basado en Su Palabra y no confiar en "señales" o milagros.
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Al comienzo de cada capítulo de este libro recordamos como Juan reúne 3 temas y los entreteje en su evangelio: Jesús como Dios/Hombre; reacciones de fe; reacciones de incredulidad.

Estos son los temas que aparecen repetidamente. Sin embargo, el objetivo de Juan con su libro es singular y se declara en Juan 20:30-31:

Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre.

Tanto si las personas que aparecen en el libro creyeron o no, como si todas las palabras y milagros de Jesús fueron o no registradas, el principal objetivo del libro de Juan es que aquellos que lo lean crean que Jesús es el Cristo divino. ¡Y ello nos incluye a nosotros hoy!

Somos parte del grupo que, o bien cree o no cree. El propósito de estos perfiles -creyentes e incrédulos- es permitir vernos a nosotros mismos en ellos. El objetivo del relato del ministerio de Jesús fue influir en el lector para elegir creer en lugar de no creer. Debemos tener en cuenta, mientras estudiamos el evangelio, que no somos simplemente estudiantes desinteresados que examinan un registro antiguo de eventos. Somos participantes, porque Juan nos tenía específicamente en mente cuando elaboró este relato de la vida de Jesús.

Prueba de divinidad

Ahora que estamos familiarizados con el objetivo principal del evangelio de Juan, quisiera pasar a revisar brevemente la propia perspectiva de Jesús cuando da testimonio de sí mismo.

Juan describe las actividades humanas de Jesús mientras camina y come: está cansado y sediento. Vemos a un ser humano normal interactuando con otros y con el mundo que Le rodea. Vemos también, sin embargo, la naturaleza divina de Jesús, de vez en cuando, y Juan la presenta de tres maneras:

1. El testimonio de Jesús

Hay cosas que se hablan de Jesús, que atestiguan o señalan Su naturaleza divina.

  • Juan el Bautista con su nacimiento especial y su dimensión como profeta- testificó que Él era el Cordero de Dios.
  • El testimonio venido del cielo acerca de Jesús en su bautismo. El Padre habló y el Espíritu Santo apareció confirmando a Jesús como el Hijo de Dios.
  • Y luego está el propio testimonio de Jesús sobre sí mismo. Lo que le dijo a la mujer samaritana, por ejemplo, "Yo soy Él", lo que significa que Él era el Mesías.

2. Las enseñanzas de Jesús

Su enseñanza es como ninguna otra, con autoridad, proporciona revelación. Vemos esto con Nicodemo, un respetado maestro entre los judíos, pero totalmente eclipsado por la enseñanza reveladora de Jesús.

Lo vemos -también- con la mujer junto al pozo, que lo reconoce como un profeta cuanto menos, cuando es instruida por vez primera.

Más tarde, enseñará acerca de Su muerte y resurrección, todo ello confirmado por una voz del cielo (Juan 12:27).

En todas estas enseñanzas, la gente llega a la conclusión de que Él es el mesías, simplemente escuchándole mientras enseña. Por ejemplo, la gente del pueblo samaritano:

y decían a la mujer: Ya no creemos por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que este es en verdad el Salvador del mundo.
- Juan 4:42

3. Los milagros de Jesús

Menciono los milagros al final porque siempre nos apresuramos a ir a estos, primero. Olvidamos o pasamos por alto el hecho de que Jesús también fue mostrando ser el Mesías divino mediante el testimonio y la enseñanza, además de los milagros. Recuérdese que muchos profetas y líderes habían sido instrumentos del poder de Dios en el pasado, por lo que las señales o milagros no confirmaron automáticamente a Jesús como el Mesías. Los testimonios acerca de Él, las enseñanzas y las profecías que llevó a cabo junto con los milagros cerraron la cuestión sobre su verdadera identidad como Hijo divino de Dios.

Ahí es donde observamos un ciclo dentro de otro ciclo. El ciclo más grande es el del ministerio de Jesús y las diversas reacciones de la gente. El ciclo más pequeño contiene las diversas formas en que Jesús mostró Su divinidad en su ministerio. Ahora que hemos retrocedido para mirar la descripción general del libro y cómo funciona, volvamos al texto para terminar el capítulo 4.

El regreso de Jesús a casa - 4:43-45

Estos eventos ocurren en una fase temprana del ministerio de Jesús. Si tuviéramos que hacer una crónica de su vida hasta este momento, diríamos:

  • Nació en Belén y pasó algún tiempo en Egipto antes de regresar para establecerse en Nazaret, al norte, cerca del Mar de Galilea.
  • Viajaba a Jerusalén, el sur, cada año con Su familia para celebrar la Pascua.
  • Como hombre adulto de 30 años, vivió en Capernaum, que se encuentra tocando el Mar de Galilea, la misma ciudad donde vivían Pedro y su familia.
  • A esa edad fue cuando se aproximó al área cercana a Jerusalén para ser bautizado por Juan y comenzar su ministerio.
  • Pasó 40 días en el desierto de Judea, en una batalla espiritual con Satanás.
  • Regresó a casa y asistió a una boda en Caná, una ciudad no lejos de Capernaum. Allí realiza su primer milagro.
  • Va a Jerusalén, limpia el templo, enseña, y habla con Nicodemo.
  • Predica y sus discípulos bautizan, en el lugar donde Juan el Bautista está obrando.
  • Para evitar una oposición creciente, regresa de nuevo a la región norte de Galilea atravesando este pueblo samaritano.
  • Habla con la mujer que está allí y permanece durante dos días enseñando a estas personas.

El versículo 43 retoma la historia de aquí.

Vs. 43-45 – Después de los dos días, salió de allí para Galilea. Porque Jesús mismo dio testimonio de que a un profeta no se le honra en su propia tierra. Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.

Ahora que su reputación está creciendo y muchos se están convirtiendo en Sus discípulos, regresa nuevamente a la región de su ciudad natal.

Es un hecho natural y humano que rara vez tomemos en serio a los que son de nuestra propia ciudad natal, hasta que no devienen grandes en algún otro lugar.

En el caso de Jesús, había estado en Jerusalén y mientras estuvo allí llevó a cabo milagros, enseñó a la gente y proporcionó testimonio sobre sí mismo. Ahora, debido a Su reputación allí, incluso la gente de Su ciudad natal está impresionada. Parece ser que algunos habían visto u oído hablar de su reputación en Jerusalén y habían vuelto a casa para difundir la noticia.

Jesús no busca gloria o fama personal. Aprovecha, sin embargo, la situación para predicar a la gente.

Es la misma idea con TV, sitios web, VBS, artículos de periódicos y cualquier forma de publicidad que haga la iglesia. Estas cosas no hacen convertirse a la gente; no están diseñadas para esto. Estas cosas nos hacen destacar entre el resto; aportan algo de familiaridad en la comunidad. La gente siente que nos conoce y que somos la razón, y sienten menos temor a visitarnos. También da a nuestros miembros una cierta ventaja, cuando invitan a alguien a la iglesia, porque la gente siente que ya ha tenido contacto con nosotros a través de nuestros diversos esfuerzos de divulgación.

Por tanto, Jesús regresa a su ciudad natal, donde es una celebridad debido al revuelo que ha causado en Jerusalén.

La gente busca señales

Vs. 46-47 – Entonces vino otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había allí cierto oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. Cuando él oyó que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo, porque estaba al borde de la muerte.

Juan se salta el resto del viaje y retoma la historia de Jesús ya de regreso al norte en la ciudad de Caná, el sitio de Su primer milagro. Sin duda, la gente de allí ha oído hablar de su ministerio en Jerusalén, pero muchos de ellos conocían la gran señal que llevó a cabo en la boda.

Un funcionario real es un sirviente del rey que, en este caso, debió ser Herodes. El funcionario era de la ciudad que constituía el hogar del Jesús adulto, Capernaum, que estaba a las orillas del Mar de Galilea. Herodes tenía muchos palacios, guarniciones y fortalezas a lo largo del lugar y construía continuamente. No era inusual tener a sus funcionarios dispersos en diferentes puestos en todo el territorio. Este funcionario se hallaba al final de un doloroso episodio, su hijo yacía moribundo (no se cita la causa).

Extender la mano a Jesús era arriesgado para un hombre de su posición, pero era un padre desesperado.

Vs. 48 – Jesús entonces le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis.

Nótese cómo la respuesta de Jesús parece al principio dura, considerando las circunstancias. Pero hay razones por las que responde de la forma en que lo hace:

1. La motivación del hombre

El hombre no vino por el testimonio de Jesús o por sus enseñanzas,

vino en un intento desesperado de salvar a su hijo. Las personas que están en peligro de muerte intentan cualquier cosa, con tal de salvar sus vidas; se agarran desesperadamente a cosas de las que se burlarían en otras circunstancias. Este hombre tenía una suerte de fe, la fe que se tiene en curanderos y vendedores de aceite de serpiente, la fe creada a partir de la desesperación.

2. Fe incompleta

Jesús comenta sobre el tipo de fe que se mantiene solo con el testimonio de los milagros. A menos que se los "cautive" con señales, vacilarán y dejarán de creer.

La fe de los cristianos jóvenes es a menudo así, a menos que las oraciones sean respondidas de inmediato, a menos que experimenten continuamente la emoción de la fe nueva (como el olor a "coche nuevo"), a menos que sientan el consuelo del Espíritu en todo momento, dudan, se desaniman y empiezan a volver al mundo.

La fe madura persevera en la palabra de Jesús, en la promesa de Jesús, en la presencia de Jesús, independientemente de los sentimientos que tengamos o de las circunstancias en las que nos encontremos. Este es el tipo de fe que el Señor pide al hombre (y a nosotros): que creamos en Su palabra.

El milagro

Vs. 49-52 – El oficial del rey le dijo: Señor, baja antes de que mi hijo muera. Jesús le dijo: Vete, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo y se fue. Y mientras bajaba, sus siervos le salieron al encuentro y le dijeron que su hijo vivía. Entonces les preguntó a qué hora había empezado a mejorar. Y le respondieron: Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre.

Téngase en cuenta que el hombre había pedido a Jesús que lo acompañara para que curase a su hijo. Jesús entonces "reta" al funcionario a una fe mayor, más madura, haciendo que crea en Su palabra, respecto de la curación de su hijo.

Si recordamos nuestro último capítulo sobre los siete pasos del "Método multiplicador" del evangelismo personal de Jesús, notaremos lo siguiente:

  • Paso 1 - El contacto con este hombre se ha llevado a cabo a través de la reputación y las señales de Jesús.
  • Paso 2 - El reto de creer solo en la Palabra que Jesús expresa se ha dado.

Notamos en el pasaje que, después de que el hombre responde al reto, su fe se ve recompensada con la noticia de que su hijo ha sido salvado y se está recuperando, exactamente como dijo Jesús.

El sistema completo

Vs. 53-54 – El padre entonces se dio cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: Tu hijo vive. Y creyó él y toda su casa. Esta fue la segunda señal que Jesús hizo cuando fue de Judea a Galilea.

En estos versículos, vemos la finalización del sistema de evangelización personal de Jesús. Vemos los siete pasos en este relato, tal como lo vimos en el relato de la mujer samaritana:

  1. Contacto - El hombre conocía a Jesús por su reputación y testimonio.
  2. Reto - Es llamado a dar un paso adelante, hacia una fe más madura, creyendo en la palabra de Jesús.
  3. Confirmación - Cuando el padre lo hace, regresando casa, se entera del milagro hecho.
  4. Llamada y conversión - Estos dos quedan recogidos en una acción, en la forma que el padre reacciona frente a la prueba, creyendo en Jesús.
  5. Conversión - Estos dos quedan recogidos en una acción, en la forma que el padre reacciona frente a la prueba, creyendo en Jesús.
  6. Consagración - Comenta en su casa acerca del testimonio, la palabra y el milagro de Jesús.
  7. Multiplicación - Toda la familia cree en Jesús.

Así, lo que comienza como un hombre desesperado clamando a Jesús por ayuda - "¡Haz algo!" - se convierte en una fe consciente y madura, no sólo de este hombre, sino multiplicada en toda su familia.

Resumen

Resumamos algunas de las ideas clave que hemos analizado en este capítulo:

  1. Jesús demostró su verdadera naturaleza, como Mesías divino, de tres maneras: el testimonio de otros y de Él mismo; el poder de Sus enseñanzas; Sus milagros.
  2. El objetivo del libro de Juan es hacer que sus lectores crean en Jesús como el Mesías divino.
  3. La fe madura es aquella que cree en la palabra de Dios (Mateo 4:4). Si Él dice: "Yo te cuidaré", "Yo te perdono" "Haz esto o no hagas esto", una fe madura actuará y perseverará con fundamento único en la Palabra de Dios. Bastará solo eso. Se dieron señales y milagros para hacer que la gente prestara atención, para llevarlos a Cristo y a Su Palabra.

Este hombre aprendió la lección del mismo modo que todo gran siervo de Dios -desde Adán a Pablo y en adelante- ha aprendido, que sólo puedes hacer grandes cosas para el Señor, solo puedes conocer al Señor, sólo puedes llegar a ser fructífero para el Señor si aprendes a actuar de acuerdo con Su Palabra, y solo Su Palabra.

Nuestra respuesta no se fundamenta en cómo nos sentimos, ni en los signos percibidos, ni en lo que es nuevo, en lo que es seguro, o lo que otros dicen o hacen, sino solo en la Palabra del Señor.

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